Cuando escribía cada una de mis Reflexiones anteriores, a medida que una catástrofe para la humanidad se aproximaba aceleradamente, mi mayor preocupación era cumplir el deber elemental de informar a nuestro pueblo.
Hoy estoy más tranquilo que hace 26 días. Como siguen ocurriendo cosas en la corta espera, puedo reiterar y enriquecer la información a la opinión pública nacional e internacional.
Obama se comprometió en asistir el dos de julio al partido de cuartos de final, si su país obtenía la victoria en los octavos de final. Él debiera saber más que nadie, que esos cuartos de final no podrían realizarse ya que antes ocurrirán gravísimos acontecimientos, o al menos debiera saberlo.
El pasado viernes 25 de junio, una agencia internacional de noticias de conocida minuciosidad en los detalles de las informaciones que elabora, publicó las declaraciones del "... comandante de la Armada del cuerpo élite de los Guardianes de la Revolución Islámica, general Ali Fadavi..." —advirtiendo— "... que si Estados Unidos y sus aliados inspeccionan a los barcos iraníes en aguas internacionales ‘recibirán una respuesta en el Golfo Pérsico y el Estrecho de Ormuz’".
La información fue tomada de la agencia local de noticias Mehr, de Irán.
Dicha agencia, según el despacho, comunicó: "Fadavi añadió que ‘la Armada de los Guardianes de la Revolución cuenta actualmente con centenares de embarcaciones dotadas con lanzaderas de misiles’."
La información elaborada casi a la misma hora de lo publicado en Granma, o tal vez antes, parecía en algunos puntos una copia al carbón de los párrafos de la Reflexión elaborada el jueves 24 de junio y publicada en ese periódico el viernes 25.
La coincidencia se explica por el uso elemental que siempre aplico del razonamiento lógico. Yo no conocía una palabra de lo que publicó la agencia local iraní.
No albergo la menor duda de que tan pronto las naves de guerra de Estados Unidos e Israel ocupen sus puestos —junto al resto de las embarcaciones militares norteamericanas ubicadas en las proximidades de las costas iraníes— e intenten inspeccionar el primer buque mercante de ese país, se desatará una lluvia de proyectiles en una y otra dirección. Será el momento exacto en que se iniciará la terrible guerra. No es posible prever cuántas naves se hundirán ni de qué bandera.
Saber la verdad a tiempo es para nuestro pueblo lo más importante.
No importa que casi todos por natural instinto, podría decirse que el 99,9 por ciento o más de mis compatriotas, conserven la esperanza y coincidan conmigo en el deseo sincero de estar equivocado. He conversado con personas de los círculos más cercanos y a la vez recibido noticias de tantos ciudadanos nobles, abnegados y cumplidores de su deber, que al leer mis Reflexiones no impugnan en lo más mínimo sus consideraciones, asimilan, creen y tragan en seco los razonamientos que expongo, sin embargo, dedican de inmediato su tiempo a cumplir con el trabajo, al que consagran sus energías.
Eso es precisamente lo que deseamos de nuestros compatriotas. Lo peor es que repentinamente se conozcan las noticias de gravísimos acontecimientos, sin haber escuchado antes noticia alguna sobre tales posibilidades, entonces cundirá el desconcierto y el pánico, que sería indigno de un pueblo heroico como el cubano, que estuvo a punto de ser objetivo de un ataque nuclear masivo en octubre de 1962, y no vaciló un instante en cumplir el deber.
En el desempeño de heroicas misiones internacionalistas, combatientes y jefes valientes de nuestras Fuerzas Armadas Revolucionarias estuvieron a punto de ser víctimas de ataques nucleares contra las tropas cubanas que se aproximaban a la frontera sur de Angola, donde las fuerzas racistas sudafricanas habían sido desalojadas tras la batalla de Cuito Cuanavale y se atrincheraban en la frontera con Namibia.
El Pentágono, con el conocimiento del Presidente de Estados Unidos, suministró a los racistas sudafricanos alrededor de 14 armas nucleares a través de Israel, más poderosas que las que fueron lanzadas sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, como hemos explicado en otras reflexiones.
No soy profeta ni adivino. Nadie me informó una palabra de lo que iba a ocurrir; todo ha sido fruto de lo que hoy califico como el razonamiento lógico.
No somos novatos ni entrometidos en este complicado tema.
En la poscrisis nuclear, se puede augurar lo que ocurrirá en el resto de América de lengua iberoamericana.
En tales circunstancias, no se podrá hablar de capitalismo o socialismo. Sólo se abrirá una etapa de administración de los bienes y servicios disponibles en esta parte del continente. Inevitablemente seguirán gobernando cada país los que hoy están al frente del gobierno, varios muy cercanos al socialismo y otros llenos de euforia por la apertura de un mercado mundial que hoy se abre para los combustibles, el uranio, el cobre, el litio, el aluminio, el hierro, y otros metales que hoy se envían a los países desarrollados y ricos que desaparecerá repentinamente.
Abundantes alimentos que hoy se exportan a ese mercado mundial también desaparecerán de forma abrupta.
En semejantes circunstancias, los productos más elementales que se requieren para vivir: los alimentos, el agua, los combustibles y los recursos del hemisferio al sur de Estados Unidos, abundan para mantener un poco de civilización, cuyos avances descontrolados han dirigido la humanidad a semejante desastre.
Hay, sin embargo, cosas muy inciertas todavía, ¿podrán abstenerse las dos más poderosas potencias nucleares, Estados Unidos y Rusia, de emplear una contra la otra sus armas nucleares?
Lo que no cabe la menor duda es que desde Europa, las armas nucleares de Gran Bretaña y Francia, aliadas a Estados Unidos e Israel —que impusieron con entusiasmo la resolución que inevitablemente desatará la guerra, y ésta, por las razones explicadas, de inmediato se volverá nuclear—, amenazan el territorio ruso, aunque el país al igual que China ha tratado de evitar en la medida de las fuerzas y las posibilidades de cada una de ellas.
La economía de la superpotencia se derrumbará como castillo de naipes. La sociedad norteamericana es la menos preparada para soportar una catástrofe como la que el imperio ha creado en el propio territorio de donde partió.
Ignoramos cuáles serán los efectos ambientales de las armas nucleares, que inevitablemente estallarán en varias partes de nuestro planeta, y que en la variante menos grave, se van a producir en abundancia.
Aventurar hipótesis sería pura ciencia ficción de mi parte.
Fidel Castro Ruz
Junio 27 de 2010
2 y 15 p.m.
6/28/2010
Saber la verdad a tiempo. Reflexiones de Fidel.
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Estado, Poder y Socialismo en Bolivia. Alvaro García Linera
El pasado 24 de junio en la sede de la CEPAL en Santiago de Chile, el vicepresidente de Bolivia, Álvaro García Linera, pronunció una conferencia que reproducimos por su importante valor para la comprensión del proceso político en Bolivia.
"El objeto de esta charla es conversar sobre Bolivia pero -respetando las reglas de los profesores de FLACSO- voy a intentar introducir una serie de conceptos, de categorías, que hemos ido produciendo a lo largo de estos años que nos permiten interpretar un proceso político, social, cultural y económico como el boliviano..."
Le pedí a nuestro cónsul en Chile que le pusiera este título a la charla, precisamente para hacer una articulación de reflexiones sobre la realidad boliviana contemporánea pero, a la vez, construyendo categorías que pudieran servir para interpretar también otras realidades.
El tema del Estado es uno que ha vuelto a ser replanteado en el debate académico. Hay un tema estatal en las ciencias sociales, pero también es una temática que los políticos -las personas involucradas en las funciones públicas- nacionales e internacionales estamos abordando. No es por casualidad que, precisamente, el último documento de CEPAL aborda esta temática, recomendando y reivindicando la presencia de una Estado fuerte justamente para trabajar los temas de igualdad.
En esta acercamiento a la temática del Estado. como siempre se presentan al menos dos grandes lecturas, la que hablaría que los estados estarían en un proceso de extinción, el estado tal como lo conocimos desde la paz westfaliana que definió una interdependencia y un relacionamiento entre estados que estaría en proceso gradual de extinción dando lugar a estados más grandes regionales o estados continentales.
Quienes sostienen esta lectura como proceso de disolución o pérdida de gravitación de los estados argumentan que esto vendría de la mano de los crecientes procesos de auto-regulación de los mercados y de la construcción de una serie de mecanismos supra-estatales, regionales o planetarios en el ámbito de la justicia y en el ámbito de la legitimación de decisiones que comienzan a ponerse por encima de los estados.
Incluso desde el ámbito de la izquierda académica, la lectura del profesor Tony Negri , Michael Hart apuntan precisamente a proponer que estaríamos ante la construcción de sistemas de orden político de dominación de carácter supraestatal.
Permítanme dialogar con esta lectura en que estaríamos en un proceso gradual de extinción de los estados de que, si bien es cierto que estamos asistiendo a la construcción de instituciones de carácter supraestatal en el ámbito de los mercados, de la circulación financieras, de las definiciones jurídicas de carácter planetario, esta lectura deja de lado que los contemporáneos procesos de privatización que se están produciendo en nuestros países e incluso los procesos de transnacionalización de los procesos productivos y de los recursos públicos lo han hecho, no los mercados, sino precisamente, los estados.
Que la construcción de esta nueva institucionalidad planetaria financiera, cultural y de intercambios tienen como agentes a los propios estados que son quienes privatizan los recursos, quienes entablan acuerdos para levantar las barreras y quienes vigilan, supervisan y legitiman localmente estas decisiones que diluyen parte de los antiguos procesos de soberanía y de contro soberano de los estados.
Estado y crisis económica
La crisis económica que está atravesando Europa especialmente -y también Estados Unidos- en los últimos dos años ha tenido como principal baluerte para los intentos de superación de la crisis, justamente a los estados. No son los mercados los que están buscando remontar las dificultades económicas en Europa sino son los estados, es es caso de EEUU, nacionalizando o estatizando bancos, España, Grecia y Portugal y parcialmente incluso Francia, estableciendo mecanismos de control sobre el valor de la fuerza de trabajo, la expansión de la seguridad social, la limitación y la contracción de los derechos sociales para los mayores, para los niños y para los trabajadores.
Resulta pues entonces que estamos asistiendo a la formación de estructuras supraestatales, éstas siguen teniendo y seguramente tendrán todavía como base y como sustento durante un tiempo más a los propios estados, la propia acción estatal regional y localizada que está permitiendo viabilizar, legitimar y sostener esta construcción de estructuras supraestatales.
Pero, igualmente, hay quienes desde la otra vereda plantean de que los estados no estarían siendo modificados en sus prerrogativas ni en sus capacidades, que no hubieran perdido su importancia como mecanismos y maquinaria de cohesión territorial y de hecho hablan que el mundo sería simplemente una red de relaciones entre estados.
Esta lectura, que intenta ver y justificar que los estados no se estarían modificando en sus funciones, prerrogativas o capacidades de decisión comete el error invertido de la anterior posición que cree que se están diluyendo los estados, porque deja de lado de que gradualmente hay una serie de mecanismos que se mueven al margen de los estados.
Son mecanismos que, como en el caso de Chile, el precio del cobre -en el caso de Bolivia de los hidrocarburos, el gas, el petróleo- no dependen ya, por supuesto, de los estados.
