3/18/2009

Iván Márquez, delegado internacional de las Farc: “Uribe no está programado para la paz”

Ex parlamentario, hoy es guerrillero y miembro del secretariado de su organización, donde tomó el rol del fallecido Raúl Reyes. En las montañas de Colombia, se dio unos minutos para responder preguntas sobre la liberación de los rehenes y la supervivencia de las FARC después de los reveses del año pasado. Ésta es la mirada del conflicto colombiano desde los que todavía creen que la injusticia social se termina con las armas (Ver video).


En un lugar indeterminado de la selva colombiana vive Iván Márquez. Entre hojas verdes y suelo de barro, el comandante que reemplazó a Raúl Reyes en la vocería internacional y política de las FARC dirige el Bloque Caribe y, de vez en cuando, da alguna entrevista. Esta vez, para hablar sobre los golpes que recibió la guerrilla el año pasado, la política de seguridad democrática del Presidente Álvaro Uribe y el diálogo que se abrió en los últimos meses entre su organización y Colombianos por la Paz, un grupo de la sociedad civil liderado por la senadora Piedad Córdoba. Además de las preocupaciones de siempre, el autodenominado "Ejército del Pueblo" prepara una plataforma programática junto a organizaciones sociales para enfrentar las elecciones presidenciales de 2010.

Márquez, que se reunió a fines de 2007 con el Presidente Hugo Chávez en Venezuela, se ligó a las FARC en 1977 cuando ingresó a las Juventudes Comunistas de Colombia (JUCO), y se refugió en la selva en los años ochenta, cuando, siendo congresista, sobrevivió al asesinato de más de tres mil militantes de la Unión Patriótica, su organización política.

Mientras aspira el aire de un puro, Márquez dispara a matar contra el gobierno de Uribe y asegura que las FARC buscan la paz.

El 2008 fue un año negro para las FARC. Sólo por mencionar algunos hechos, murieron tres miembros del secretariado, entre ellos Manuel Marulanda. ¿Cuál es el balance que hacen ustedes?
Fue un año de intensa lucha política y militar, de fuertes combates en todo el territorio nacional, y al mismo tiempo del renacer de las movilizaciones populares contra la política de "seguridad democrática" del gobierno de Uribe. Los "falsos positivos", que son asesinatos de miles de ciudadanos no combatientes con el abominable propósito de propagandizar con sangre la eficacia de esa política, son la más reciente modalidad de una cadena de tropelías desde el poder contra los derechos humanos. La presidencia de Uribe está erigida sobre miles de fosas comunes y masacres paramilitares, sobre más de 25 mil desapariciones forzosas de ciudadanos, de más de cuatro millones de campesinos desplazados y despojados de sus tierras, de fraudes electorales, de miles de presos políticos, de torceduras a la Constitución mediante el pago de votos a parlamentarios para imponer su reelección inmediata, de alianzas con las mafias para conspirar contra la Corte Suprema de Justicia, cuyas pesquisas en torno al narco-paramilitarismo ya tenían en la mira a altos dignatarios del Estado. Más del 90% de la bancada parlamentaria uribista está vinculada a dicho proceso.

Con los antecedentes que usted da, la popularidad del Gobierno debiera estar en el suelo, pero no es así.
Cualquier gobierno habría caído mil veces. Aquí no cae porque lo sostiene el Gobierno de Washington, que precisa de sus servicios como peón de su estrategia recolonizadora. Hoy está plenamente confirmado que en el ataque al campamento transitorio donde fue abatido Raúl Reyes intervinieron aeronaves estadounidenses, que accionaron bombas provistas de la más sofisticada tecnología militar. La intervención de Estados Unidos en el conflicto interno de Colombia ha obstaculizado la definición del mismo. Colombia es el primer receptor de ayuda militar de Washington en el continente, más de diez mil millones de dólares.

