10/15/2008

Cuba, el huracán llamado bloqueo

Frei Betto
Granma

El próximo 29 de octubre, la Asamblea General de la ONU, después de oír el informe presentado por el secretario general, Ban Ki Moon, votará el proyecto de Cuba que busca la suspensión del bloqueo económico, comercial y financiero impuesto a la Isla del Caribe por el gobierno de los EE.UU. desde 1959. Será la 17ª vez que la ONU tratará ese tema. En el 2007, de los 192 países miembros de las Naciones Unidas, 184 votaron a favor del proyecto que pedía la suspensión. Infelizmente, las resoluciones no tienen carácter obligatorio, excepto las del Consejo de Seguridad. El hecho de que la mayoría de los países condenen, por 16 veces, el bloqueo, representa un gesto de solidaridad con la Isla y una derrota moral para la Casa Blanca, cuya prepotencia se evidencia por no tener la menor consideración para lo que piensa la comunidad internacional, que repudia la hostilidad norteamericana.

El bloqueo es un pulpo con tentáculos extraterritoriales, violando el derecho internacional, en especial la Convención de Ginebra, que lo califica de genocidio. Empresas, bancos y ciudadanos que mantienen relaciones económicas, comerciales o financieras con Cuba sufren persecuciones. A ejemplo de lo que hizo con China durante las Olimpiadas, también el gobierno americano bloquea webs de la Internet relacionados con Cuba.

A un alto costo el Gobierno cubano ha conseguido abrir pequeñas brechas en el bloqueo, como al comprar alimentos de los EE.UU. Las empresas vendedoras enfrentan gigantesca burocracia, sobre todo porque la comercialización tiene que pasar por la intermediación de un tercer país, ya que el bloqueo prohíbe relaciones directas entre Estados Unidos y Cuba. El comprador es obligado a pagar adelantado y no puede vender los productos a los americanos; los navíos retornan vacíos a los puertos de origen. Los recientes huracanes Gustav y Ike provocaron muchos daños a la Isla. Áreas agrícolas fueron devastadas, 444 000 viviendas afectadas, de las cuales más de 63 000 totalmente destruidas. El Gobierno cubano solicitó a la Casa Blanca una tregua en el bloqueo en los próximos seis meses, por motivos humanitarios. Hasta ahora, Bush mantiene completo silencio. Pero, la máquina publicitaria de la Casa Blanca trata de camuflar la omisión presidencial con una serie de mentiras, como la oferta de cinco millones de dólares a los cubanos víctimas de los huracanes.

Pero, ¿qué representa esa cantidad ante los 46 millones de dólares que la USAID recibió este año para financiar grupos mercenarios dedicados al terrorismo anticubano? Y otros 40 millones de dólares fueron liberados para mantener las transmisiones de radio y tele- visón contra Cuba. A pesar del bloqueo causar más daños que todos los huracanes que ya afectaron a Cuba, la nación resiste y, ahora, se moviliza en amplias cooperativas para reparar los estragos causados por la naturaleza y mejorar la producción agrícola, gracias a las recientes medidas que facilitan a los campesinos acceso a las tierras donde, otrora, se cultivaba caña de azúcar. Además de tener en el Estado un comprador seguro, los agricultores cubanos podrán vender directamente al consumidor. Sin mirar para su propio ombligo, Cuba reitera su solidaridad internacional y envía médicos a las víctimas de los huracanes en Haití, y mantiene médicos y profesores en más de 70 países, la mayoría pobres.

La historia es una vieja señora que nos sorprende cada día: ¿quién imaginaría, hace un año, que el socialismo cubano vería la crisis financiera de Wall Street, y al Estado más capitalista del mundo contradecir todos sus discursos e intervenir en el mercado para intentar salvar bancos y empresas? ¿Cómo queda el dogma de la inmaculada concepción de que fuera del mercado no hay salvación?

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