Las fluctuaciones recientes de los precios de los minerales, desde el año 2006, incluso de los alimentos no han dependido de un país, incluso de una región, han dependido ya de una serie de mecanismos que están al margen de los propios estados: la demanda de materias primas de China, de la India, la modificación territorial de los procesos productivos europeos y norteamericanos; las modificaciones tecnológicas que incrementan otro tipo de usos de materias primas y la creación de nuevos medios de consumo que han derivado en otras regiones de cierto tipo de demandas han creado mecanismos que no dependen de uno, dos o tres estados que han llevado a un incremento sustancial de las materias primas algunos años y luego a una caída.
Eso han visto a los gobernantes como mayores recursos que entraban al Estado, mayores expectativas y al año o año y medio, menores recursos y menores posibilidades de satisfacer ciertas expectativas de la población.
América Latina y el mundo vive entonces continuamente un conjunto de mecanismos que hablan que muchas decisiones en el ámbito económico y en el ámbito político y jurídico no dependen ya de los estados.
La forma de la soberanía estatal que se construyó en el siglo XIX y el siglo XX sin duda es muy distinta a la actual capacidad de soberanía que tienen los estados para definir sus propias políticas, sus decisiones y sus actividades.
Equilibrando entonces las dos posiciones no estamos ni ante la supresión del papel de los estados ni tampoco estamos ante un congelamiento de la lógica soberana de los estados.
Lo que si podemos decir es que estamos asistiendo a un proceso de mutación -no de extinción- pero de los procesos de soberanía política. Hay un creciente proceso de complejización territorial de los mecanismos de cohesión social y de legitimización social que no solamente se restringen al ámbito territorial del Estado, sino que mueve otro tipo de resortes y de mecanismos, muchas veces regionales o planetarios.
Estamos asistiendo entonces a un proceso de bidimensionalidad de la lógica política gubernativa en el ámbito mundial. Por una parte, retoma de un papel importantte de los estados en los procesos de regulación de las fuerzas de trabajo, en los procesos de legitimación social, en los procesos de concentración de la propiedad y de los procesos de acumulación. Y por otra parte, estamos también asistiendo a un creciente surgimiento de mecanismos y de instituciones supraestatales que no necesariamente se mueven al compás o bajo la decisión de uno, de dos o de tres o cuatro estados.
En síntesis hay y habrá Estado con instituciones territoriales por mucho tiempo más pero a la vez hay y habrá instituciones supraterritoriales cada vez más intensas que se involucran en distintas áreas de la vida de las personas.
Con esta mirada general y un crecimiento, ya en este siglo, del papel del Estado, la pregunta que uno vuelve a hacerse es; Este Estado del que estamos hablando, que vuelve a tener importancia, que define o está impidiendo el crecimiento de la crisis en varios países de América Latina; ese Estado al que ha apelado Obama recientemente, o al Estado que ha apelado Zapatero para definir determinadas políticas públicas internas ¿ de qué se trata? ¿De qué hablamos cuando hablamos del Estado?
Cuando hablamos del Estado hablamos de varias cosas simultáneamente. Por una parte, del ámbito gubernamental, hablamos del gobierno con sus instituciones y sus estructuras: ejecutivo, gabinete, ministerios; legislativo, hablamos del Parlamento, pero también hablamos de las fuerzas armadas - no hay Estado que no tenga un monopolio de la coerción legítima en la sociedad, las fuerzas armadas y la policía; hablamos de tribunales y de cárceles que permiten mantener el orden en una sociedad y establecer mecanismos de sanciones y premiaciones en el cumplimiento de los acuerdos establecidos por el orden gubernamental.
Pero también, cuando hablamos de Estado, hablamos de los sistemas de enseñanza, hablamos de las escuelas, de las universidades, de los centros de formación y de construcción cultural de las sociedades.
Estado es también gestión y control de recursos.; es el presupuesto, el uso de los impuestos, es la ampliación o reducción de tributos, es la definición del uso de los impuestos.
Pero para que eso funcionó el Estado también significa acatamiento, para cobrar impuestos no solamente tiene que haber una estructura de cobro de impuestos sino también tiene que haber la voluntad y el acatamiento del ciudadano para pagar los impuestos. Y para pagar los impuestos no puede hacer un policía o un militar al lado de cada ciudadano, tendríamos sociedades militarizadas.
Los ciudadanos, mal que bien, a tiempo pueden protestar y luego pagan sus impuestos, acatan, consienten una decisión. Eso también es el Estado, el acatamiento de las personas hacia el conjunto de definiciones y actividades que establecen las instituciones fundamentales de la estructura gubernativa: gobierno, ejecutivo, Parlamento y sistema judicial.
Pero también el Estado son el conjunto de las narrativas de l sociedad, como las personas construyen en su imaginario su vida, su destino colectivo, sus hérores, su trayectoria, su civismo, su patriotismo, su nacionalismo. Ya sea como su formación familiar, como formación educativa, como lectura, el Estado también es una narrativa lógica de la sociedad, del colectivo y de la vida en común.
El Estado es también entonces símbolos, son disciplinas, son sentidos de pertenencia territorial, son vivencias cotidianas, son sumisiones, son olvidos, son memorias, son sanciones.
Puedo volver entonces luego de la enumeración de varios dispositivos del Estado a afirmar que el Estado es una relación paradojal. Por una parte, el Estado es materia política -lo vivimos a diario- son oficinas, papeles, recursos, normas, procedimientos, disciplinas, son castigos, son instituciones, son cuarteles, cárceles,; universidades, escuelas, ministerios y Parlamento. Esta es la dimensión material del Estado.
Pero a la vez, toda esa materialidad del Estado no funcionaría sin su complemento que es la dimensión ideal del Estado. El Estado son concepciones, enseñanzas, saberes, son expectativas, obediencias, acatamientos, complacencias, son resistencias. Es decir, hablamos de este otro componente ideal, simbólico, cultural del Estado.
La propia materialidad del Estado no podría funcionar sin su complemento obligatorio, no contradictorio que es esta dimensión ideal que es lo que en el fondo pone en marcha la maquinaridad del propio Estado.
Pero cuando uno escarba con mayor detenimiento tanto la materialidad del Estado y sus instituciones y normas, legalidad, saberes y conocimientos, enseñanzas, signos, expectativas, concepciones, acatamientos, sumisiones, cuando uno escarba en esas dos dimensiones: materiales e ideales del Estado encontramos que al interior de esas dos dimensiones hay también jerarquías, hay personas, grupos de personas con mayor capacidad de influencia en la toma de decisiones.
Hay personas, grupos sociales, hay clases sociales que tienen menor capacidad de incidencia en la toma de decisiones.
La materialidad del Estado y la idealidad del Estado o están distribuidas jerárquicamente. más aún, no solamente distribuye de distinta manera la capacidad de toma de decisiones en esa materialidad y en esa idealidad del Estado por parte de determinados grupos, sectores o clases sociales, sino que también son esas, sus luchas, sus intereses, expectativas, las que han dado lugar a tal o cual institucionalidad, a tal o cual materialidad, a tal o cual expectativa, enseñanza o conocimientos.
Podemos sincerar entonces en estos tres componentes un primer acercamiento al Estado. El Estado es materia, instituciones; es idea, saberes, expectativas, enseñanzas, concepciones y el Estado es relaciones jerarquizadas, correlaciones de fuerzas, relaciones entre grupos con menos posibilidad que otros, aunque todos participan de la materia del Estado, no todos participan de la misma manera. Unos participan en la calidad de soberanos, personas que deciden- otros participarán en la calidad de súbditos, personas que acatan, que consienten que obedecen.
El Estado, entonces, es una relación social nos decía tiempo atrás el viejo Marx, recogiendo a Hegel; en verdad, el Estado es materia, es idea. Pero esta materialidad e idealidad resultante de la correlación de fuerzas, tiene una particularidad, es su carácter monopólico.
Estado es, por definición, monopolio, nos recordaba el viejo profesor Max Weber.
El monopolio de la violencia, decía él, de la violencia legítima, de la coerción. Le incorporaba la palabra "legítima", es decir, el Estado es también monopolio de otra cosa, no solamente de la coerción sino también de la coerción legítima. Es decir, de los procesos de legitimación. Y el profesor Norberto Díaz nos recordaba otro monopolio, el de la tributación y de los recursos públicos. No todos pueden hacer tributar a las personas, ni todos pueden administrar los recursos públicos, el bien público, la res pública. Quien lo hace es el Estado.
Entonces tenemos que el Estado es un monopolio territorial de la coerción, de la legitimación, de la tributación, de los recursos públicos. Y ese ordenamiento del Estado es materia a través de las instituciones, idea a través de los saberes, de los conocimientos y de los acatamientos a las decisiones y ese Estado es, a la vez, correlación de fuerzas, jerarquización entre grupos y clases sociales.
Para ejemplificar este acercamiento a la definición de Estado podemos imaginarlo como una molécula donde cada átomo es un monopolio, de la coerción, de la legitimación, de la tributación y de la propiedad de los recursos públicos y donde cada átomo está compuesto de partículas elementales, la materialidad, idealidad, correlación de fuerzas.
La crisis del Estado boliviano
Bolivia ha atravesado, lo que podemos denominar, una crisis de Estado, no solamente una crisis de gobierno que afecta el ámbito del ejecutivo del gobierno de un país, de una coalición partidaria, un cambio de presidentes.
Bolivia ha atravesado una crisis de Estado, es decir, una modificación de los componentes profundos, íntimos de los tres monopolios, de las correlaciones de fuerza, de los procesos de legitimación y de los procesos de institucionalización.
¿Cuáles son los elementos que han coincidido históricamente o que se han articulado en estos años para hablar de una crisis estructural del orden de legitimación, de coerción y de institucionalización de la vida política de la sociedad boliviana?
Yo diría que son fundamentalmente tres elementos. Bolivia desde su formación en 1825, es una sociedad que ha arrastrado -como muchas otras sociedades de América Latina- hasta el día de hoy tres grandes problemáticas, grandes fisuras, fallas estructurales.
La primera falla, el Colonialismo; la segunda falla, la centralidad del gobierno y la tercera falla, el modo de acumulación primario exportador.
Bolivia nace a la vida republicana con una inmensa mayoría de población indígena. El primer censo que se hizo, en 1860, aproximadamente, hablaba de una población indígena de más del 90%, pueblos indígenas de distinta identidad cultural.
Sin embargo, siendo un país mayoritariamente indígena como el resto de países de América Latina desde su fundación, Bolivia se constituyó como República excluyendo a la mayoría de la toma de decisiones.
La primera Constitución boliviana y que se mantuvo hasta 1952 - es decir, 125 años- diferenciaba a los bolivianos del ciudadano. El ciudadano era la persona que tenía facultades políticas para elegir y ser elegido y ¿quiénes podían ser elector o elegidos?
Las personas que eran castellano hablantes, que tenían un ingreso mínimo y una propiedad individual y dejaba de lado al 90% de los bolivianos que tenían propiedad colectiva comunitaria que no sabían hablar castellano y que no tenían un ingreso mínimo mensual.
Podría hablarse de un sistema que reproducía el coloniaje, con ciudadanos con derechos y bolivianos sin derechos. Ciudadanos con derecho, una pequeña minoría -10%- bolivianos sin derechos políticos -la inmensa mayoría, el 90%-
Entre ese 10% de personas mestizas -para darle un nombre- las mujeres colocadas en situación de indios porque hasta 1952 estaban bajo la patria potestad de los varones, no podían tener propiedades sino bajo la delegación del padre, el hermano o del esposo, situación parecida en muchos países de América Latina pero más fuerte, más terrible en un país donde el 90% de la población es indígena.
