12/23/2008

El desarrollo científico: Fruto genuino de la Revolución

• Para el doctor Ismael Clark, presidente de la Academia de Ciencias de Cuba, lo alcanzado en estos 50 años se debe ante todo al pensamiento visionario de Fidel
LILLIAM RIERA

"EL futuro de nuestra patria tiene que ser, necesariamente, un futuro de hombres de ciencia, de hombres de pensamiento".


De esa frase pronunciada por Fidel Castro el 15 de enero de 1960, hay que partir, necesariamente, para hablar del desarrollo científico alcanzado en la Isla con la Revolución. Y no por ofrecer un enfoque cronológico, sino porque la voluntad política expresada desde entonces ha sido y continúa siendo el pilar fundamental de ese desarrollo.
Para el doctor Ismael Clark, presidente de la Academia de Ciencias de Cuba (ACC), aquellas palabras del líder cubano al hablar en el acto por el 20º aniversario de la Sociedad Espeleológica, "reflejan su pensamiento visionario y constituyen el primer gran momento de la ciencia dentro de la Revolución".

"No se había proclamado aún el carácter socialista del proceso iniciado con el triunfo de enero de 1959, pero ya Fidel tenía bien clara la necesidad de atribuirle a la ciencia un gran papel en el progreso social", destaca Clark, doctor en Medicina y especialista en Bioquímica Clínica.
Explica que aunque la ciencia cubana ha contado en todas las épocas con figuras muy notables, antes no había instituciones dedicadas a organizar la investigación. La única entidad existente era la Real Academia de Ciencias Médicas, Físicas y Naturales de la Habana —fundada en 1861 tras muchos años de gestiones con la corona española—, que sólo se limitaba a reunir y acoger a las individualidades de la actividad científica.

Después de 1959, los historiadores anotan que el primer documento que formalmente expresa una decisión en materia científica es un Decreto del Gobierno Revolucionario que estipula la creación, el 20 de febrero de 1962, de la Comisión Nacional de la Academia de Ciencias, llamada a retomar los mejores valores de su predecesora y a fomentar y organizar, aceleradamente, una amplia gama de instituciones de investigación, que abarcó diversos campos.

PERIODO FECUNDO
Comienza entonces —apunta el doctor Clark— un fecundo período fundacional en el que surgen, entre otros, el Instituto de Información y Documentación Científico-Técnica, y los institutos y departamentos científicos de Biología, Suelos, Oceanología, Geología, Geofísica y Astronomía, Filosofía, Literatura y Lingüística, Etnología y Folklore, Arqueología...
Se organiza el Instituto de Meteorología y se desarrolla la red de estaciones agrometeorológicas y de vigilancia por radar, fundamental dada la ubicación geográfica de Cuba, que le hacen padecer cada año el embate de ciclones tropicales.

Desde su posición al frente del Ministerio de Industrias, el Comandante Ernesto Guevara impulsa la creación de varios institutos de corte tecnológico, entre ellos, uno dedicado a la investigación y desarrollo de productos derivados de la caña de azúcar, entonces importante renglón de la economía cubana.

Se fundan también —"con la intervención directa de Fidel", acota el Presidente de la ACC—, el Centro Nacional de
Investigaciones Científicas (CNIC), con la misión de formar investigadores, y el Instituto de Ciencia Animal.

Ello reafirma la visión de futuro de la dirección de la Revolución, subraya Clark. "Y a pesar de la difícil situación del país en aquellos años —ya comenzaban a sentirse los efectos del bloqueo de EE.UU.— no se escatimaron recursos, aunque sin lujo, para brindarles a aquellas instalaciones las mejores condiciones profesionalmente consideradas en aquel momento como necesarias para la investigación".

De manera paralela, desde mediados de la década del 60, aparecen sucesivamente trece importantes institutos nacionales consagrados a las Ciencias Médicas y a la Salud, con tres encomiendas básicas: acelerar la asimilación y transferencia de las tecnologías médicas más avanzadas; desarrollar investigaciones propias y asegurar servicios asistenciales de la más alta excelencia.