Las vallas

Los golpes recibidos por su organización han hecho que algunos auguren una próxima derrota militar. ¿Podrían desaparecer las FARC?
El deseo no se puede confundir con la realidad. La inconformidad social que brota de la injusticia no se puede derrotar ni con bombas inteligentes, con aviones o con operaciones masivas y sostenidas. La lucha por la dignidad de un pueblo no se puede anonadar con planes militares, así éstos sean elaborados y conducidos como en ocurre en el caso de Colombia por los estrategas del Comando Sur del ejército de los Estados Unidos. La muerte de nuestro comandante, Manuel Marulanda Vélez, sin duda causó gran impacto, puesto que se trataba del constructor del ejército bolivariano que son las FARC, pero de alguna manera nos conforta el hecho de que su estrategia por la toma del poder para el pueblo sigue viva.

Recientemente las FARC han liberado prisioneros unilateralmente. ¿Qué buscan con esto?
La liberación unilateral de seis prisioneros (cuatro militares, un diputado y un ex gobernador) fue una reiteración de nuestra voluntad política por concertar un acuerdo en el tema de los prisioneros de guerra. Ya en el pasado reciente habíamos liberado a 305 militares y policías capturados en combate, sin que hubiésemos arrancado del Gobierno ningún gesto de reciprocidad. Esperamos que esta nueva liberación, que se sumó a otras seis logradas por las gestiones humanitarias del Presidente Chávez y la senadora Piedad Córdoba el año pasado, contribuya a reactivar la lucha por el canje humanitario en Colombia. La falta de voluntad política por parte del Gobierno ha sido el principal escollo para el canje de prisioneros. Este problema pudo haberse resuelto muchos años atrás, pero, como lo hemos dicho, Uribe no está programado por los gringos ni para el canje ni para la paz. Mientras la guerra persista habrá prisioneros de parte y parte, por ello es necesario disponer de un mecanismo que nos permita acortar el sufrimiento del cautiverio de los combatientes tanto en las montañas como en las prisiones del régimen. Parece que el gobierno colombiano cree que un pacto con la guerrilla en este sentido es reconocer su estatus de fuerza beligerante. Cuando se niega la existencia del conflicto, se está clausurando toda posibilidad de una salida política tanto al canje como al problema nodal de la guerra y de la paz.

En los últimos meses han iniciado un intercambio de cartas con Colombianos por la Paz, un grupo de intelectuales, líderes políticos y sociales. ¿Qué persiguen con estas cartas?
Lo primero es propiciar nuevas dinámicas humanitarias al canje. Abordar serenamente el problema de la guerra y la paz con los colombianos que persisten en soluciones civilizadas al conflicto, que encuentran deficiente el guerrerismo del Estado y el enfoque de ese humanitarismo tuerto que sólo se preocupa de los prisioneros de una sola de las partes, ignorando los guerrilleros presos en las cárceles, cuyas condiciones de cautiverio son las más deplorables. Ya que Uribe es ciego y sordo, queremos hablar con el país sobre los problemas económicos, políticos y sociales que subyacen en el fondo del conflicto. Cómo encontrar colectivamente salidas que allanen el camino a la paz. Cómo construir alternativas. Con el diálogo hemos desafiado un ambiente opresivo que ha pretendido criminalizar el diálogo con la insurgencia y la búsqueda de una salida política a la confrontación. El caso del actual gobierno colombiano es muy sui generis: ni gana la guerra, ni permite que se intente la solución política.

¿Cuáles son las proyecciones de las FARC para 2009?
Abordaremos el nuevo año, como dice el comandante Alfonso Cano, con una confianza absoluta en los avances de la lucha popular contra el fascismo paramilitar y la apertura de nuevos horizontes democráticos. Retomaremos la iniciativa en el arco iris de nuestro trabajo, alentando la lucha y la unidad popular en todos los escenarios posibles. El horizonte de la lucha social en Colombia augura efervescencia cuando la crisis económica pretende ser descargada sobre el conjunto de la población. Necesitamos un nuevo gobierno que privilegie esfuerzos hacia la paz con justicia social, porque nuestro destino no puede ser la guerra sempiterna.
Pedro Martínez / Bogotá / La Nación Domingo

















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