Esta falla colonial dio lugar a un tipo de Estado que hemos denominado "aparente", utilizando a un viejo sociólogo boliviano René Zabaleta Mercado. Estado aparente porque no lograba vincular el conjunto de la sociedad sino que articulaba a un segmento, el de los propietarios castellano hablantes, mestizos en tanto que el resto de la sociedad -el 90%- quedaba al margen de los derechos, de las garantías y de las posibilidades de ejercer soberanía.
Un Estado aparente es una Estado donde solamente representa un pedazo y no a la totalidad de la sociedad y así fue como se construyó Bolivia desde 1825.
En 1952 hubo una revolución muy importante.
La Revolución Nacional del 52 que permitió dar un gran paso, ayudó a entregar tierras, propiedad a quienes no la tenían, esa masa de indígenas, campesinos; dio el voto universal, indios y mujeres podían votar a partir de 1952, pero tuvo un límite que reprodujo -lo que ha sido denominado por este profesor Zabaleta- la "paradoja señorial".
No reconoció los derechos colectivos de los pueblos indígenas.
Se conquistó el voto individual, universal y directo para elegir autoridades, pero no se reconocían los derechos colectivos de los pueblos indígenas que habitaban nuestro país.
Un especie de reeducación del colonialismo al interior de nuestro país. No había una legislación que excluía a los indígenas, como lo había hasta el 52, pero había una estructura política y cultural que excluía de facto a los pueblos indígenas como pueblos. Los reconocía como individuos, pero no existían como pueblos, no existían como identidades culturales fuertes.
Esta ha sido la primera falla estructural que hemos arrastrado hasta inicios del siglo XXI, la falla colonial, la deuda colonial, la herida colonial. El desconocimiento de la mayoría del pueblo indígena, de sus culturas, de su identidad colectiva y de sus derechos colectivos como indígenas.
Una segunda falla estructural del Estado boliviano fue el tema que se ha denominado del "Centralismo". Cuentan los historiadores del siglo XVIII -y seguramente cosas parecidas deben suceder en el resto de nuestros países- que el gobierno era el libertador en su caballo, ese era el Estado. Existía allí donde iba el libertador con su gente, donde acampaba y estaba allí el gobierno. Concentrado alrededor del Ejecutivo.
Luego eso se tradujo: el gobierno existen allí donde están los órganos del poder ejecutivo y el legislativo. Cuando el resto de la población, de los territorios y de las regiones reclamaban también presencia del Estado, es decir, de instituciones, de recursos públicos, de legitimación y de desarrollo en estas primeras épocas tempranas de los Estados latinoamericanos, del Estado y el gobierno.
Esto dio lugar a un debate en Bolivia entre centralistas y federalistas o en el debate contemporáneo del siglo XXI es conocido como el tema de la demanda autonómica.
La demanda autonómica es una vieja demanda que se remonta al siglo XVIII, de regiones abandonadas que no eran tomadas en cuenta a la hora de distribución de recursos, de implementación de sistemas de educación, de salud, del transporte y las vías. Todos los recursos y las decisiones quedaban concentradas y consolidadas en un solo espacio territorial, la sede de gobierno: Sucre, inicialmente, luego La Paz.
Se trata, evidentemente, de una demanda democrática porque se trata de desconcentrar los recursos y de acercar la autoridad al ciudadano.
Esta demanda de desconcentración del poder en el ámbito territorial dio lugar en Bolivia a una guerra civil. En 1899 Bolivia fue objeto de una guerra civil que se dio por el traslado de la sede de gobierno de la ciudad de Sucre, en el sur a La Paz.
En esta demanda de descentralización -Guerra Federal, se llamó- fueron los aymaras la nación que intervino del lado de los federalistas, se movilizó con su gente, con su propio mando y su propia autoridad local en defensa de esta demanda.
Como se trata de una disputa entre regiones a cargo de mestizos y los indígenas se sumaron a un bloque de los mestizos, los dos bloques de mestizos vieron con mucho miedo que los indígenas se volvieran a unir y aplastaron la rebelión indígena y volvieron a restablecer el centralismo que duró hasta el día de hoy. Matemática vieja de desconcentración territorial del poder no resuelto en varios países hasta ahora.
Esta es otra de las fallas estructurales, de las heridas y grietas estructurales del Estado boliviano que se heredaron hasta inicios del siglo XXI.
Por último, el tercer elemento es el del modo de acumulación, para usar el concepto de los economistas, es decir hemos sido colonialmente y republicanamente un país productor de materias primas. Inicialmente la plata, luego el estaño, luego el cobre, luego el gas, el petróleo. Bolivia se ha constituido en una sociedad que ha hecho girar su economía en torno a la producción de materia prima sin lograr procesos de internacionalización de la riqueza que permita procesos diversos de industrialización.
Esto ha llevado a un proceso de dependencia estructural. Si solamente producimos materias primas estamos claro que el resto de los productos tenemos que importarlos y tenemos que depender de lo que producen en otros países y está claro que la materia prima no tiene valor agregado, que un producto industrializado tiene mayor valor agregado y por lo tanto se da el fenómeno de "intercambio desigual" de que nos hablaban varios profesores, excedentes que se van del país, materias que llegan al país generando siempre una balanza desequilibrada entre exportaciones e importaciones y dando ,lugar a una economía débil, un Estado débil con pocas capacidades de impulsar procesos de modernización y de distribución de la riqueza.
La revolución de Evo
Así llegamos al momento actual que vive la Revolución Boliviana que encabeza el Presidente Evo Morales. Es el momento en donde todo pasa, es un laboratorio de la sociedad, con un gobierno presionando sociológicamente.
Propusimos una serie de categorías para analizar este proceso de crisis estatal de un tipo de Estado, de correlación de fuerzas, de derecho, a un nuevo tipo de Estado. Ahí introdujimos varias categorías que quiero mencionarlas rápidamente, por que me dicen que me voy a tener que ir luego,. El concepto de "empate catastrófico" pero anunciando el concepto de "punto de bifurcación".
Entre una estructura estatal donde ciertas clases sociales, ciertas regiones, ciertos bloques de poder tienen mayores prerrogativas y mayores derechos hacia otra estructura del Estado donde se democratiza la toma de decisiones y se modifique el bloque de poder con capacidad de mando duradero. Entre ese Estado y ese otro Estado hay un periodo de transición que tiene varias etapas que las ha vivido Bolivia.
Una primera etapa de la visibilización de las dificultades, lo que los sociólogos hablan cuando la institucionalidad no puede canalizar las expectativas de las demandas y la sociedad expresa sus expectativas y sus demandas por fuera de las instituciones, surge la acción colectiva. Los movimientos sociales que en Bolivia hoy, hace 5 años, hace 20, han sido poderosos movimientos obrero e indígena.
Lo interesante de este período 2005, 2006 es que quien lidera los actos de protesta de visibilización de las demandas y de las expectativas de derechos sin igualdad no va a ser tanto el movimiento obrero -el viejo movimiento obrero boliviano conocido mundialmente- lo va a hacer otro sujeto: el movimiento indígena en sus dos vertientes, movimiento indígena agrario y movimiento indígena urbano porque el mundo indígena no es solamente campesino es urbano y rural, rural y urbano.
La crisis de Estado se manifiesta cuando emerge un bloque social descontento con una capacidad de movilización territorial, con la capacidad prepositiva de un proyecto alternativo con voluntad de poder, con apetencia al poder, con ambición de poder y que es capaz de construir un nuevo sentido con un conjunto de ideas que comienzan a enamorar al resto de la población, a seducir, a convocarlos.
Eso sucedió el año 2000 con el movimiento indígena secundado por el movimiento urbano popular y luego obrero. Comienzan a construir capacidad de movilización, propuesta de poder y un sentido común distinto que es la nacionalización de las empresas privatizadas, asamblea constituyente, industrialización de los recursos naturales.
No se trató tanto de proyectos que emergieron de los partidos políticos de la izquierda, que estaban muy debilitados y menos de la derecha o de centro que estaban muy concentrados en los procesos de privatización y gobernabilidad del país.
Este programa, digámoslo así, de época, en la ciudad boliviana emergieron los sindicatos, sindicatos agrarios, juntas de vecinos, asociaciones vecinales, sindicatos obreros y en la movilización fueron construyendo un ideario colectivo. Cuando ese ideario colectivo, sumado a capacidad de movilización tiene la capacidad de irradiarse y a ver a otros sectores sociales y cuando el Estado no tiene la capacidad de preservar su monopolio y legitimar sus ideas fuerzas que atraigan y cohesionen a la sociedad, surgen el "empate catastrófico".
Es una categoría de "gramsciana", Lenin la usó como capacidad en el ámbito de la coerción. La idea de Gramsci de "empate catastrófico" son de ideas-fuerza y de capacidad de atracción de la sociedad.
Es lo que sucede en Bolivia en el año 2000 hasta el 2005. Ese año se da un acontecimiento extraordiario en Bolivia: Presidente Evo, dirigente sindical, indígena, campesino que articula a la sociedad, no solamente al mundo indígena, sino al mundo urbano, profesional, mestizo, sectores empresariales y logra una contundente victoria en las elecciones de diciembre de 2005.
En Bolivia los gobernantes estaban acostumbrados a obtener entre el 21 y el 28% de la votación, hemos vivido 20 años de democracia con gobiernos electos con el 21 hasta el 28-29 % de la votación. El presidente Evo ganó con una votación del 54% dando lugar a una inversión simbólica de las más importantes en Bolivia. Porque hasta entonces, el destino de un indígena en Bolivia era ser campesino, albañil, cargador de cosas en la ciudad, tal vez obrero.
Era el destino y horizante de cualquier ser indígena en Bolivia. Ser Presidente, ser parlamentario, ser ministro o constituyente era una cosa impensable en el orden lógico de la mentalidad colonial de gobernantes y de gobernados porque el colonialismo también está presente en los gobernados.
La victoria del Presidente es una de las revoluciones simbólicas y luego materiales más importantes de nuestra historia porque un indígena, de quien se esperaba que llegara a ser solamente obrero o albañil o campesino se convierte en la primera persona del país y del Estado.
A raíz de esta transformación y revolución cultural y simbólica en la sociedad comienzan a darse un conjunto de transformaciones al interior del Estado.
El presidente Evo tenía dos opciones, ir por la opción de Sudáfrica o tener la opción boliviana. La opción de Sudáfrica -con el debido respeto- consiste en mantener el orden, la estructura de poder intacta, modificando los derechos políticos. Ese es el modelo sudafricano: no se modifica la estructura de poder, si se modifica la estructura de gobierno.
Y lo que hizo el presidente Evo, no fue optar por esta opción sino optar por transformar la estructura de poder tanto económico como cultural, político y social de Bolivia.
Eso era claro que iba a generar un conjunto de resistencias del antiguo bloque de poder, que iba a resistirse a esta decisión de transformar los privilegios y prerrogativas en las capacidades de decisión y entonces sociológicamente viene lo que hemos denominado "el punto de bifurcación" del momento "robespierrano" -digámoslo así- de todo cambio de Estado: el momento de fuerza.
No hay momento de fuerza cuando las transformaciones entre las elites políticas surgen por coaliciones o acuerdos internos, pero cuando otra clase social se incorpora al ámbito de decisión ejecutiva del Estado, ahí surge una crisis estructural, hay una tensión y viene un momento de fuerza y de confrontación.
Este momento o punto de bifurcación se dio en Bolivia el año 2008 cuando sectores se resistieron a esa transformación y optaron por la conspiración y un golpe de Estado.