El doctor Clark se está refiriendo, por ejemplo, a entidades de alto nivel científico como los institutos de Cardiología, Neurología y Neurocirugía, así como el de Endocrinología. En la rama médica antes de la Revolución, en Cuba sólo existía como centro especializado la Liga contra el cáncer, pero con un alcance muy limitado tanto en lo profesional como en cuanto al acceso social.
"Yo te diría que esos años 60 y una parte de los 70 constituyen una época importante porque fue cuando se sembraron las plantas del jardín que floreció después", expresa mi entrevistado sin ocultar la emoción al recordar aquel período histórico en el cual él mismo se desarrolló como científico y tomó parte activa desde los inicios del CNIC.

A la ACC le correspondió desarrollar entidades de las ciencias de la tierra, como el Instituto de Investigaciones Fundamentales de la Agricultura Tropical (INIFAT), hoy uno de los respaldos fundamentales de toda la actividad agrícola en el país.

Pronto comenzarían a verse los frutos de todo este esfuerzo. Por ejemplo, ya en los 70 puede contarse con mapas especializados a diferentes escalas, como el mapa geológico de Cuba —sin el cual no hubiera sido posible pensar en el desarrollo minero ni de la prospección petrolera— o el de suelos. En cuanto a este último, el único de su tipo existente databa de los años 20, una obra de la cual no se había enterado ningún cubano porque fue editada en inglés por estadounidenses y no se tradujo al español hasta después del triunfo de la Revolución.

SEGUNDO GRAN MOMENTO
El doctor Ismael Clark considera que en los años 80 se inicia un segundo gran momento en el desarrollo científico de la nación: "Me refiero a que a principios de esa década, nuevamente con la intervención muy directa de Fidel y la participación de profesionales que ya iban teniendo más experiencia, se van tomando decisiones que se expresan en la creación de una nueva serie de instituciones científicas, yo diría que extraordinariamente fuertes para un país de las dimensiones y las circunstancias históricas de Cuba".

Entre estas decisiones, se destacan: la implementación de programas encaminados a poner en función del sistema nacional de salud las capacidades adquiridas y la adaptación a las necesidades de la nación de los avances científicos y tecnológicos en el campo de la biología contemporánea; la adopción de una visión de sistema, que tuviera en consideración los elementos de infraestructura imprescindibles —como la producción de animales de laboratorio—, y los medios específicos para asegurar la realización social y económica de los resultados de las investigaciones —plantas de producción de alta tecnología, redes nacionales de laboratorios especializados, etc.— ; y la constitución, mediante la obtención de productos y servicios de alto valor agregado, de un nuevo sector de aporte para la economía nacional.

Como exponentes de esta nueva fase de maduración científica, el doctor Clark menciona instituciones que en la actualidad gozan de alto prestigio internacional como los centros de Ingeniería Genética y Biotecnología, así como su predecesor, el de Investigaciones Biológicas, "donde se produjo por primera vez en Cuba el Interferón de manera sistemática".
También cita los centros de Inmunoensayo, de Biopreparados, y de Neurociencias, dotados de equipamiento e instalaciones acordes a las más elevadas exigencias internacionales.

LA RESISTENCIA VICTORIOSA DE LOS 90
Lo más probable es que en otro país las circunstancias impuestas por el período especial iniciado en los años 90 con la desaparición del campo socialista de Europa y la URSS —con los que Cuba mantenía más del 85% de su intercambio— y el recrudecimiento del bloqueo de EE.UU., hubieran conducido a que todo este sistema de instituciones colapsara.

Sin embargo, en esta etapa que el doctor Clark llama "de resistencia victoriosa", no hubo un solo centro científico cerrado, una estación experimental abandonada ni un investigador o técnico de la ciencia desempleado.

