5/09/2010

La guerra destructora de la naturaleza. Entrevista a Martha Harnecker.

Socióloga marxista chilena y docente universitaria.(por Susana Salinas-Cambio / Enviada especial-Tiquipaya).
En esta entrevista con Cambio, Martha Harnecker hace un balance de lo que fue la Conferencia de los Pueblos por el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra.
­­—¿Cuál es la evaluación que hace de la I Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de la Madre Tierra?
—Es extraordinario lo que sucedió en Cochabamba, es increíble cuántos países, cuántas posiciones plurales y ver cómo la gente respondió. Es increíble cómo en las comisiones, a pesar de haber tenido grandes discusiones y contradicciones, se logró llegar a acuerdos. Estoy asombrada, en la plenaria se presentaron excelentes documentos. Generalmente hay severas contradicciones, en los eventos son muy severos, pero no fue así.

—¿Trabajaste en las propuestas del referéndum, qué perspectivas se plantearon?

—Yo estuve concentrada en la comisión de Referéndum, porque me parece que es para la acumulación de fuerzas, para cambiar la situación ecológica en el país. Me parece fundamental que creemos una correlación de fuerzas en nuestros pueblos, que presionen a los gobiernos, porque podemos poner declaraciones muy lindas, tener muy lindos objetivos, pero si no logramos que nuestros pueblos se comprometan en esta lucha no vamos a lograr los objetivos; entonces, para mí, la consulta popular —porque el referéndum se puede hacer en países donde tenemos gobiernos que pueden ayudarnos en este proceso— la podemos hacer en todos los países donde logremos un mínimo de organización. Una consulta casa por casa, de tal forma que vayamos creando conciencia en cada hogar de nuestro país, eso sería lo ideal. Una consulta que le dé tareas a mucha gente que hoy día no quiere militar en partidos; porque muchas veces los partidos están desprestigiados; pero será gente que quiere, que tiene voluntad, que quiere cambiar el mundo, que quiere vivir en un mundo distinto.

—¿El liderazgo de Evo fue convocante a la Cumbre?

—Creo que la idea de Evo ha sido extraordinaria, creo que Evo es el Presidente que toca más corazones en el mundo, es muy lindo tener un Presidente indígena de uno de nuestros países a la cabeza de este movimiento. Lo que sí tenemos que cuidar muchos es que sea un movimiento muy amplio, sin sectarismos; porque muchas veces pasa que de estas ideas tan bonitas se apropian algunas organizaciones, no dejan que todo el mundo participe y se crea un malestar, yo creo que tenemos que dar ejemplo de algo que es fundamental en la nueva política de la izquierda, que lo más importante es que nos pongamos de acuerdo en lo que nos une y dejemos de lado lo que nos separa. Hoy día nos debe unir el tema de la defensa de la naturaleza y el tema de la paz, y ahí tocaremos muchas, muchas puertas.

Tenemos que velar por que los comités nacionales que se van a crear —porque habrá un comité internacional y unos nacionales— tengan amplitud y no sean apoderados por un grupo de gente que va contra otra.

—¿Cree que la agenda que se ha levantado en Cochabamba tiene la fuerza como para abrir una posición en la Organización de las Naciones Unidas?

­—Creo que nadie puede ignorar a toda la gente que se reunió acá, ése es un hecho político que evidentemente irá llegando cada vez más a los organismos oficiales, y nosotros tenemos que trabajar en ese sentido y ojalá que en el futuro podamos hacer un referéndum como quiere el presidente Evo, en todo el mundo; pero mientras tanto vamos haciendo las consultas populares, vamos trabajando la conciencia de la gente. Yo sí creo que evidentemente esto tiene que tener repercusiones, va a tener repercusiones, y que lo importante es cuidarlo, porque a veces tenemos excelentes ideas los sectores progresistas y las destruimos por tonteras; creo que tenemos que ser lo suficientemente maduros, flexibles y tratar siempre de buscar las fórmulas para convocar al máximo de gente y cuidarnos de que vamos a tener siempre infiltrados que van a querer destruirnos.

—¿Qué agenda llevamos a Cancún, será diferente a la de Copenhague?

—Se pensaba hacer el referéndum o una consulta popular antes de la Cumbre de Cancún, pero, para ser objetivos, eso lo podríamos hacer en aquellos países donde ya hay organización, donde ya hay experiencia de referéndum o de consulta, como por ejemplo Brasil, donde ya se han hecho varias consultas, del ALCA y otras, y en otros países no se ha hecho nada. Pretender organizar todo el proceso como queremos necesita tiempo.

Porque podemos hacer cosas superficiales, pero necesitamos un proceso profundo de transformación de la mentalidad de la gente, y para eso necesitamos tiempo; entonces, lo que está por discutirse, y creo que la comisión internacional lo tendrá que ver es con qué llegamos a la Cumbre, cómo hemos avanzado, creo que eso todavía no está claro; o sea, qué vamos a hacer antes de la Cumbre, se pensó inicialmente en un referéndum, pero pensando con más lógica parece que ha primado la idea de que no. Ahora tenemos que pensar qué vamos a hacer; sí, tenemos muchas cosas que decir y creo que las mismas comisiones ya trabajaron un material importante a presentar en estos 10 ó 9 meses que tenemos por delante; por ejemplo, si presentamos la creación del 40 ó 50% de los comités nacionales para el referéndum, ya es un elemento importante.

—En todo caso, acá en Cochabamba se sentó un precedente de que hay voces del pueblo que reclaman la defensa de la Madre Tierra.

—Por supuesto, creo que no se trata simplemente de que hayas puesto un hecho político en Cochabamba, sino que la gente que vino acá se va con una fuerza distinta a trabajar, porque estamos viendo cuántos somos, eso es lo que pasa con los foros sociales y mundiales, no hay grandes manifiestos y declaraciones de cosas; pero el hecho de estar juntos es importante, la multitud radicaliza más que las declaraciones. A veces nosotros nos fijamos ser radicales y creemos que donde más palabras radicales ponemos en el discurso es lo que vale; pero yo digo que la radicalidad está en el hecho de ver cuántos estamos luchando por un mismo objetivo.

—¿Qué le queda por decir, al haber llegado al cierre de la I Cumbre Climática?

—Solamente repito que me he quedado impresionada, nunca creí que se pudiese alcanzar resultados de esta manera, yo pensé en algo muy inorgánico, muy caótico, y creo que es algo que realmente se ha logrado, eso asombra, el hecho de cómo nuestros países están viviendo estos procesos ya maduros, con vitalidad, se trata de una maduración inimaginable. Por ejemplo, los bolivianos, ¿se imaginaban esta Bolivia que están viviendo?... América Latina, cuando el presidente Hugo Chávez triunfa en el 98 nunca se imaginó que iba a vivir lo que hoy vive. Considero que los procesos —nos enseña la historia— cuando empiezan a irrumpir, como los procesos revolucionarios, los plazos se acortan y se logra transformar la mentalidad de la gente. En este encuentro los dirigentes indígenas demostraron madurez.

—¿Hay riesgos en ese empoderamiento de la gente y su visión de conquistas?

—Claro, eso lo advierto para que lo tome en cuenta Bolivia. Desde afuera nosotros sentimos que a veces ustedes están en la creencia de que el mundo ha evolucionado tan rápido como ustedes y le piden a la gente cosas que no le pueden pedir todavía. Éste es el resultado de años de lucha y en algunos países hay que empezar la lucha; entonces, tratar de entender que el mundo no es igual a los procesos más avanzados de América Latina, debemos tratar de ayudarlos; a veces siento que los sectores populares, al sentir que han ganado elecciones, se empiezan a sentir muy fuertes y en lugar de usar esa fuerza para promover movimiento se ponen prepotentes y empiezan a decir: “nosotros somos el poder y ustedes tienen que someterse a nosotros”, y yo creo que eso es muy malo, porque podemos empezar a perder, porque lo que se gana no es definitivo, se pierde.

Creo que en Bolivia las últimas elecciones han dado lecciones interesantes, se logró mucho, se avanzó mucho; pero no lo que se esperaba. Tenemos que empezar a pensar por qué no avanzamos. Creo que ahí se trata de gente que tiene esa sensación de que no está en el MAS, de que hay mucha prepotencia, y eso hay que cuidarlo, porque nuestras organizaciones políticas deberían ser facilitadoras de la participación, convocadores, pedagogos populares; pero nunca tener esos defectos del pasado, que éramos autoritarios, que nos creíamos dueños de la verdad. Creo que eso tenemos que superarlo.

Ésta es la nueva cultura de la izquierda que necesitamos para construir una sociedad, una transición pacífica con una amplia alianza de gente.
Marta Harnecker
Centro Internacional Miranda

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