Surgieron tendencias separatistas en la sociedad boliviana, fundamentalmente sectores oligárquicos vinculados a la tierra, a las haciendas en el sector de oriente.
Intentaron revocar al presidente Evo en las elecciones, en vez de 54 sacó 67% de la votación. Durante 15 días, cuatro regiones de Bolivia estuvieron incomunicadas, no podía ir una autoridades de gobierno, fueron ocupados aeropuertos, medios de comunicación, centros de abastecimiento, las oficinas públicas fueron quemadas, saqueadas y ahí el gobierno tuvo que actuar con mucha frialdad, con mucha paciencia, esperar que internamente se deslegitimara esta acción subversiva y antidemocrática y gradualmente ir retomando el control de las regiones.
Lo que sucedió en el mes de septiembre, un pacto político que dio lugar a la aprobación de la nueva Constitución en el Congreso y esta posibilidad entre un retroceso al viejo orden de poder o la continuidad y estabilización del nuevo poder. Ese es el punto de bifurcación, el orden a partir del caos, es un orden conservador pero orden al fin, o un orden revolucionario pero duradero a largo plazo.
Esto sucedió en el mes de septiembre del año 2008.
En enero del 2009 se aprueba la nueva Constitución y en diciembre de 2009 el presidente es reelecto con el 64% de la votación y creemos nosotros que el proceso estatal se ha ido estabilizando, pasado el tiempo de la transición de Estado y entramos a la construcción de la nueva institucionalidad del Estado, uniendo los tres ejes fundamentales: en el ámbito de los derechos indígenas, el concepto de plurinacionalidad que trabaja con el concepto de nación de la ONU.
Bolivia es una nación estatal en cuyo interior hay naciones culturales -36 naciones culturales- aimaras, quechuas, guaraníes, etc. Una sola nación estatal Bolivia en cuyo interior conviven naciones culturales, identidades nacionales indígenas, reconocidas en sus derechos colectivos, reconocidas en su identidad, en su historia, en su propia institucionalidad, pero todas en el marco de la nación boliviana, nación estatal boliviana. es decir, como todas las personas, poseedoras de varias identidades, la entidad fuerte nacional estatal boliviana y la identidad regional, local en el sentido que establece las Naciones Unidas.
El marco económico
No sé si acá en Chile se dice igual, que un gobierno de izquierda es, en general, poco prolijo en economía. Pero quiero darles algunos datos para que vean como asumimos nosotros el tema de la economía.
Nosotros recibimos un paí que tenía un producto interno bruto de 9 mil millones hoy el PIB es de 17 mil millones dólares, es decir, lo hemos duplicado.
Tenía una tasa de inflación en promedio de los 20 años atrás de 36%, hoy tenemos una tasa de inflación que se mueve en el 4%; y en el último año ha sido del 0,6 por ciento.
Este país exportaba gas, petróleo, minerales, productos agrícolas por 2 mil 700 millones de dólares, hoy -el año pasado- estamos exportando 5 mil 300 millones de dólares, el doble y estamos seguros que este año 2010 vamos a rebasar los 6 mil a 7 mil millones de dólares, casi el triple de las exportaciones de hace 4 años atrás.
Recibimos un país que en inversión extranjera tenía cifras negativas, había habido huidas de capital extranjero, menos 291 millones el 2005. el año 2009 la inversión extranjera ha llegado a 508 millones y quisiéramos que eso se incremente en las áreas que el gobierno ha definido para la inversión extranjera.
Somos un país que tenía reservas internacionales, las más bajas del continente. Cuando llegamos al gobierno eran de mil 700 millones de dólares hoy son de 8 mil 500 millones de dólares y los ahorros de los prestamistas en el sistema financiero han pasado de dos mil millones a 8 mil millones de dólares. Un sistema financiero estable, sólido, con reservas internacionales.
Somos un país que en su vida había tenido superávit -dicen los economistas que el superávit es lo que queda de lo que uno gasta y lo que uno tiene- si gasta más de lo que tiene, tiene déficit. Bolivia nunca había tenido en su historia económica superávit. Siembre había gastado más de lo que recibía. En los cuatro años de gestión tenemos superávit. Gastamos menos de lo que recibimos.
A veces se habla de gobiernos "populistas" como gobiernos que despilfarran el dinero y lo gastan en todo. Nosotros les estamos enseñando a los neoliberales de nuestro país que sabemos cuidar mejor el dinero, e invertimos bastante, porque tenemos más dinero también.
En cuatro años hemos triplicado la inversión pública; estamos mejorando la inversión extranjera directa, no es sufiuciente -es poco frente a Chile, a Perú, evidentemente- tomando medidas para que siga ascendiendo porque teníamos una inversión extranjera caída literalmente y la estamos levantando.
En los próximos cuatro años queremos triplicar la inversión extranjera, la inversión estatal en áreas específicas, fundamentalmente en hidrocarburos -donde hay mas excedentes- de más rentabilidad para cualquier inversión, algo de mimería, especialmente en el litio que es un tema que nos interesa trabajar con inversión extranjera para industrializar todo el proceso del litio, energía eléctrica, carreteras, servicios y distribución de la riqueza.
En estos cuatro años la extrema pobreza en Bolivia ha caido 8 puntos. Aún tenemos el mayor índice de extrema pobreza en el continente, 31% -quisiéramos en el 2015 llegar a un 10-15%. Estamos llevando adelante procesos de distribución de recursos a los sectores más vulnerables, a los niños, un recurso económico al finalizar el año como recompensa a su estabilidad y a su mantención en el curso, queremos garantizar la permanencia de los niños, especialmente en las áreas rurales, en las escuelas.
Hemos creado una renta universal para todas las personas a partir de los 60 años que mensualmente reciben una pequeña pero importante remuneración para mantener a su familia, aunque sean personas que tengan su propia renta como asalariados.
Hemos creado un mecanismo de apoyo económico a las madres gestantes y a los niños de primer año -toda madre gestante recibe un ingreso económico- cada vez que va a hacer su chequeo médico y una vez que nace el niño, cada vez que va al chequeo cada tres meses se le entrega una remuneración para alimentación de la madre, para la gente de ciudad y campo pero le ayuda mucho a los barrios populares y al campo.
Hemos erradicado el analfabetismo en cuatro años. Nuestro proceso es un proceso que le otorga importancia al Estado pero no una importancia asfixiante al Estado. En el ámbito hidrocarburífero convivimos en Petrogas, con British Petrolum, pero en condiciones que nos favorecen.
Antes que llegáramos al gobierno, el -golden bisteak llegaba al 28.30% es decir, del total de la rentabilidad, el 30% quedaba en el Estado. Hoy el "golden bisteak" de Bolivia se mueve entre el 65 y el 70%. Es duro evidentemente pero sigue siendo un negocio rentable con los buenos precios de las materias primas, las empresas no se han ido, siguen invirtiendo. Se han portado un poco "gambeteras" diríamos en nuestro país, escurridizas, pero es un buen negocio el gas y el petróleo.
Lo importante es que la mayor rentabilidad quede en manos del Estado y que lo entregue a los niños, a los ancianos, a las mujeres embarazadas y lleve adelante un proceso de industrialización.
Hemos definido en nuestra Constitución un régimen económico plural, hay espacio para la inversión privada extranjera, para la inversión privada local, para el Estado, para las comunidades -nuestro país es de pequeños productores, artesanos, microempresas- que nunca antes eran tomadas en cuenta en los créditos y en el apoyo estatal.
Nuestro modelo de desarrollo y de crecimiento es que el Estado ocupa áreas estratégicas de mayor excedente económico: hidrocarburos, energía, algo de minería- y esos recursos los transfiere. redistribuye socialmente un pedazo y la mayor parte lo transfiere para incentivar actividades productivas privadas, pequeño productivas, campesinas, agrarias y comunitarias.
Estamos imaginando un desarrollo plural, una modernidad plural donde la comunidad indígena pueda tener agua potable, salud, educación, carreteras, internet, computadoras, siendo comunidad campesina indígena.
Para que así puedan llevar adelante sus actividades productivas, sus saberes y que el Estado les pueda proveer tecnología, mercados, servicios para que vivir en el campo o en un barrio sea con satisfacción de necesidades básicas.
No nos imaginamos un Estado que lo ocupe todo sino presencia en niveles estratégicos para la explotación de nuestras riquezas. Si imaginamos un proceso de mejoramiento y de igualdad hacia arriba, no hacia abajo, no se socializa la pobreza, lo que si se puede socializar es la riqueza.
Hay que producir más para distribuir más, hay que tener más empleo, más producción, más industrias; recogiendo las necesidades contemporáneas, que no estemos aislados del mundo, exportamos para el mundo pero a la vez fomentamos el mercado interno.
El año pasado -CEPAL es testigo- somos el país que ha tenido más crecimiento en el continente: 3.5%, el 2009 Bolivia es el que mas ha crecido en América
Latina.
¿Cómo ha conseguido eso?
Manteniendo la apertura a los mercados externos, aumentando el mercado interno; la distribución de recursos hacia el interior de la sociedad no es solamente asistencialismo, es un derecho, pero también eso genera mayor demanda interna. Y ha sido la demanda interna de nuestro país lo que nos ha permitido la mitad del crecimiento, de este 3.5 ha sido la demanda interna el 2% y en los mercados externos el 1.5% o 1.8%
Somos un país que mira al mundo pero que también mira internamente. Somos un país que potencia al Estado en áreas estratégicas, que hace acuerdos con empresas extranjeras para producir y paliar las necesidades de Bolivia, de los mercados, las oportunidades pero donde el excedente económico o una buena parte sea reinvertido internamente.
Imaginamos procesos de industrialización de nuestras materias primas pero también industrialización que proteja el medio ambiente.
Esta idea de desarrollo plural, de igualdad, de desconcentración del poder lo impulsan los movimientos sociales. Esta idea de Estado fuerte, pero a la vez articulado hacia la industrialización y de comunitarismo apoyando a lo que tenemos, lo están llevando adelante los movimientos sociales, son decisivos ante las medidas que toman, no solamente el gobierno, sino reuniones en coordinación con organizaciones sociales. En esta idea gramsciana de, algún día, que el Estado sea menos monopolio y sea más gestión. Que la toma de decisiones se vaya socializando cada vez más.
Parece una contradicción -es una contradicción- teóricamente hablando, Estado es monopolio, movimientos sociales es democratización de las decisiones ¿Cómo entender Estado y movimientos sociales? Es una contradicción para desplegarla, para profundizarla.
Hay la tentación de crear un nuevo monopolio y una nueva elite, que sería el destino de otros países y hay un fuerte apego nuestro a que los movimientos sociales, como escenarios sociales de todas las decisiones sigan participando en la toma de decisiones del país. entonces el Estado cada vez menos coerción y cada vez más gestión. Esta era la idea de Gramsci del socialismo cono horizonte de aquí a 100 o 200 años, desplegando las potencias comunitarias que tiene nuestra sociedad en la propiedad de los recursos, en la distribución, en la asociatividad de los trabajadores. A la vez recogiendo y vinculándonos a los procesos de modernidad que se dan en el continente y en el mundo.
Es una apuesta complicada pero que recoge -y esto es quizás lo fundamental de nuestra experiencia- que recoge lo que somos: somos un país de indígenas, de comunidades, agrario, urbano, vinculado al mundo pero somos un país con fuertes limitaciones locales; somos un país con una diversidad social amplia, con materias prima. Yy entonces, diseñar el destino de Bolivia sin imitar a nadie.