Por el contrario, ya en plena crisis, se concluyeron otras instituciones como los centros de Inmunología Molecular —entre cuyos productos están anticuerpos monoclonales y vacunas terapéuticas para el tratamiento de varios tipos de cáncer—, el de Inmunoensayo y el Instituto Finlay, que ya hoy cuenta con una planta con capacidad para producir hasta 100 millones de dosis anuales de componentes activos de vacunas contra la meningitis, con lo cual será capaz de cubrir, incluso, las demandas de la Organización Mundial de la Salud destinadas a Cuba, países de Africa y de otras regiones.

También en esa etapa se inauguran nuevas instalaciones para el Instituto de Medicina Tropical Pedro Kourí, uno de los más sobresalientes en el mundo en el estudio del dengue, por solo citar un ejemplo de la amplia gama de investigaciones que se realizan en este centro de excelencia.
Muchas de estas instituciones pertenecen al Polo Científico del Oeste de La Habana, organizado en 1991 con vistas a la aceleración del desarrollo en la biotecnología y la producción médico-farmacéutica, mediante la coordinación sistemática de acciones de investigación, docencia y producción especializada, apunta el Presidente de la ACC.

Lo positivo de esta experiencia —añade— alienta de inmediato la constitución de otros dos polos en La Habana, uno consagrado a la temática industrial y otro a las humanidades.

En esta difícil década de los noventa, se decide crear el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Medio Ambiente, que de alguna manera hereda y perfecciona las funciones gubernamentales que venía realizando la Academia, que desde entonces, por decreto-ley firmado por Fidel pasa a ser una entidad estatal independiente y consultiva. La ACC tiene hoy entre sus funciones apadrinar a las sociedades científicas del país y coordinar el trabajo de ellas entre sí. Actúa también como órgano representativo nacional ante las principales instituciones científicas internacionales.

Asimismo en esta etapa, un peculiar movimiento social viene a confluir con el desarrollo de la investigación científica. El Forum nacional de piezas de repuesto, equipos y tecnologías de avanzada que, con raíces en el movimiento racionalizador e innovador entre obreros, técnicos e ingenieros de la producción, se transforma, bajo el impulso de la más alta dirección revolucionaría, en el Forum Nacional de Ciencia y Técnica.

Se trata de un masivo movimiento por la creatividad y la búsqueda de soluciones técnicas para la sustitución de importaciones ante las disímiles necesidades de la producción y los servicios.
De nuevo en este período histórico, la ciencia cubana alcanza niveles de referencia mundiales, destaca Ismael Clark. Son de uso generalizado en el sistema de salud productos como la estreptoquinasa humana obtenida mediante ingeniería genética, que disuelve los trombos en el torrente sanguíneo, así como numerosos equipos y dispositivos.

El total de productos de la ingeniería genética obtenidos y utilizados en Cuba supera al de todo el resto de América Latina en su conjunto.

Así, los ejemplos de logros concretos de la ciencia de esta pequeña isla caribeña harían una lista que desbordaría estas páginas.

La continuidad del pensamiento revolucionario en torno al papel de la ciencia se ratificaba por el propio Fidel, en su discurso de clausura del 6º Forum Nacional de Ciencia y Técnica, en diciembre de 1991: "La supervivencia de la Revolución y del Socialismo, la preservación de la independencia de este país depende hoy, fundamentalmente, de la Ciencia y de la Técnica".
Como el resto de los sectores de la sociedad cubana, la ciencia ha tenido que afrontar la escasez de suministros especializados, no solo por limitaciones económicas propias de nuestra condición de pequeño país del Tercer Mundo, sino por la guerra económica de las sucesivas administraciones norteamericanas.

"Lo cierto es que a pesar de esas dificultades, ahí están los resultados", señala el doctor Clark, quien está convencido de que "cuanto más difíciles sean las circunstancias, más hay que apelar al conocimiento científico".

Y eso es fruto genuino de la Revolución, de la voluntad política expresada por Fidel desde aquella memorable noche de 1960, de la cual habrá que volver a partir para hacer un nuevo recuento del devenir científico cubano al término de los próximos 50 años.


0 comentarios: