Después del asesinato del Che, en el poblado de La Higuera, el día 9 de octubre de 1967, comienza la socialización de su imagen, unos lo comparaban con Dios, otros dicen que es un Santo y hasta le atribuyen a algunos milagros.
Lo cierto es que la legendaria figura continúa entre nosotros, no sólo entre los hijos de este continente americano que soñaron Bolívar, Martí y él, sino que en otras tierras también es el símbolo de la justicia y de la lucha contra el imperialismo.
En Bolivia, los Cayagüayas, lejos de la socialización pero siempre muy fieles a la verdad histórica, lo nombraron “Tercer Mallku”.
1. Los Cayagüayas
2. El mito del Mallku
3. Los otros Mallku
1. Los Cayagüayas son curanderos que tienen el conocimiento de las plantas medicinales, que unidad a ciertas invocaciones, son capaces de aliviar el dolor y sanar las heridas. Este conocimiento se transmite de padre a hijo en la comunidad Aymara, una cultura muy antigua y autóctona de nuestras tierras.
2. El mito del Mallku
Por entonces, la capital del Cuzco se animaba con los preparativos de la fiesta del rimi, en la que se efectuaban las más brillantes ceremonias guerreras y religiosas. Pueblo y guerreros aguardaban con solemne impaciencia, en la plaza Huacaipata, la llegada de Inca. El sonoro clamor de las guerras y los tambores, anunciaban que el Inca se aproximaba. Era ya el rompimiento del alba. El Sol, al nacer, extendía su temblor rosado.
Entonces sucedió un gran silencio:
Ante Dios luminoso se arrodillaron los vasallos de Inca. Solo Huaina-Chapac, el descendiente del Sol, permaneció de pié. Era en aquel momento el sumo sacerdote.
Huaina-Chapac, se adelantó hacia el altar y tomó con ambas manos los vasos de oro y la aquilla (vasija religiosa) sagrada. Levantando el brazo izquierdo, invitó al Sol su señor, a la sacra liberación. Luego se llevó a los labios el vaso que sostenía con la mano derecha, y al mismo tiempo, inclinó el vaso que tenía en la mano izquierda y vertió en el suelo su contenido.
Los circunstantes observaban en silencio el mudo ritual. Sólo los familiares de Huaina-Chapac, se acercaron y bebieron del vaso del Inca. Seguidamente, el rey ofreció otro vaso a sus Kurakas y otro a los sacerdotes. Todos bebieron con religiosa unión el líquido que para la sacra ceremonia, habían preparado las vírgenes recluidas en las casas de las escogidas.
El Inca se puso en marcha seguido por todos. En sus manos llevaba los dos vasos de oro para ofrecerlos al Sol. Cuando llegaron al gran templo, Huaina-Chapac, se detuvo ante la puerta del recinto sagrado.
Sobre la llanura, todas las humildes gentes se arrodillaban mientras Huaina-Chapac le ofrecía al Sol los dos vasos de oro. A continuación, el Dios recibió el homenaje del Pueblo. Concluida la ceremonia propiciatoria, todos regresaron a la plaza Huacaipata.
Se acercaba el momento supremo en que había que develarse el porvenir que los dioses reservaban a los siervos de Huaica-Chapac. Ante el altar de los sacrificios, alzado en la plaza, fue llevado un negro cordero de espesas lanas y bien cebadas carnes. Los augures le rodearon, abriendo el costado del animal y extrajeron sus vísceras a la contemplación de las gentes.
Un clamor dolido les contestó: Los pulmones se habían reventados y del corazón brotaba abundante sangre. El sacerdote, Huilac-Umo, pronunció su augurio: Grandes calamidades prometen oscurecer el reinado del noble príncipe.
El pueblo con temor pensaba en todas las cosas desagradables que se avecinaban. Pero entonces, sobre las nubes se dibujó la silueta de un ave de extraordinaria magnitud y magnifico vuelo. Todos admiraban el ave, su majestuosidad impresionaba. De pronto tras ella se lanzó una verdadera bandada de águilas y halcones. Entablándose un desigual y jamás visto combate. Desde la llanura, el Inca, los sacerdotes y el pueblo, seguían con interés el desarrollo de la lucha.
Invulnerable a los asaltos, el ave majestuosa derribó una tras otro a todas las águilas y los halcones que aterrados se dispersaron rápidamente.
La vencedora, giró unos momentos bajo el cielo anchuroso, luego se alejó y el sacerdote Huilac-Umo, habló: “El Sol ha dicho: Este es mi enviado, el Cóndor victorioso, él lleva mi mensaje al pueblo de los Incas. Huaina-Chapac vencerá todos los dolores y vencerá todos los peligros”
Desde entonces los Incas adoptaron al Cóndor, al señor orgulloso de los Andes, como símbolo del glorioso poder del imperio del Sol.
Así nació, según cuenta, “El mensajero del Sol”, el Mallku, que en quechua significa: el Cóndor que más alto vuela, el de la visión más amplia y por tanto, el invencible.
3. Los dos héroes nombrados Mallku antes que nuestro Che fueron Tupac Amaru y Tupac Katari pero ¿qué tiene en común estos tres hijos de nuestra América?
José Gabriel Condorcanqui, Tupac Amaru, cacique peruano descendiente de los Incas se proclamó Rey Inca el día 9 de noviembre de 1780 y convocó al levantamiento general, acción que junto a la de los hermanos Katari, hacen la insurgencia Aymara-Quechua, el primer gran movimiento precursor de la independencia americana.
Julián Apasa, un gran agricultor de coca, organizó su propio movimiento. Apasa no era Kuraka, sino un simple tributario del pueblo de Sicasica, pero su labor organizadora fue reconocida por Tupac Amaru quien se entrevistaba con él en Tungasuca y juntos conversaban sobre los objetivos de la lucha y la importancia de la unidad de aymaras y quechuas, como única forma de ser más fuertes ante los ejércitos reales.
Apasa adopta el nombre de Tupac Katari para significar la unidad del moviendo andino: Tupac, por Amaru, y Katari, por el Chantanqueño, Tomás Katari, lider Aymara. En 1781, los ejércitos de Tupac Amaru son derrotados y este es ejecutado en la Plaza de Cuzco. Tupac Katari continúa la lucha hasta que debilitado en número de hombres y armas, se retira y es ubicado por las fuerzas reales en su refugio. Fue rápidamente juzgado y condenado en el mes de noviembre de 1781.
Luego de andar por las huellas de la historia, los Cayagüayas mostraron gran sabiduría el nombrar al Che, Tercer Mallku. Él lucho por la unidad latinoamericana, porque todos, pobladores autóctonos, negros y mestizos, vivieran dignamente en la tierra que los vió nacer. Al igual que Tupac Amaru y Tupac Katari, entregó su vida a la lucha contra el imperialismo. Amaru y Katari fueron descuartizados y sus miembros repartidos por diferentes puntos. Ernesto Guevara de la Serna, nuestro Che, vive repartido en el corazón de todos los que soñamos un tiempo mejor para los pueblos de América.
Extracto del libro “El Tercer Mallku”, Esteban Perea Martínez, año 2000.
11/08/2008
EL TERCER MALLKU
Etiquetas: che, nuestramérica
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