Esto es lo más importante: no nos importa imitar a nadie, no hay un modelo a quien seguir, no hay un ejemplo al cual perseguir, porque pocos han tenido lo que tiene Bolivia, con sus virtudes y sus limitaciones; esta diversidad social de pueblos indígenas no hay en América Latina, hay que inventar las respuestas en función de principios de igualdad, de equilibrio, de equidad.
Esta presencia rural y este fuerte comunitarismo en el interior de las comunidades agrarias tampoco es muy fuerte en otros países de América Latina -quizás en Guatemala y México, un poco en su zona sur puede tener una cosa parecida- pero en Bolivia no es un sector marginal, es el 50% de la población que vive bajo estructuras comunitarias.
¿Cómo se construye con modernidad dentro de las estructuras comunitarias?
Nosotros tenemos que inventarlo, producirlo en principios de igualdad, de equilibrio, de justicia. Y construir modernidad, con servicios de salud, de educación, internet, transportes, telefonía.
Se puede ser indígenas con internet, hablar aymara o quechua vinculado a procesos de mercados mundiales, por supuesto, hay muchos que lo hacen.
Es que estamos intentando crear una modernidad a partir de nuestra propias potencias y una sociedad más igualitaria no desequilibrada a partir de nuestra propia cultura y recursos comunitarios.
(*) Vicepresidente de la República Plurinacional de Bolivia.
Salón "Raúl Prebisch" de la sede de la Comisión Económica para América Latina, Santiago de Chile.
Junio 24, 2010
En el 102º Natalicio de Allende: Elementos para una Autobiografía
Pertenezco a una familia que ha estado en la vida pública por muchos años. Mi padre y mis tíos, por ejemplo, fueron militantes del Partido Radical, cuando éste era un partido de vanguardia. Este partido nació con las armas en la mano, luchando contra la reacción conservadora. Mi abuelo, el doctor Allende Padín, fue senador radical, vicepresidente del Senado y fundó en el siglo pasado la primera escuela laica en Chile. En aquella época fue, además, serenísimo gran maestro del orden masónico, lo que era más peligroso que hoy ser militante del Partido Comunista.
Bien pronto, pese a pertenecer a una familia de la mediana burguesía, dejé la provincia, Valparaíso, y vine a estudiar Medicina a Santiago. Los estudiantes de Medicina, en aquella época, se encontraban en las posiciones más avanzadas. Nos reuníamos para discutir los problemas sociales, para leer a Marx, Engels, los teóricos del marxismo. Yo no había frecuentado la Universidad buscando ansiosamente un título para ganarme la vida. Milité siempre en los sectores estudiantiles que luchaban por la reforma. Fui expulsado de la Universidad, arrestado y juzgado, antes de ser médico, por tres cortes marciales. Fui liberado, enviado al norte de Chile y después comencé en Valparaíso mi carrera profesional. Tuve muchas dificultades porque, aunque fui un buen estudiante y me gradué con una calificación alta, me presenté, por ejemplo, a cuatro concursos en los que era el único concursante y, sin embargo, los cargos quedaron vacantes. ¿Por qué? Por mi vida estudiantil.
En Valparaíso tuve que trabajar duramente, en el único puesto que pude desempeñar: asistente de Anatomía Patológica. Con estas manos he hecho mil quinientas autopsias. Sé qué quiere decir amar la vida y sé cuáles son las causas de la muerte.
Terminando mi trabajo de médico, me dedicaba a organizar el Partido Socialista. Yo soy el fundador del Partido Socialista de Valparaíso. Me enorgullece haber mantenido, desde cuando era estudiante hasta hoy, una línea, un compromiso, una coherencia. Un socialista no podía estar en otra barricada que en aquella en la que yo he estado toda mi vida. En verdad, tuve influencia en mi formación de un viejo zapatero anarquista que vivía frente a mi casa, cuando yo era estudiante secundario. Además me enseñó a jugar ajedrez. Cuando terminaba mis clases, atravesaba la calle e iba a conversar con él. Pero como era un hombre brillante, no sólo me planteaba sus puntos de vista sino que me aconsejó que leyera algunas cosas. Y empecé a hacerlo.
Cuando fui a la Universidad, ya había allí una inquietud mayor, y también en esa época los estudiantes de Medicina representábamos al sector menos pudiente, no como los abogados; los abogados, como estudiantes, formaban parte de la oligarquía. Además, yo iba de provincia y desde esa época empecé a ver la diferencia que existía en la Universidad y en la vida. Como médico, las cosas se me fueron haciendo mucho más claras. No soy un gran teórico marxista, pero creo en los fundamentos esenciales, en los pilares de esa doctrina, en el materialismo histórico, en la lucha de clases. Pienso que el marxismo no es una receta para hacer revoluciones; pienso que el marxismo es un método para interpretar la historia. Creo que los marxistas tienen que aplicar sus conceptos a la interpretación de su doctrina, a la realidad y conforme a la realidad de su país. Por ejemplo, yo era tan marxista como ahora en el año 1939, y fui, durante tres años, ministro de Salubridad de un gobierno popular. Soy fundador del Partido Socialista, que es un partido marxista, y llevo dos años en el gobierno. Pero ya lo he dicho: no soy presidente del Partido Socialista, ni mi gobierno es un gobierno marxista.
Yo he sido candidato cuatro veces: en el ‘51, para mostrar, para enseñar, para hacer comprender que existía un camino distinto de aquel que estaba establecido, incluso por el Partido Socialista, del cual yo a partir de ese momento fui expulsado por no haber aceptado esa línea. Expulsado del Partido Socialista entré en contacto con un Partido Comunista que estaba en la ilegalidad. Y así nació el embrión de aquello que es hoy la Unidad Popular: la alianza socialista- comunista. Un pequeño grupo socialista que yo representaba y los comunistas, que estaban en la ilegalidad. En el ‘51 recorrí todo Chile sin ninguna ilusión electoral, pero para decirle al pueblo que la gran posibilidad consistía en la unidad de los partidos de la clase obrera, incluso con partidos de la pequeña burguesía. La fuerza de esta idea, nacida en el ‘51, se manifestó de manera poderosa en el año ‘58. En el ‘58 yo perdí las elecciones por treinta mil votos. En el ‘64, hubiéramos vencido, si hubieran sido tres los candidatos, pero el candidato de la derecha, que era radical, prácticamente se retiró, y quedamos el señor Frei y yo. Y la derecha, apoyó a Frei.
Con esto quiero subrayar que por tantos años yo he tenido un diálogo constante y permanente con el pueblo a través de los partidos populares. Y en esta última campaña organizando los comités de la Unidad Popular en cada fábrica, en los cuarteles, en las calles, en todas partes habíamos formado comités, escuelas, liceos, industrias, hospitales. Éstos han sido los vehículos, los contactos, los tentáculos del pensamiento de la Unidad Popular con el pueblo.
Es por ello que, aunque los medios de información eran tan restringidos, pudimos alcanzar esta victoria de hoy. Se puede usar, aquí, una expresión no política, pero clara: la cosecha de la victoria es fruto de la siembra de muchos años. En el año 1958, el FRAP —que entonces se llamaba así: Frente de Acción Popular— venció en la votación masculina. Yo vencí en la votación masculina y perdí en la de las mujeres.
En 1964, no obstante que Frei fue apoyado por los sectores de la derecha, en el voto masculino quedamos en igualdad, Pero él me ganó, por un porcentaje muy elevado, entre las mujeres. Después de eso, en el ‘70, la verdad es que Alessandri y Tomic habían obtenido más votos que yo en proporción, en el sector femenino. Yo triunfé de lejos, entre los hombres.
Ahora, en el ‘58, las condiciones eran distintas. La Unidad Popular, en aquella época, era representada sobre todo por socialistas y comunistas. Y aun si hubiéramos ganado -gracias al voto masculino- la composición del Congreso era distinta de la actual. Los partidos Conservador, Liberal y Radical eran la mayoría. No había ninguna posibilidad, aun con el apoyo demócrata-cristiano, de que yo venciese al Congreso.
Todo, absolutamente todo, estaba dispuesto en Chile, de modo tal de asegurar la victoria de Alessandri. Además, existía una tradición según la cual el Congreso siempre ratificó a quien venciera en las elecciones. Cuán difícil era suponer que un Congreso en el cual no teníamos la mayoría, hubiera podido romper con esta tradición, para elegir -en el ’58- un candidato socialista apoyado exclusivamente por el Partido Comunista. Si nosotros hubiésemos lanzado al pueblo a la lucha, se habría desatado una represión violenta.
Aunque es cierto que el presidente Ibáñez personalmente expresó simpatía por mi candidatura, no intervino ni me apoyó decididamente. Ni yo le pedí eso. No había ninguna condición, ninguna posibilidad concreta. Ahora, sí creo que hemos demostrado conciencia política. Aquella misma noche yo les dije a los trabajadores que habíamos perdido una batalla, pero no la guerra. Y debíamos seguir preparándonos. Creo que este precedente, entre otros, es lo que ahora me permite tener autoridad moral. La gente sabe que soy un político realista y que, además, mantengo las promesas.
Hace más de treinta años, me correspondió participar en forma activa en la erección del Frente Popular, movimiento unitario de izquierda que, con el sacrificio de legítimas aspiraciones de los partidos de la clase obrera -como el Socialista-, hizo posible el triunfo del presidente Pedro Aguirre Cerda, en cuyo gobierno tuve el honor de ser ministro de Salubridad, como personero de mi colectividad.
En 1952, en momentos difíciles para la clase trabajadora y sus colectividades políticas, enfrenté la dura tarea de encabezar un movimiento de esclarecimiento ideológico, asumiendo su representación en una contienda sin posibilidad alguna de buen éxito electoral. En 1958 y en 1964, fortalecido ya el proceso iniciado en 1951, me correspondió personificar al Frente de Acción Popular en dos campañas presidenciales, que si bien no culminaron en la conquista del poder, contribuyeron de manera decidida a esclarecer y ampliar el proceso revolucionario. El esfuerzo para unificar los partidos populares tiene ahora importancia aún más relevante.
La Unidad Popular se plantea como la alternativa de un gobierno diferente; es la conquista del poder para el pueblo, precisamente después que el país ha experimentado el fracaso del reformismo demócrata-cristiano y cuando aún están a la vista los resultados del anterior régimen, inspirados ambos en el capitalismo tradicional.
El panorama internacional nos señala la urgencia de enfrentar la intromisión imperialista, cada día más insolente y traducida en el fortalecimiento de las fuerzas represivas y contrarrevolucionarias y de la que es gráfica demostración el informe del gobernador Rockefeller.
Bolívar decía: “Los Estados Unidos quieren sujetarnos en la miseria en nombre de la libertad”. Y Martí ha dicho frases mucho más duras. No quiero repetirlas, porque en realidad yo distingo entre el pueblo norteamericano y sus pensadores y la actitud a veces transitoria de algunos de sus gobernantes y la política del Departamento de Estado y los intereses privados que han contado con apoyo norteamericano.
En realidad, la Doctrina Monroe consagró un principio: “América para los americanos“. Pero éste no ha sido efectivamente observado, porque en América del Norte hay un desarrollo económico que no hay en Centro y Sudamérica. El problema no ha sido resuelto sobre base de igualdad de intereses. Defender el principio de “América para los americanos” a través de su Doctrina Monroe ha querido decir siempre “América para los norteamericanos”. Conocemos bien el drama de América del Sur, que siendo un continente potencialmente rico, es un continente pobre, fundamentalmente por la explotación de que es víctima por parte del capital privado norteamericano.
