Por Antonio Peredo Leigue
Diciembre 22, 2008
La nueva Constitución Política del Estado, después de una larga y penosa marcha por sendas llenas de baches y obstáculos será, finalmente, refrendada el 25 de enero. Ese domingo, apenas habrán pasado tres días de iniciado el cuarto año de mandato del presidente Evo Morales. Este gobierno quería que, al promulgarse el nuevo texto constitucional, se convocara a elecciones. Pero, el consenso con la oposición, obligó a postergar unos meses y dejar, para diciembre siguiente, las elecciones generales.
Empero, el tema ahora es la forma en que debe socializarse la CPE en los sectores populares y en la clase media.
La derecha opositora –tomando en cuenta que no hay derecha que nos apoye- y la seudo izquierda cómplice de la oposición, han diseñado dos formas de engaño para ensuciar la campaña por el voto en ambos temas. Una, es la mentira descarada que hace mella en quienes no hay leído y, por tanto, no conocen el nuevo texto de la Constitución. Se trata de decir que, en el texto, las autonomías no aparecen o, cuando se les muestra que el tema está en el texto, sostienen que es un engaño y no hay verdadera autonomía. La otra mentira es que, quien tiene dos casas, dos autos o dos terrenos, tendrá que entregar uno al Estado y, en el colmo del descaro, que el Estado les quitará a sus hijos. Es un argumento bastante tonto pero, de algo sirve para ellos.
La otra forma busca desviar el debate hacia lo superficial. Unos dicen que el Congreso Nacional no tiene atribuciones para enmendar el texto de la CPE; de pronto, la Constitución aprobada en Oruro es válida para quienes la condenaron. Otros argumentan que el MAS negoció su permanencia en el gobierno, a cambio de darle concesiones a la derecha. Los terceros, afirman que se les regala tierras a los terratenientes. Hay aún quienes sostienen que debe votarse contra la nueva Constitución, pues si en el Congreso se hizo reformas, el MAS podrá hacerlo en cualquier momento y de acuerdo a su conveniencia. Para decir NO, pueden argumentarse muchas razones pero, sobre todo, infinidad de sinrazones.
Que no nos engañen
Falta preparación y falta conocimiento. Este es otro de los ataques que cala profundo. Y no es cierto. Tenemos la preparación y el conocimiento suficiente. Basta preguntarse: ¿de dónde sale el contenido de la nueva Constitución Política del Estado? No es obra de sabios ni profesionales que se pusieron a escribir un texto para que lo estudiemos y alabemos su sabiduría. Es el resultado de las luchas populares, de los reclamos nacionales por la soberanía y la dignidad, por la recuperación de nuestros recursos, por la incorporación de los discriminados, por la afirmación de nuestros derechos que se ignoraron siempre.
Por eso es que no debemos dejarnos llevar al engañoso terreno en el que quieren jugar. La pretensión de los opositores es que vayamos a una discusión sobre la validez de la constitución, sobre la legalidad de los ajustes parlamentarios, sobre el tema de las autonomías en concordancia con los referendos de mayo y junio pasados. Esa es la confrontación que quisieran tener para con fundir al pueblo.
Encaremos el debate desde lo positivo. Lo altamente constructivo de las reformas que preparan el camino para construir una estructura diferente de país inclusivo, digno, soberano y proyectado hacia un futuro en que nosotros, nuestros hijos y nuestros nietos, vivamos bien.
Busquemos, en el intercambio de ideas con todos los bolivianos y las bolivianas, la integración que pueda sentir cada uno de ellas y ellos, con ese texto. Que se sientan reflejados en sus anhelos y en sus esperanzas, en la nueva Constitución Política del Estado.
La esencia vital
La nueva CPE tiene aspectos de primera importancia que simplemente no están en la que rige actualmente. Los derechos de los pueblos originarios, el reconocimiento de sus usos y costumbres y la aplicación de sus formas de actuación jurídica.
Están, nunca olviden esto, los derechos fundamentales. No se trata de haberles puesto un nombre. Se trata de un compromiso del Estado boliviano de trabajar constantemente hasta lograr que cada uno de los habitantes de este país, tenga acceso garantizado a cada uno de tales derechos.
Los derechos fundamentales comienzan con el derecho a la vida, el derecho al trabajo, a la educación y a la salud. Se expresa en el derecho a los servicios básicos, a la vivienda y a la libertad que no admite la esclavitud ni la servidumbre.
Por supuesto que se reconocen todos los derechos inscritos en las cartas mundiales. Pero de los mencionados se habla con preferencia, porque de éstos depende el concepto de vivir bien. Ningún pueblo sin salud y sin educación, puede aspirar a una vida digna. Todos los seres humanos tenemos derecho a esto y nosotros, con nuestro esfuerzo, con nuestro trabajo, podemos construir ese futuro de bienestar.
La meta esencial
Ahora buscan que fracasemos en esa tarea. La buscan quienes acapararon la riqueza. Aquellos que no quieren el cambio, porque significa que sus privilegios desaparecen. Contra ellos estamos luchando y sabemos que no dudarán en usar la extrema violencia para defender sus prebendas, sus negociados, sus extorsiones.
Nuestro propósito, naturalmente, es lograr que esa Constitución sea aprobada por la mayoría del pueblo. Por una mayoría abrumadora. Una mayoría que no les permita decir que, un sector importante de la población, le dijo NO a la CPE. Esa negación tiene que reducirse a un mínimo descartable, una ínfima cantidad en la que no se sientan representados ni siquiera ellos mismos.
La lucha que hemos emprendido, no es por la aprobación de un texto. Es la lucha por el porvenir de Bolivia.
12/31/2008
Referéndum por la nueva Constitución en Bolivia: Cómo encarar el debate con el pueblo
Etiquetas: bolivia, nuestramérica
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