9/16/2008

MIGRANTES UNIDOS CONSTRUYENDO UN MUNDO SIN MUROS.

III FORO SOCIAL MUNDIAL DE MIGRACIONES

Al grito colectivo de “Migrantes unidos, jamás serán vencidos”, los más de 2.000 participantes del III Foro Social Mundial de Migración (FSMM), realizado en Rivas Vaciamadrid, España, cerraron el evento internacional, tras tres días de seminarios y actividades culturales, abundantes en debates, intercambios y reflexiones. Este nuevo hito constituye la consolidación de las personas migrantes, sus familias, comunidades y soportes académicos y civiles como sujeto social de carácter mundial y protagónico.

Bajo el lema “Nuestros derechos, nuestras voces, por un mundo sin muros”, cumpliendo una labor titánica de organización para habilitar espacios a cerca de 50 seminarios, talleres y otras actividades culturales, resolver innumerables problemas logísticos para cubrir tareas de organización, traducción de idiomas y comunicaciones públicas, y atender a miles de participantes extranjeros, más de un centenar de ellos “becados” provenientes de todas partes del mundo a quienes se les consiguió gratuitamente pasajes, alojamiento y comida, los migrantes del mundo demostraron una vez más y cada vez con mayor éxito que sí son también protagonistas de su propia historia.

Los migrantes, usualmente vistos como mano de obra barata, abusable y explotable, factor de deterioro de los derechos laborales; como un mercado de clientes cuyo consumo conquistar o proveedores de remesas a las cuales se busca aprovechar; como ciudadanos de segunda clase a quienes culpar, maltratar y excluir; como mal llamados “ilegales”, estigmatizados como delincuentes o terroristas, cuyos derechos es lícito violar; como víctimas a quienes asistir y a cuyo nombre reclamar; hoy consolidan el hecho de que se han convertido en sujetos de su propia historia colectiva mundial; en protagonistas y constructores de su resistencia y de su construcción de alternativas.

Hacia la democracia trasnacional

De la exclusión global generada por un modelo capitalista neoliberal en vidente crisis surge la movilidad humana como acto compulsivo por alcanzar algo del sol de la prosperidad y el desarrollo, que incluye a pocos y excluye a muchos. La migración actual aparece también como el escenario privilegiado para la macabra y cínica negación de todos los principios y derechos democráticos a los y las migrantes, sus familias y comunidades. A través de la completa inadecuación de legislaciones y visiones burocráticas, deshumanizadas, unilaterales y restrictivas, que alientan todas las discriminaciones sexistas, raciales y xenófobas en la población, generando violencias, conflictos y críticos deterioros sociales y ambientales. Se des-ciudadaniza y degrada así, no sólo a las personas migrantes, sino al conjunto de la población.

La mayor expresión de ello es la negación de la libre circulación a los seres humanos, que sí se impone como dogma para las cosas, mercancías y dinero. Y la más retrógrada es la existencia de millones de seres humanos en in documentación, condenados a vivir una cultura del miedo, un verdadero “estado de excepción” de hecho que los despoja de derechos, en la entrañas mismas de los países que se presentan como modelos de democracia y modernidad. Un cinismo estructural propio del sistema neoliberal queda en evidencia: mientras es innegable la necesidad de trabajadores inmigrantes, lo que no se dice es que, justamente, se los quiere precarios, desciudadanizados, sin derechos, porque sólo así son rentables, sólo así son “competitivos”, sólo así maximizan las grandes ganancias de los dueños del poder y el desarrollo. No es la migración lo que se quiere detener, sino la migración con ciudadanía, con derechos. Se quiere a los migrantes, pero se los quiere justamente sin derechos, como mano de obra súper explotable.

Urge construir un orden alternativo que termine con esta dinámica perversa para dar paso a un desarrollo sustentable, al servicio, no de los poderes fácticos trasnacionales que hoy usufructúan, dirigen y administran el orden mundial, sino de los seres humanos en su totalidad. Un proyecto de desarrollo nacional y regional, tanto económico como cultural, que tenga como protagonistas a los hoy excluidos. Ante este desafío, a través de este III FSMM, los y las migrantes se han hecho cargo de su propia responsabilidad para construir, autónomamente, con o sin permiso, la nueva democracia trasnacional, social y ambiental que necesitan, una nueva geometría del poder que incluya a todos y todas.

Hacia la unidad en la diversidad

Y el III FSMM ha sido un verdadero laboratorio y ejercicio que anticipa esta construcción. Todas las voces, todos los colores y lenguajes, todas las reflexiones, se dieron cita para enriquecer a la humanidad toda con sus saberes. Literalmente innumerables fueron los ricos aportes de experiencia, reflexión y propuesta debatidos a lo largo de las tres jornadas, incluyendo los hermosos eventos socio culturales y la gran marcha contra todos los muros del mundo en el centro de Madrid.