Nosotros luchamos fundamentalmente por la integración de los países latinoamericanos. Creemos que es justo el camino indicado por los padres de la patria, que soñaron la unidad latinoamericana para poder disponer de una voz continental frente al mundo. Esto naturalmente no impide que miremos no sólo con simpatía sino también en profundidad el significado de la presencia del pensamiento del Tercer Mundo. Podría sintetizar mi pensamiento en respuesta a su pregunta diciendo que luchamos antes que nada por hacer de América un auténtico continente en sus realizaciones y por ligarnos cada vez más a los países del Tercer Mundo. Es claro que creemos que el diálogo es fundamental. Los pueblos como el nuestro luchan por la paz y no por la guerra; por la cooperación económica y no por la explotación, por la convivencia social y no por la injusticia.
Si el hombre de los países industrializados ha llegado a la Luna, es porque ha sido capaz de dominar la naturaleza. El problema es que, si bien es justo que el hombre ponga los pies sobre la Luna, es más justo que los grandes países -para hablar simbólicamente- pongan los pies sobre la tierra y se den cuenta que hay millones de seres humanos que sufren hambre, que no tienen trabajo, que no tienen educación. Por eso pienso que el hombre del siglo XXI debe ser un hombre con una concepción distinta, con otra escala de valores, un hombre que no sea movido esencial y fundamentalmente por el dinero, un hombre que piense que existe para la fortuna una medida distinta, en la cual la inteligencia sea la gran fuerza creadora.
Quiero decirle que tengo confianza en el hombre, pero en el hombre humanizado, el hombre fraterno y no el que vive de la explotación de los otros.
La tarea que tiene ante sí la Unidad Popular es de tal urgencia histórica que, si no se cumple con prontitud, incontenibles tensiones sociales arrastrarán a Chile al caos, como consecuencia del fracaso del sistema. Hasta un ciego puede ver las proyecciones y el significado que han tenido y tienen las huelgas del Poder Judicial y del Regimiento Tacna. La hoguera de rebeldía juvenil no se apaga sino con su presencia activa y creadora en la construcción del socialismo.
Si los partidos que reivindican para sí la responsabilidad de vanguardia no son capaces de cumplir adecuada y unitariamente su papel revolucionario, surgirán en forma inevitable la insurgencia desesperada o la dictadura como proyección de la insuficiencia cada vez más notoria del régimen. No es el camino de la asonada, sin conducción política responsable, la solución que puedan sustentar los verdaderos revolucionarios.
Luchamos por crear el más amplio y decidido movimiento antimperialista, destinado a que se cumpla la revolución chilena. Los emboscados que hubieran podido llegar hasta nosotros serán aplastados por la clarividencia revolucionaria del pueblo. No somos sectarios ni tampoco excluyentes; somos y seremos, sí, exigentes, para que en Chile el pueblo no aparezca burlado en sus ansias de independencia económica y política. La dictadura contrarrevolucionaria no será capaz, por cierto, de abrir posibilidades al país ni de acallar, por el imperio de la fuerza, la legitima rebeldía de los chilenos altivos y combatientes.
El cuadro nacional nuestro es muy claro. La frustración se expresa desde el intelectual al campesino, y la juventud busca tácticas de lucha que señalan su decisión de desafiar resueltamente el actual estado de cosas, aunque aquéllas no sean las más convenientes para el desarrollo orgánico del proceso revolucionario. Quienes tenemos serias responsabilidades en el movimiento popular y hemos fundido nuestra suerte con la suya, nos hallamos más obligados aún para asumir una actitud de desprendimiento y de consecuencia moral.
Personalmente, sólo aliento un anhelo íntimo: que vaya donde vaya, esté donde estuviere, seguiré siendo para el pueblo “el compañero Allende”.
Fuente: Proyecto Comunicacional Valparaíso
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Marta Harnecker: “el socialismo no se puede decretar desde arriba, no se puede construir sin protagonismo popular”.
Repensar el modelo de producción y descentralización: El camino al socialismo del siglo XXI.
Las relaciones de producción capitalistas, que hasta la fecha han logrado sobrevivir, crean problemas sociales que no han sido resueltos y que afectan gravemente a sus víctimas, la mayoría de la población. El análisis marxista y neo marxista plantea alternativas económicas y políticas sobre la base de la necesidad de redistribución de la riqueza y autogestión de los pueblos, solo posibles si se construye un modelo alternativo al capitalismo que algunos han denominado socialismo del siglo XXI, otros socialismo comunitario.
Martha Harnecker, escritora chilena y pedagoga popular, como a ella le gusta denominarse, se refiere a esta temática en esta entrevista que clarifica su pensamiento y que ella consideró no fue bien interpretado en una entrevista anterior que le hicimos en marzo pasado.
¿Qué piensas tú del marxismo cuando hoy estamos construyendo en América Latina experiencias que se alejan mucho de los planteamientos marxistas ortodoxos?
Para mí el marxismo nunca ha sido un dogma. Aprendí de Althusser que Marx sólo había puesto las piedras angulares de la nueva ciencia de la historia, que si la realidad cambiaba había que elaborar nuevos conceptos para dar cuenta de esas nuevas realidades. Yo no he encontrado una explicación más coherente del funcionamiento del capitalismo que aquella que da Marx.
Sin embargo, creo que no hemos sido capaces de elaborar una crítica del capitalismo de hoy —el capitalismo de la revolución de la información— y más aún al capitalismo llamado periférico, con la profundidad y la amplitud con que Marx hiciera la crítica del capitalismo de su época. Sabemos que la futura sociedad que queremos construir no va a surgir de nuestras cabezas y deseos, sino de la superación de las contradicciones de la actual sociedad y de la adecuada orientación que se de a sus potencialidades. Si nosotros no conocemos bien como funciona esta nueva etapa del capitalismo, no vamos a poder elaborar soluciones eficaces para superar sus problemas.
¿Es necesario hacer la recreación de El Capital ?
Más que recreación yo diría actualización. Como te decía, hay que crear nuevos conceptos para dar cuenta de las nuevas realidades. Pero no sólo falta este análisis crítico del capitalismo de hoy. Tampoco podemos ignorar lo que ocurrió al socialismo soviético. El hecho de que éste se viniera abajo en tan corto tiempo y que nadie en el mundo lo hubiera previsto, ni siquiera sus mayores enemigos, que hicieron todo por destruirlo, plantea a la izquierda un gran desafío. Creo que debemos estudiar a fondo estas experiencias y sacar de ellas las enseñanzas pertinentes para no cometer los mismos errores del pasado.
Si se analiza la crisis actual, se comprueba la vigencia de las reflexiones de Marx sobre el capitalismo. Los intelectuales han vuelto a interesarse en su pensamiento. No es Marx el que ha fallado, hemos sido los marxistas latinoamericanos los que, en muchos casos, hemos analizado nuestra realidad con esquemas prehechos, de ahí que en nuestros análisis sólo hablábamos de clase obrera y campesinado, desconociendo la importante presencia indígena en muchos de nuestros países. Yo estuve en Bolivia en la época del general Torres, en 1971, junto con Theonio Dos Santos y Rui Mauro Marini, nos reunimos con representantes de todos los grupos de izquierda de esa época en este país y en sus análisis sólo se habló de clase obrera. El factor indígena estuvo completamente ausente de la conversación. Tampoco tomábamos en cuenta el papel del cristianismo revolucionario. Esos son errores de los marxistas, no de Marx. No podemos atribuirle a Marx esa falta de análisis. La ciencia de la historia, estuvo mucho tiempo estancada porque se transformó en dogma, se la repetía como manual y no se la empleaba como instrumento de análisis.
Por supuesto que la clase obrera industrial de la época de Marx ya no existe hoy. En lugar de existir una gran clase obrera concentrada en barrios obreros, con conciencia de clase, tenemos hoy una clase obrera debilitada por las políticas neoliberales de flexibilización laboral, subcontratación, etcétera. La clase que según Marx iba a ser la sepulturera del sistema capitalista, hoy se encuentra fragmentada, divida, debilitada. Tenemos que repensar el concepto de trabajador hoy. La fuerza de trabajo explotada por el capital no está sólo en las grandes industrias y servicios sino en una gama de formas productivas y servicios que van desde las empresas subcontratistas pasando por la economía informal hasta el trabajo familiar. Todas estas formas entran de una u otra manera dentro de la red de explotación capitalista. Debemos pensar en un concepto de trabajador que las abarque a todas ellas. Debemos luchar por los derechos del trabajador que vayan más allá de su centro de trabajo.
¿Bolivia está en condiciones de dar un salto a una sociedad no capitalista?
Yo te diría que no se trata de dar un salto, se trata de ir avanzando en esa dirección. Creo que hay que recuperar las tradiciones y valores comunitarios, socialistas, que se están perdiendo. Cuando yo vengo (a Bolivia) hace dos años me dicen: “Nuestras comunidades tenían ciertos valores, pero la cultura capitalista está penetrándolas”, entonces de lo que se trata es de rescatar esos valores. Tampoco se puede rescatar todo, ese es el error de quienes piensan que tenemos que volver al pasado, no es la idea volver al pasado, sino rescatar los valores universales de la sociedad solidaria, humanista, preocupada por el desarrollo humano y el respeto a la naturaleza, y obviamente tomar de la modernidad el desarrollo de la civilización, de los elementos nuevos que liberan al hombre. Esas máquinas que el capitalismo usa para explotar, nosotros tendríamos que utilizarlas para liberar a la persona que trabaja, para impulsar un desarrollo que satisfaga las necesidades humanas.
¿Qué papel juega la propiedad privada y la propiedad social en el socialismo del siglo XXI?
Como marxistas sabemos que la forma en que se distribuye el producto social depende de la forma en que se encuentran distribuidos los medios de producción (fábricas, minas, tierras, servicios) en cada país, es decir, de quien es propietario de estos medios. Por eso, si queremos redistribuir la riqueza social en forma más equitativa, es básico que al menos los medios de producción fundamentales no sean acaparados por unos pocos y utilizados para su propio beneficio, sino que sean de propiedad colectiva, de propiedad de todo el pueblo.
Tu hablas de propiedad colectiva, de propiedad de todo el pueblo, ¿eso es lo mismo que propiedad estatal?
El socialismo el siglo XX tendió a identificar con la propiedad colectiva la propiedad estatal, a pesar de que Lenin insistió en que no era lo mismo estatizar que socializar la propiedad. Por eso es tan importante distinguir entre la propiedad formal y la apropiación real. El Estado representa formalmente al colectivo, pero para que el colectivo se apropie realmente de los medios de producción se requiere mucho más que un simple acto jurídico de expropiación de los capitalistas y de paso a manos del estado de esos medios de producción. (1)
Lo que ocurrió en la Unión Soviética y en la mayoría de los países que siguieron su ejemplo, no fue una real apropiación del proceso productivo por parte de los trabajadores, sino una simple estatización de los medios de producción. Éstos dejaban de ser propiedad de unos pocos, para pasar a ser propiedad del Estado que supuestamente representaba a los trabajadores del campo y la ciudad. Sin embargo, el proceso productivo mismo sufrió muy pocas modificaciones: la gran fábrica capitalista se distinguía poco de la gran fábrica socialista, los trabajadores seguían siendo un tornillo más de la fábrica, tenían muy poca o nula participación en la toma decisiones en su centro trabajo. Ese capitalismo de Estado mantenía la organización jerárquica de la producción, el gerente tenía un poder “dictatorial” y las órdenes se transmitían de arriba hacia abajo. El papel de los trabajadores era cumplir con la meta establecida, es decir, los trabajadores servían como correas de transmisión de las directivas estatales. Ese capitalismo de Estado —que Lenin veía sólo como un primer paso para salir del atraso y una de las varias relaciones de producción existentes en el período de transición— llegó a transformarse en la meta del socialismo del siglo XX.
Has hablado de que los trabajadores se apropien del proceso de producción, ¿podrías explicar más esta idea?
Apropiarse del proceso de producción es poder participar en la organización de la producción, en la toma de decisiones acerca del destino del producto, en la definición de la jornada laboral, etcétera. El trabajo, elemento central del nuevo modelo económico, en lugar de alienar a la persona que trabaja, debe permitirle combinar el pensar con el hacer para que al trabajar la persona vaya alcanzando su pleno desarrollo como ser humano y social. Los trabajadores y trabajadoras deben ser protagonistas en sus respectivos centros de trabajo.
El socialismo del siglo XXI no puede permitirse mantener intocables procesos laborales que alienan al trabajador o trabajadoras, no puede mantener la división entre trabajo manual y el trabajo intelectual. La persona que trabaja tiene que estar informada del proceso de producción en su conjunto, tiene que ser capaz de controlarlo, de poder opinar sobre los planes de producción. Hacia allí hay que caminar.
Pero, ¿están los trabajadores preparados para participar activamente en el manejo de la empresa?
No, no lo están, justamente porque al capitalismo nunca le ha interesado compartir con los trabajadores los conocimientos más técnicos acerca del manejo de la empresa, y aquí me refiero no sólo a los aspectos relacionados con la producción, sino también a los relacionados con la comercialización y el financiamiento de la empresa. Concentrar esos conocimientos en manos de la gerencia ha sido uno de los mecanismos que ha permitido al capital explotar a los trabajadores y trabajadoras. Por eso, uno de los primeros pasos que se debe dar para avanzar en el proceso de autogestión en las empresas, es permitir que los trabajadores y trabajadoras se apropien de esos conocimientos y para poder hacerlo, deben poder formarse. Debemos ir pensando en jornadas laborales que incluyan una o dos horas de preparación de los trabajadores para la gestión de las empresas. Si no se hace esto la autogestión de los trabajadores termina por ser una gestión del personal técnico que es quien realmente decide en esas empresas. Eso fue lo que ocurrió en la autogestión yugoslava.
Y también ocurrió que hubo un desarrollo muy desigual de las empresas, ¿no?
Qué bueno que me preguntas esto, porque creo que el punto débil de la autogestión yugoslava estuvo en no entender que los excedentes de una empresa autogestionada no podían ser acaparados sólo por ese grupo específico de trabajadores, sino que tienen que ser compartidos con la comunidad local o nacional según sea el caso. El modelo económico que queremos construir debe estar orientado a satisfacer las necesidades humanas de los habitantes del país, no puede limitarse a producir en forma más participativa dentro de la empresa sin tener en cuenta al resto de la población. Eso fue lo que no se tuvo suficientemente en cuenta en Yugoslavia. Hubo intentos de cumplir con este objetivo mediante un sistema de impuestos, pero estas medidas fueron combatidas por los propios trabajadores imbuidos de espíritu individualista.
¿Se opone la propiedad social socialista a la propiedad individual como la oposición trata de convencer al pueblo?
En todos los países en que hemos querido transitar hacia una sociedad socialista, las fuerzas reaccionarias hacen un gran esfuerzo por asustar a la población para ponerla contra nuestros gobiernos difundiendo una cantidad de ideas falsas. Una de ellas es que a las personas se les quitarán todos sus bienes y estos pasarán al Estado. Eso ocurrió en Chile, en Venezuela, y está ocurriendo en Bolivia y en Ecuador. Aquí es importante distinguir entre propiedad de los medios de producción y propiedad de los medios de consumo. La propiedad social de los medios de producción (fábricas, empresas, yacimientos) no se contrapone a la existencia de propiedad individual de una serie de bienes que las personas poseen para vivir en forma más o menos confortable. A estos bienes se les llama bienes de consumo. Por el contrario, el socialismo, al entregar más recursos a la gente da más posibilidades a esas personas para que sean dueños de más bienes (televisor, refrigerador, artículos electrodomésticos que facilitan el trabajo en el hogar) y tengan acceso a más servicios (salud, educación).
Contrariamente a lo que dice la oposición, la propiedad social de los medios de producción estratégicos favorece a la propiedad privada. Nunca Marx pensó que había que quitarle a una familia estos bienes de uso personal. Por otra parte, el socialismo del siglo XXI no sólo respeta la propiedad privada de los bienes de consumo sino también la propiedad de pequeñas y medianas empresas y servicios siempre que contribuyan a generar empleo y que produzcan para satisfacer las necesidades de la gente.
¿El desafío de los gobiernos latinoamericanos es propiciar cada vez más la participación del pueblo en la conducción real del país?
Exacto, ese es uno de los criterios para saber si un gobierno está avanzando al horizonte socialista, hay otros criterios pero ese es el principal, porque el socialismo no se puede decretar desde arriba, no se puede construir sin protagonismo popular. Por eso el socialismo soviético se derrumbó, el pueblo no se sintió constructor de la nueva sociedad.
¿Podemos decir que estamos en periodo de transición al socialismo en América Latina?
Yo creo que nuestra transición es diversa a la transición que Marx pensó: el pensó que el socialismo iba a comenzar a construirse en los países más desarrollados desde el punto de vista capitalista. Pero la revolución socialista surgió en Rusia, uno de los países más atrasados de Europa y el gran desafío fue avanzar al socialismo a partir de esa realidad. Conquistando todo el poder del Estado, ese proceso logró salvar al pueblo ruso del hambre, le dio salud, educación. No hay que desconocer esos logros, porque mucha gente cuando critica al socialismo real se olvida de que esos esfuerzos socialistas permitieron que la gente saliera del atraso, que sus pueblos pudieran comer, educarse, etcétera. El gran problema entonces fue que esto se hizo desde el Estado: el Estado, paternalista, solucionaba los problemas de la gente y ésta era mera receptora de los beneficios, pero sin ninguna posibilidad de actuar, de sentirse parte de lo que se estaba construyendo.
En América Latina nosotros no empezamos conquistado el poder del Estado, comenzamos conquistando el gobierno, con grandes debilidades: Un aparato de Estado heredado que muchas veces bloquea las decisiones del gobierno, unas fuerzas armadas educadas para reprimir al movimiento popular y defender los intereses de las oligarquías, parlamentos y poderes locales mayoritariamente opositores. Pero esta situación ha ido cambiando. En el caso de Venezuela se hizo la constituyente, esto permitió cambiar la correlación de fuerzas en el parlamento, en los gobiernos locales y además Chávez cuenta con el ejército. La transición pacífica venezolana no tiene nada que ver con la transición pacífica de Allende, en ese caso fue transición pacífica no armada y en Venezuela es una transición pacífica armada. La situación en Bolivia hace un año y medio era catastrófica, era un gobierno que no controlaba al resto de los poderes del Estado, hoy día ha cambiado bastante la situación. La responsabilidad actual de nuestros gobiernos es enorme, porque ya no hay argumento para no poder avanzar: antes no se podía avanzar porque nos estaban bloqueando, ahora mucho depende de cómo el gobierno vaya implementando sus propuestas.
¿En tu último libro “América Latina y el socialismo del siglo XXI” pones especial acento en el tema de la descentralización ¿a qué se debe esto?
Lo que pasa es que si nosotros realmente queremos que exista protagonismo popular tenemos que crear espacios que permitan a la gente ser protagonista, es decir, no simplemente limitarse a levantar la mano para aprobar cosas, o participar en campañas del gobierno, sino ser capaz de tomar decisiones y de velar porque éstas se cumplan. Si se decide todo centralmente se está impidiendo que la gente ejerza un verdadero protagonismo.
Se ha hablado mucho contra la descentralización neoliberal, porque el proyecto neoliberal pretende debilitar el Estado, diluir las luchas que antes se concentraban en él en luchas locales con mucha menor influencia a nivel de país. Nuestra descentralización, en cambio, que yo denomino descentralización socialista para diferenciarla de la neoliberal, al promover la existencia de comunidades organizadas que toman democráticamente decisiones, que se sienten construyendo su historia, y que por ello se transforman en los pilares del edificio democrático, contribuye a fortalecer el Estado nacional en lugar de debilitarlo.
Por otra parte, estoy convencida que el burocratismo del que padecen nuestros estados no puede atribuirse sólo a una herencia del pasado, sino a que todavía no hemos sido capaces de descentralizar muchas de las funciones del Estado. Si todo depende de la firma del presidente, o del ministro correspondiente, si muy poco se puede decidir en las regiones, municipios, comunidades, es lógico que el proceso se burocratice, se vuelva mas lento, que las autoridades subordinadas no asuman responsabilidades, que se de el fenómeno del peloteo que tanto molesta a la gente.
Creo que deberíamos pensar en descentralizar todo lo que se pueda descentralizar, para que el Estado central asuma eficientemente las tareas que le son propias, aquellas que no se pueden asumir desde abajo sin una articulación central como las de defensa nacional, la de planificación nacional y distribución del excedente de las grandes empresas estratégicas, la política internacional, etcétera. Por supuesto que esta descentralización que yo llamo socialista implica un pueblo organizado que controle, que revoque a los funcionarios que no cumplen, que ejerza realmente el poder desde abajo, apoyando a su gobierno, fortaleciendo su gestión.
NOTAS
(1) Sobre los conceptos de propiedad y apropiación real ver: Marta Harnecker, Los conceptos elementales del materialismo histórico, Capítulo II. La relaciones de producción y Capítulo IX: La transición.
Por Hugo Moldiz
Fuente: www.la-epoca.com
6/20/2010
La fuerza que anima a los militantes. Ranulfo Peloso
Creer es vivir ahora una esperanza, es tornar presente un sueño que aún no es realidad, es afirmar los ojos en una certeza y encarar el desafío de la vida, hasta la victoria , siempre!!
1- Introducción
- El tiempo de las "vacas flacas" es un desierto fértil que puede favorecer la reflexión sobre el sentido de la vida y las motivaciones del militante. La crisis es exactamente el momento en que la persona encara sus convicciones "sinceras": sin cera (sin maquillaje). Y verifica si ellas aún tienen fundamento o si es necesario rescatarlo, reforzarlo o sustituirlo. Es la oportunidad de su reafirmación, en la cima de los tejados, aún contra todas las evidencias.
En la sociedad actual prevalece un fatalismo seductor capaz de desanimar (= arrancar el ánimo) a mucha gente que ya tuvo razones para creer en el sueño de una nueva convivencia entre los humanos. Es más lo que hay a la hora de retomar la óptica y la práctica de la solidaridad, en contraposición a la lógica de la competencia que está promoviendo el aislamiento de los individuos, de los grupos, de los pueblos.
Este secreto alimenta la existencia y la lucha de los militantes y de todo el pueblo que lucha. Aunque él se manifiesta, más claramente, en los momentos de los desafíos, debe estar presente en todas los espacios de la vida. Es fácil imaginar que la pasión que anima al proyecto de una nueva solidaridad, no podría dejar de expresarse de forma indignada y cariñosa, en las posturas y en las acciones de personas y de grupos.
2- Fuerza vital y misteriosa
"Déjeme decirlo, a riesgo de parecer ridículo, que el verdadero revolucionario está guiado por grandes sentimientos de amor" (Che).
En la dificultad de definir este ánimo que mueve a los militantes es preferible apreciar diversas opiniones que se completan hablando del mismo asunto:
a) Hay personas y grupos que viven fuertemente sus convicciones, que consiguen sembrar un entusiasmo contagioso. La esperanza con la que ellas caminan en la vida parece indicar que encierran la certeza de la victoria. Y con el tiempo ellos se vuelven menos temerosos, más disponibles y cariñosos. Aún en medio de la mayor oscuridad continúan anunciando y celebrando la llegada de la aurora. Qué obstinación es esta que perturba el odio de los enemigos y avergüenza la mezquindad de aquellos que se tratan como compañeros?
b) Esta fuerza es una realidad que se vive más de lo que se habla sobre ella. Es una experiencia que contempla la realización de un contenido invisible: el valor de la vida, la dignidad de las personas y la eterna rebeldía para continuar libre, la función creadora del trabajo, la solidaridad universal. Es una sabiduría, un modo de saborear la vida que une, sin contradicción, el sentimiento, la acción y el pensamiento.
c) Esta fuerza es la vivencia y la manifestación de lo que pasa en el corazón de aquellos que luchan para dar un sentido digno a la existencia de las personas. Por eso, no tiene hora marcada. Ella se revela en todos los momentos: en la vida particular, en la relación afectiva, en el trabajo productivo y en la lucha política, en el dolor y en la fiesta.
d) Esta energía es una pasión que anima la militancia de aquellos que se entregan a la causa popular. Se torna decisiva a la hora del desánimo, de la derrota, de la decepción y de la crisis. Es el alimento que revitaliza al pueblo en las ocasiones donde el poder de la opresión nos lleva a pensar que todos los esfuerzos para transformar la situación son impotentes e inútiles. Entonces ella es la motivación profunda que hace "de las tripas, corazón", y nos lleva a "sacudir el polvo y dar la vuelta por encima.".
e) La mística no podría ser "una píldora de optimismo" o un entusiasmo infantil para escapar de los problemas y desafíos de la realidad. Al contrario, es el "alma de la izquierda" que produce la garra necesaria para combatir las injusticias y la disposición para empeñarse, desde ya, en la concreción histórica de nuestros sueños. Con esta utopía y la "historia en la mano", tal motivación se vuelve rebeldía que se organiza, sin doblar las rodillas y sin dejarse encerrar (= aprisionarse en las estructuras).
f) Las convicciones profundas, plantadas en el corazón de las personas, implican asumir la dimensión del compromiso político. Pero es por encima de todo, una entrega gratuita que va más allá de cualquier interés humano. Porque es una creencia y un esfuerzo para que el otro se realice plenamente, como individuo y como clase. Esa gratuidad, supera cualquier opción ideológica. El mercenario hace las cosas para sacar provecho puramente individual; el funcionario trabaja por obligación; el militante actúa por una opción de vida.
g) El elogio es algo sabroso que estimula la continuidad de nuestra actuación; el reconocimiento público de nuestros esfuerzos nos muestra que somos útiles; la gratitud nos hace sentir que somos amados. La entrega gratuita por una causa se alegra con las manifestaciones cariñosas venidas de fuera. Pero la fuente de su alimentación permanente está en lo más íntimo de cada persona. Por esto, ella se mueve. Aún cuando las críticas son destructoras, cuando las respuestas son desalentadoras o cuando la ingratitud es una iniciativa de alguien que compartió con nosotros el mismo plato.
3. Motivación y metodología
"Es preciso luchar todos los días para que el amor a la humanidad existente se transforme en hechos concretos, en actos que sirvan de ejemplo y movilicen." Che Guevara.
Metodología es un conjunto de técnicas y procedimientos educativos ligados a una visión del mundo y a una opción política. No existe método neutro, ni método desligado de un contenido y de un rumbo. Entonces, metodología es el camino que recorremos para alcanzar determinado objetivo: es el hecho práctico de experimentar, desde ya, el futuro que soñamos construir. Es incoherencia hablar de opulencia y no buscar medios concretos de producir comida; hablar de democracia y mantener una práctica autoritaria; pregonar una sociedad de "hombres nuevos y mujeres nuevas" y en la vida cotidiana continuar utilizando a las personas.
Las convicciones que animan la vida de los militantes exigen también una metodología. Una reunión, un acto, una actividad festiva pueden y deben estar llenas de momentos que vuelvan presentes las razones por las cuales luchamos y los motivos que nos hacen compañeros. Por esto, la belleza del ambiente, el clima de confianza, la alegría, la música, la poesía, las artes, los símbolos, los gritos de guerra, todo debe exprimir los valores y las certezas que animan nuestra caminata.
Fuimos enseñados a tener vergüenza de hablar y de expresar los sentimientos y la esperanza que cargamos dentro nuestro. Hay gente que cree que esto es sentimentalismo y que no nace de la razón. Por esto, a la hora de conversar y de convencer usan explicaciones frías e insulsas; hacen reuniones secas, chatas y llenas de discursos teóricos; realizan movilizaciones sin entusiasmo y sin garra. Dan la impresión de que es equivocado poner condimento en nuestras actividades. El resultado es que poca gente se convence. La experiencia muestra que la lógica, dicha racionalmente, sólo es asimilada cuando la persona ya fue conquistada por la confianza en alguien que encarna el proyecto popular. El corazón decida más porque es el centro de nuestro sentir, de nuestro hacer y de nuestro pensar.
Es verdad que cuando el entusiasmo no es la manifestación del contenido interior que está en el alma del militante, puede volverse fanatismo. El fanatismo, político o religioso, lleva a las personas a actuar sin pensar y a seguir órdenes como si fuesen animales. Se vuelve la repetición ciega de un ritual, basado apenas en lo emotivo, con gestos y palabras sin creatividad. El fanatismo ha acabado en la desilusión porque las personas se cansan de ser manipuladas.
El hecho de expresar los valores de quien lucha por una nueva humanidad, depende de las personas y de los lugares. Nunca podría ser igual en el sur y en el norte, en el campo y en la ciudad, entre los hombres y mujeres o entre los jóvenes y los adultos. Las tentativas de copiar "recetas" o de exportar "modelos" han sido encaradas como imposiciones y la tendencia es a rechazarlas como "cuerpo extraño".
Animados por la misma Esperanza, cada grupo manifiesta su utopía conforme su propia costumbre. Los negros y los indios no podrían olvidar sus ritmos, sus valores culturales, sus protestas, su religión. Las diferentes regiones deben incorporar sus costumbres, su cocina, sus danzas, sus propias tradiciones. Y todos tienen como obligación incluir las historias de la resistencia popular: mucha gente, antes que nosotros, también creyó y dio su vida por la causa de la libertad. Cómo olvidar la memoria de tantos compañeros, hombres y mujeres, jóvenes y adultos, negros e indios, campesinos y obreros, religiosos e intelectuales?
Lo más importante en la expresión pública, individual o colectiva de nuestras motivaciones es la reafirmación de nuestros objetivos y el fortalecimiento de la militancia. No existe fórmula, más que ella sea atrayente y bien hecha. Depende de la hora y del grupo: a veces es de alegría por la victoria, otras de protesta y de dolor; a veces tiene el tono de la política y otras el lenguaje cultural o la tradición religiosa. Pero nunca puede ser un "show" al que asistir. Las personas deben, al mismo tiempo, ser partícipes y estar a voluntad.
4. Manifestando la convicción.
"Sobre todo, sean capaces de sentir profundamente cualquier injusticia cometida contra cualquier persona, en cualquier parte del mundo.
Che
Es en la vida práctica que el militante revela sus convicciones. ES en el día a día que el discurso puede volverse una fuerza material capaz de realimentar la lucha por la vida. Veamos algunos ejemplos:
a) en la vida personal: Cuando el militante organiza el tiempo para encontrarse consigo mismo y examinar su conducta, para estudiar, preparar sus tareas, evaluar sus acciones y elaborar propuestas.
b) en las actitudes de dedicación, entusiasmo, osadía, honestidad, simplicidad, disposición y sobre todo, en el compañerismo. Esto aparece, por ejemplo, en el cariño a los trabajadores que aún no entiende la razón para luchar, en el tiempo dedicado a los niños, en la atención a los más excluidos, en el respeto a la pareja, en la creación de un ambiente agradable de convivencia y en la contribución financiera para el sustento de la casa y del movimiento.
c) en la disciplina como cumplimiento de los acuerdos colectivos y no simplemente como una orden de arriba. La disciplina brota del interior del militante como una postura de celo y de seguridad por la propia vida y por la vida del movimiento. Las orientaciones construidas colectivamente ayudan a combatir, dentro de cada uno, el vicio de "ampararse" en los otros, la manía de la improvisación, y la idea de la competencia.
d) en el trabajo productivo. Ser profesional competente y realizar tareas con perfección es la única forma de mostrar la función creadora del trabajo y la posibilidad real de transformación de las personas y del mundo.
e) en la participación en algún puesto concreto de lucha (en el trabajo de "hormiguita" y en las acciones de masas), conforme a la necesidad del movimiento, de la propia habilidad y del gusto personal.
f) en el gusto de realizar las actividades. Comienza con la elección de un lugar agradable, se realiza con la participación de todos y utiliza recursos capaces de atraer y de facilitar el desarrollo integral de las personas. El uso creativo de imágenes, de la alegría, de la belleza, de la poesía, de la música que al pueblo le gusta y canta, del cambio de experiencias. Todo puede ayudar a hacer una actividad seria, en un clima de entusiasmo y con resultados. Para esto, desde la presentación, las personas precisan sentirse reconocidas, descontraídas y participantes de una causa mayor que une a todos, a pesar de las diferencias.
g) en las movilizaciones. Las manifestaciones públicas de protesta, de reivindicación, de celebración y de solidaridad tiene que tener volumen y atraer por lo visual: colores, luces, gestos , símbolos, vibración e involucramiento. Su finalidad es mostrar el poder de la unión, es presionar para garantizar derechos, es atraer nuevos compañeros. Cuando son mal organizadas, no transmiten nuestros mensajes ni divulgan nuestras propuestas. Muchos militantes se volvieron simpatizantes de la lucha por presentaciones marcantes que nunca olvidaron.
5. En resumen
"Mientras haya una sola persona hambrienta, oprimida, excluida, es preciso seguir luchando." Che
Existen diferentes ideas sobre la motivación profunda que da vida y energía para las personas y organizaciones. Cada persona que lucha por la vida tiene una comprensión y una forma de saborear y de expresar sus "certezas" y sus "seguridades".
Lo cierto es que esta motivación, cualquiera que sea su nombre, está enraizada en el corazón de cada persona que, conciente o inconcientemente, abraza la causa de la justicia y de la libertad.
Esta energía vital puede expresarse de forma simple y solemne, de manera individual y colectiva. Pero, es siempre una experiencia marcante que traduce una convicción profunda con la finalidad de reforzar la lucha y atraer nuevos combatientes.
Algunas veces, ella aparece como indignación y conflicto; otras veces, ella tiene la cara del placer y de la fiesta. Pero ha sido el refuerzo básico en la hora de la pelea y en los momentos de derrota y de cuestionamiento.
Este ánimo interior, vuelve a las personas combativas y cariñosas, abiertas y perseverantes, pero sobre todo, compañeras. El es la afirmación y el alimento de nuestra esperanza, en cualquier coyuntura.
Ranulfo Peloso Da Silva, Cepis
Octubre de 1997
http://pañuelosenrebeldia.com.ar/index.php?option=com_content&task=view&id=188&Itemid=245