5/09/2010

“Esto es un crimen monstruoso” DASpolítica y la fascistización de Colombia.

De hace bastante tiempo que venimos denunciando que en Colombia lo que se vive no es ni más ni menos que un proceso acelerado (y no exento de contradicciones) de fascistización. El término no lo hemos utilizado a la ligera, sino que lo hemos hecho concientes de lo que esto significa: un Estado de excepción al servicio del gran Capital, de ideología ultraderechista, el cual tiene varias características a nivel estatal (hipertrofia del ejecutivo, acorralamiento y copamiento de la magistratura, culto al jefe e identificación del Estado en una personalidad mesiánica, duplicación paraestatal de las instituciones represivas, etc.), pero siendo la principal que la policía política asume un rol central entre los aparatos del Estado [1].

Las revelaciones hechas por Juan Gossaín en su editorial en RCN radio el día 16 de Abril [reproducidas más abajo] sobre la investigación abierta por la Fiscalía en contra del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS), no hacen sino constatar ciertos elementos de la estrategia global de dominio del uribismo que refuerzan precisamente nuestra convicción de que en Colombia lo que se ha abierto es un proceso de fascistización; no de fascismo consolidado, pero para allá vamos. Las revelaciones de Gossaín no son más que un bocadillo. No es sino una rápida pincelada de 6 páginas de un total de más de 300 (Gossaín menciona 166) que hoy se encuentran en poder de la Fiscalía General de la República. Y aún así, al igual que Gossaín, yo no termino de salir de mi asombro, pues aunque esto no es más que la punta del iceberg, sobrepasa en muchos sentidos lo que veníamos denunciando desde hace tiempo. Jamás pensé que llegaran a esos extremos, que pudieran ser tan metódicos y tan integrales en su estrategia de terror.

Pero ahí están los elementos de esta estrategia de terrorismo de Estado al desnudo:

# Una estrategia de guerra política total en contra de cualquier forma de oposición: de manera típicamente fascista, estamos ante un lenguaje en el que frecuentemente se incurre en términos como "opositores del Estado", planteando la imposibilidad absoluta del régimen de coexistir con cualquier forma de disenso, aún dentro del marco de la democracia burguesa o dentro del mismo Estado. Esto no corresponde, como frecuentemente se quiere hacer creer, a los extravíos autoritarios del presidente o a una debilidad de temperamento de un líder fuerte, sino que responde a una situación muy concreta y es que, para reorganizar los aparatos del Estado y superar la crisis institucional que afecta al régimen, el bloque en el poder necesita un margen amplio de "libertad" de acción. Es este marco lo que provoca la incompatibilidad entre el proceso de fascistización y las reglas normales del juego democrático burgués [2].

# Esta guerra política que se articula con el objetivo de aniquilar y destruir completamente a los miembros de toda oposición, en el caso colombiano se encarna en un frente jurídico (se insiste en la "guerra jurídica" como manera de impedir la acción de la oposición mediante la saturación de juicios y montajes), frente político (montajes para judicializar o desacreditar a la oposición por vínculos imaginarios con actores "al margen de la ley"), frente ideológico (el anti-comunismo josé obduliano traspasa todos los documentos y se convierte en el sello para atacar toda forma de disenso, sea comunista o no) y hasta podríamos decir en un frente personal (la inclusión de mecanismos en esta estrategia para destruir las relaciones sentimentales y familiares de los miembros de la oposición como manera de desmoralizarlos). Esta persecución no se limitó a Colombia, sino que llegó con sus tentáculos al extranjero (Operación Europa).

# La manipulación de la opinión pública como práctica sistemática y metódica -la estrategia del DAS habla abiertamente de "desinformar a la opinión pública" y de desprestigiar a los “enemigos del Estado” de una manera en la cual parecen darse la mano con el propagandista del nazismo alemán Goebbels, quien afirmaba que "la propaganda no tiene sino un objetivo: conquistar a las masas. Y cualquier medio que sirva a este fin es bueno" [3]. Toda la estrategia mediática del gobierno queda al desnudo con este documento, el cual revela cómo todo el aparato de seguridad del Estado se puso al servicio de la estrategia política uribista de consolidación de un Estado de corte fascista (al que llaman "corporativo").

