4/05/2009

¿COMUNISTAS O CHOVINISTAS?: TOCANDO FONDO EN CHILE, LA “MEDIA LUNA” NEOLIBERAL DE SUDAMÉRICA·

Hace unos días hemos visto al Secretario General del Partido Comunista de Chile, señor Jorge Teillier, formando parte de la clase política dirigente de Chile, posando para los medios de comunicación masivos, junto a la Presidenta Bachelet y demás Ministros y representantes de los Partidos Políticos en el poder, tanto de la Concertación como de la derecha pinochetista.



“Soy un hombre de América Latina, que me confundo con los demás habitantes del continente, en los problemas, en los anhelos y en las inquietudes comunes. Por eso en esta hora, entrego mi saludo de gobernante a los hermanos latinoamericanos esperanzado en que algún día el mandato de nuestros próceres se cumpla y tengamos una sola y gran voz continental”.

Salvador Allende. Discurso pronunciado en el Estadio Nacional de Santiago de Chile el 5 de noviembre de 1970, con motivo del inicio del Gobierno Popular.




Hace unos días hemos visto al Secretario General del Partido Comunista de Chile, señor Jorge Teillier, formando parte de la clase política dirigente de Chile, posando para los medios de comunicación masivos, junto a la Presidenta Bachelet y demás Ministros y representantes de los Partidos Políticos en el poder, tanto de la Concertación como de la derecha pinochetista.

Aunque tan mayor como muchos otros ahí, y enfundado en un lujoso traje, igual que los demás, había, sin embargo, algo objetivamente distintivo en él. Era su actitud. Su postura satisfecha, a ratos pletórica de alegría, mezclada con un irrefrenable aire de provinciano, de recién llegado, de empleado ascendido simbólicamente a tomarse una foto familiar con los patrones, de nuevo invitado a la Corte del poder. Sin ánimo de ofender, sino sólo para avanzar un análisis y comprensión del Chile actual, es necesario decir que irradiaba algo patético, ridículo y triste.


¿Cuál era el precio pagado por Teillier y el Partido Comunista para estar ahí y vivir ese momento de “inclusión” en el Chile oficial? No era poco y era grave. Se trataba de mostrar al país que toda la clase política, sin distinciones, ni egoísmos, ni diferencias ideológicas, con la mayor generosidad y patriotismo, estaba unida para enfrentar la “pretensión” peruana de discutir los límites marítimos comunes en la Corte Internacional de la Haya.



No vamos a analizar aquí, por razones de espacio, el contenido y alcance de este declarado “patriotismo”, que entrega, de hecho, en el mismo momento y sin reparo alguno, nuestras riquezas naturales, empresas estratégicas, y aún la instrucción y tecnología de nuestras Fuerzas Armadas, a toda clase de poderes fácticos extranjeros. Digamos de frente que es un nítido chovinismo, en el sentido esencial de postura patriotera superficial y falsa.



Tampoco profundizaremos el hecho incontestable de que, si se mira con cordura y serenidad (porque hemos tocado fondo en rebajar a la ciudadanía a tal grado que la sola cordura y racionalidad se han vuelto radicales), no se explica por qué tanta vociferación y alarma por un problema que “no existe”, o por qué, si no existe ni se considera reflexionarlo, se aceptó entonces la mediación de un Alto tribunal Internacional. ¿Por qué entonces, como dicta la mínima consecuencia y racionalidad, simplemente no se declaró pública y oficialmente que no se aceptaba y se desconocía la mediación de este Alto Tribunal? ¿Es que el “patriotismo” sólo alcanza a un par de países vecinos y se extingue irremediablemente frente a una Corte Holandesa? ¿Y no es una inconsecuencia cínica, hasta esquizofrenica, esta doble conducta, de aceptar y reconocer la intervención del Tribunal, pero en el mismo acto, pretender que no existe el problema que ventila y que se desconocerá el resultado, si no es el que de antemano se quiere imponer como único aceptable? ¿A tanto se ha rebajado la ciudadanía que nadie es capaz de hacer ver estos mínimos elementos de racionalidad? ¿Y se cree de verdad que se puede rebajar así la ética y la racionalidad ciudadana de un pueblo y luego no tener consecuencias insanas socialmente?



Ni menos aún trataremos de las razones históricas de esta “pretensión” peruana, nacidas de una guerra de agresión y saqueo, plagada de crímenes contra la población civil peruana (del mismo modo que contra el pueblo Mapuche por la misma época), y –en el colmo de la paradoja chovinista- digitada y luego usufructuada por un poder fáctico extranjero. Donde el bajo pueblo, al igual que hoy, fue manipulado, rebajado y ensalzado demagógica y populistamente como el “valiente roto”, para ser luego masacrado en cuanto reclamó mínimos derechos en Santa María de Iquique, en Valparaíso, en Pampa Irigoin, de 1973 hasta hoy, etc.



El señor Teillier conoce mejor que nosotros todo esto.


Baste decir nada más que ya estábamos todos avisados cuando hace unos meses el ex canciller Foxley, el mismo que viéramos indecorosamente genuflexo ante el rey de España, cuando la famosa discusión con Chávez en Santiago, se trasmutara mágicamente en un energúmeno furibundo para señalar, cual mismo Pinochet, que no había discusión posible al respecto y que la postura de todos los chilenos se decretaba una sola: “rechazo a la pretensión peruana”, “no existencia de ningún problema de límites con Perú”.



El razonamiento de Teillier es fácilmente deducible. Hace mucho que el Partido Comunista busca levantar un proyecto anti neoliberal que sea de mayorías y supere la miniscúlidad e impotencia política de innumerables grupos de discurso radical que no pasan de ser una especie de “sub cultura” sectaria, encerrada en sí misma. Sin embargo, cansados de esperar resultados significativos y decididos a apurar la marcha, los miembros del Partido Comunista entraron en una apuesta delicada y riesgosa: entrar en alianzas con la Concertación gobernante casi al borde de la identificación.



En esa apuesta, la presencia un tanto incomoda de Teillier en el show mediático chovinista contra Perú obedece a un razonamiento sencillo y práctico. Si los medios de comunicación masivos han alimentado totalitariamente, y con el consiguiente éxito total, las más bajas pasiones e irracionalidades chovinistas en la población, entonces lo útil políticamente es sumarse al “sentimiento de la mayoría”.



Se trata así de un peldaño más en la política de ligarse a las mayorías. Sin embargo, no es cualquier peldaño. Más bien un tropiezo, el comienzo de una caída.



No sólo porque es objetivamente inviable un auténtico y realizable proyecto de desarrollo anti neoliberal, sin integración plena de Sudamérica, y así lo entienden los poderes fácticos extranjeros que están detrás, en el silencio operante de las sombras, de esta bacanal chovinista chilena que no tiene nada que envidiar a la Alemania nazi de Hitler, y cuyo destino no es otro que torpedear los avances de nuestra crucial UNASUR. En ese camino, antes de lo esperado los miembros del Partido Comunista han terminado asimilados, no ya a la Concertación gobernante, sino plenamente coincidentes con la misma derecha fascista y pro imperial pinochetista.



Sino por una razón subyacente y crecientemente más decisiva. La crisis capitalista actual es sólo una de las caras, la más inmediata y visible, pero acaso ni siquiera la más crucial, de una crisis multidimensional, de época, civilizatoria. No podrá ser resuelta sanamente para la humanidad, sin una nueva ética, hoy profundamente en crisis. Es esto lo que subyace a las búsquedas de cambio, con diferencias de forma y de grado, desde los propios Estados Unidos hasta nuestro hoy agitado sur.



Y es esto lo que el Partido Comunista, encabezado por Teillier, ha perdido de vista trágicamente.



Han declarado públicamente el abandono y, más aún, la enemistad con unos principios de suyo imprescindibles: más que el del eurocéntrico “internacionalismo proletario”, el de nuestra integración continental, que es condición objetiva, ineludible, para la soberanía y el desarrollo, pero también, justamente, criterio infalible, desde la misma constitución de estas “repúblicas de juguete”, para distinguir a los auténticos patriotas de los chovinistas objetivamente funcionales a los poderes fácticos extranjeros.



Pero más trascendente aún, se han asimilado a la decadencia ética misma que sustenta todas las crisis actuales. Como en la novela de George Orwell “La granja de los animales”, una metáfora de la burocratizada revolución rusa, han tratado tanto con los enemigos que se han terminado convirtiendo en ellos.



Ligarse a las mayorías es imprescindible para levantar un proyecto anti neoliberal, sí, pero no basta, no es suficiente. Esa ligazón de mayorías no tiene ningún sentido, si se logra al precio de abandonar, justamente, el proyecto mismo, y eso es lo que el Partido Comunista ha hecho. Tal vez sea el signo de la culminación de un innegablemente exitoso y excepcional neoliberalismo chileno: no sólo somos la “media luna” de Sudamérica (para usar la metáfora de las zonas hasta ahora controladas férreamente por la oligarquía reaccionaria boliviana), sino que ahora generamos el primer Partido Comunista funcional al chovinismo anti sudamericano.



Es una forma de tocar fondo. De acá en más, lo peor o lo mejor puede venir. Conviene saber que la responsabilidad y la generosidad, son en la hora más urgentes y necesarias que la inteligencia. La ética, más que los discursos, teorías y argumentos.



No es ni mucho menos el único y probablemente no será el último de los extravíos de un Partido que ha cometido muchos en su historia, sin desconocer por cierto su paradojal (como todo lo humano) rica historia de heroísmos y aportes. Pero probablemente sea decisivo. Hace objetivamente difícil que de este Partido pueda surgir el liderazgo de lo nuevo, de las fuerzas de regeneración que la sobreviviencia misma de las sociedades y pueblos viene imponiendo lenta pero inexorablemente. Es una pena. Nada que celebrar.



Por ahora, como se comprenderá, se nos ha vuelto difícil llamarlos “comunistas” e imposible “compañeros”.


· Ricardo Jiménez, sociólogo investigador chileno latinoamericano.

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