11/12/2008

Rupturas, roturas, junturas y suturas

escrito por Luis Casado y Armando Uribe E.
elclarin.cl domingo, 09 de noviembre de 2008

Lo difícil no es querer romper. Lo difícil es lograrlo. Romper… ¿Cómo?... ¿Para qué?… ¿Para ir hacia dónde? Hemos sostenido que la línea que divide el cuerpo político chileno, separa al pueblo de Chile de los beneficiarios asumidos de la herencia de la dictadura.

Entre los herederos de la dictadura se cuentan la derecha que concibió el edificio institucional antidemocrático y quienes han sido instrumentales en su preservación y en la impunidad de los constructores.

Juntos prolongaron y profundizaron el modelo institucional, económico y social que tanto celebran las multinacionales y el gran capital. Entre sus futuros herederos están también quienes hoy quieren sumarse al maldito esquema, cuando se está derrumbando.

Romper es ponerse del lado del pueblo de Chile, de los que no heredaron sino sufrimientos y deudas, y encarar frontalmente a quienes sirven en un platillo el país y su pueblo a la voracidad del mercado, estar contra los adoradores del lucro fácil y garantizado que han transformado todo y a todos en fuente de beneficios.

La identificación de las fuerzas en presencia y la definición de los objetivos perseguidos contribuyen sin duda a la claridad del discurso, al diseño de la estrategia y a la unidad de quienes forman parte de la inmensa mayoría que continúa sufriendo las consecuencias de la dictadura. Y a la generación del vasto movimiento político y social que debe devolverle a los chilenos los derechos ciudadanos secuestrados, y a Chile su calidad de República.

Si se trata de obtener un alcalde y dos o tres diputados que vengan a confortar la sensación de estar inserto en esta falsa realidad política, se puede pactar con la Concertación, se puede negociar con Renovación Nacional y hasta con la UDI. Y se contribuirá a la conservación del régimen. No es ruptura: es sutura.

Si se trata de encaramarse en una candidatura presidencial cuyo principal objetivo consiste en negociar un apoyo de segunda vuelta, se obtendrán el alcalde y los diputados y hasta, quien sabe, el ministerio del aire. Y se contribuirá a la conservación del régimen. No es rotura: es juntura.

Una acción política alternativa no significa proponer una nueva, una mejor, una más pura o más ortodoxa o más unitaria definición de lo que debiese ser la izquierda en Chile, ni lo que puede pactar esa izquierda con todas las otras derechas, sino rechazar rotundamente los esquemas heredados de los militares, apoyarse en el pueblo de Chile con el objetivo explícito de transformar la institucionalidad que prevalece hasta hoy, dotando al país de una Constitución democrática.

El desafío consiste en devolverle el pueblo de Chile la soberanía que hace de él el depositario de toda legitimidad democrática. En transformar al pueblo de Chile en actor de su propio destino barriendo las restricciones impuestas por una Constitución cuyo principal objetivo no es otro que el de su propia supervivencia.

Romper, si de romper se trata, equivale a barrer la delicuescente estructura política —Concertación y Alianza— que codirige el país desde hace dieciocho años, generando una fuerza ampliamente mayoritaria que logre romper el cerco institucional.

Lanzar una candidatura presidencial en torno a estos objetivos constituiría un triunfo mucho antes de conocerse los resultados de la elección: porque le abre el camino a una verdadera alternancia política.

Aquella que decida un pueblo de ciudadanos ejerciendo su soberanía restaurada.

Ahí está la ruptura.

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