La necesidad de terminar con el modelo neoliberal excluyente en crisis evidente, levantando alternativas de desarrollo sustentables social y ecológicamente; la urgencia de defender pueblos y hábitats; la demanda de políticas migratorias integrales, multilaterales y centradas en los Derechos Humanos, especialmente para sacar de las sombras y el miedo a las personas indocumentadas, con especial consideración de mujeres, niños, indígenas, afro descendientes, refugiados y desplazados; el proyecto de una “Carta Mundial de los Migrantes”, documento universal producido por ellos mismos; género y rol de las mujeres; interculturalidad; fronteras; liderazgo juvenil; desarrollo local; medios de comunicación; producción radiofónica, audiovisual y cinematográfica; remesas, numerosas y diversas campañas; y un largo etcétera muestran la abundancia y densidad de los saberes intercambiados. Todos ellos recogidos sistemática y colectivamente a lo largo del evento y refrendados por la Asamblea de movimientos sociales al cierre, cristalizados en la Declaración Final del III FSMM. Ha sido el crucial ejercicio de construir lo común viviendo naturalmente las diferencias, el logro esencial y más preñado de posibilidades.

De la resistencia a la construcción

De esa forma, los miles de participantes reunidos a lo largo de los 3 días de Foro, del 11 al 14 de septiembre, demostraron una vez más que es posible y necesario construir la unidad en la diversidad. Posible porque –como recordaron los compañeros africanos asistentes- la historia de la formación de la economía mundial capitalista nos hermana en la memoria de crímenes como la esclavitud, el colonialismo y el etnocidio, que son antecedentes del actual orden global que, vía exclusión, genera la compulsión migratoria masiva para usufructuar de ella, negando sus derechos.

Necesario porque es urgente terminar con los crímenes que agobian a la humanidad en general y los migrantes en particular; entre muchos otros, con el racismo y la xenofobia, que no son sino expresión de la falta de desarrollo de conciencia de la humanidad; con las “Directivas de la vergüenza”, como la actual europea; con el miedo de las legislaciones deshumanizantes que pretenden convertir a la solidaridad humana en delito castigable; con los crímenes internacionales impunes de los poderes fácticos militares, especialmente norteamericano, contra los pueblos palestino, iraquí, sahuari, ahitiano, entre muchos otros, y que hoy cierne su siniestra intervención sobre el pueblo boliviano y su gobierno democrático y legítimo.

Nada es fácil ni llega de golpe, fue una conciencia generalizada a lo largo de los numerosos debates y reflexiones. Así lo prueba el hecho paradojal de que el gobierno español negara visa de ingreso a lo menos a 40 asistentes al evento, entre ellos, a la destacada dirigenta palestina Leila Khaleb y el pintor latinoamericano Pavel Eguez.

Sin embargo, objetivamente se avanza y así lo muestra por contraste el gobierno local de Rivas Vaciamadrid, el cual proporcionó todas las facilidades para el evento, incluyendo la activa solidaridad y co organización del comité local de organizaciones sociales españolas. También la actitud demostrada por el gobierno de Ecuador, cuya ministra de migraciones asistió al Foro y presentó la propuesta de un “pasaporte mundial” para declarar el libre tránsito planetario, pero que además hizo llegar una carta formal al Comité internacional del evento ofreciendo todas las facilidades para la realización del próximo FSMM en Ecuador.

Ello muestra que es perfectamente posible (y más aún imprescindible) pasar de la resistencia a la construcción, a la incidencia con propuestas que vayan haciendo una realidad el nuevo orden social y el nuevo trato a la migración. La utopía no es un imposible, sino un todavía no hecho, pero haciéndose.

Aunque no hay muros que la detengan, redadas que la disuadan, ni deportaciones que la terminen, la incomprensión y desidia de los Estados y de amplios sectores de la población continua haciendo de la migración un naufragio evitable de la dignidad y la felicidad humanas. Pero incluso cuando la migración conlleva un drama en su origen, tránsito o destino, está llena de una riqueza enorme, preñada de oportunidades y de esperanza.

La construcción de la Gran Alianza Global de Migrantes para una Nueva Gobernanza Ciudadana Global, en la que se inscribe este III FSMM, es parte del camino, perfectamente posible, absolutamente necesario, para realizar esa esperanza. En este esfuerzo los hombres y mujeres migrantes continúan regalando al mundo la siempre hermosa posibilidad de todos los caminos.

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