Acá hay varios elementos que tomar en cuenta de esta estrategia de propaganda: primero, está la propaganda "indirecta", reproducida por los grupos de agentes virtuales del sistema que, posando de "ciudadanos de bien" o de "patriotas", escriben basura en todos los foros de internet de los periódicos, que montan cuentas en facebook para atacar a la oposición o para convocar a marchas pro-Uribe, que hacen páginas web fantasmas (Operación Internet); después, tenemos la propaganda "directa" del gobierno, repetida ad nauseam por todos los medios colombianos (Comunicados y Denuncias según el documento); y por último, tenemos la propaganda "por los hechos" del uribismo, es decir, la aplicación del "terrorismo", "chantaje", "falsos positivo", “amenazas”, "sabotajes", "montajes", etc. Todos los métodos son buenos, como pudimos apreciarlo en las elecciones del 2006, cuando algunos petardos y asesinatos (atribuidos a las FARC-EP, cometidos por la XIII Brigada del Ejército) hicieron la magia de aumentar el voto de Uribe. Se habla mucho de la supuesta "derechización" del pueblo colombiano, pero no deberíamos sorprendernos si consideramos que solamente durante el 2007 el Estado colombiano gastó, al menos, $12.800.000.000 en propaganda [4]. Este aparato de propaganda es fundamental para el fascismo porque, a diferencia de otras formas de Estado de excepción (dictaduras militares por ejemplo), éste reposa sobre un nivel de apoyo de masas importante, principalmente entre las clases medias de los grandes centros urbanos.

Con este documento ya es imposible no atar cabos sueltos. La perspectiva estratégica del DAS fue tan rigurosa que logró de manera bastante exitosa uno de los objetivos manifiestos en este mismo documento, “impedir la materialización de escenarios previstos por la oposición”... Es muy difícil seguir negando el rol directo que ha tenido el Ejecutivo en la verdadera cacería de brujas desatada desde el DAS [5] y que llevan a la consolidación, no solamente de un escenario de aniquilamiento de cualquier forma de oposición, sino que además, de consolidación gradual del Estado corporativo soñado por el uribismo (y el paramilitarismo), de corte fascista, que encarnara la “refundación de la patria” de la cual nos hablaba el pacto de Ralito, celebrado el 2002 entre los partidarios de Uribe y las AUC.

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Pero veamos esto en perspectiva, pues no se trata sencillamente de una estrategia diseñada por una mera “empresa criminal” sino que un plan político de fascistización calculado e implementado por fuerzas políticas muy claras y el cual ha sido de largo aliento.

El proceso político del fascismo tiene varias etapas, pero podemos nombrar por lo menos tres que son las más nítidas. Estas etapas son extraídas del estudio de las experiencias alemanas e italianas, las experiencias clásicas del fascismo, que aún cuando seamos conscientes de que la historia no se repite, no dejan de ser útiles los paralelos, siempre y cuando se consideren las particularidades propias de la situación colombiana (existencia de una tradición centenaria de violencia estatal como respuestas privilegiada a cualquier protesta social, intervención permanente del imperialismo norteamericano, existencia de una tradición derivada de la violencia estatal de respuesta guerrillera, y formación de milicias privadas como parte normal de la lucha de clases). Estas tres etapas son:

1. El fascismo como bandas de asalto anti-populares: en sus comienzos el fascismo no hace sino el papel de grupos paramilitares o parapoliciales que se dedican a acosar, agredir y quebrar las expresiones organizadas del pueblo y particularmente, de la clase trabajadora. Son frecuentes, en el campo, sus expediciones punitivas a los poblados “rojos”, los cuales ocupan ante la cómplice inercia de la “fuerza pública”. En los centros urbanos atacan a los dirigentes populares en las calles. En todo momento estos grupos son armados, tolerados, y financiados por los aparatos represivos del Estado. El objetivo de esta violencia no solamente es la agresión física, sino que la desmoralización del enemigo de clase [6].

Esta violencia tiene un fin muy específico:

"la burguesía se dedica en primer lugar a modificar la relación real de las fuerzas sobre las cuales se han fundado estas conquistas, y sólo después pasa al ataque directo de las conquistas mismas. Y esto por una razón sencilla (...): con el fin de engañar al adversario y adormecerlo, ocultándole el lugar real de la lucha de clases, y a fin de imponerle su propio terreno de lucha (...) no se trataba simplemente de anular estas conquistas, sino de ir todavía más lejos en la explotación de las masas populares." [7]

Es decir, como las conquistas sociales se sustentan en última instancia sobre la correlación de fuerzas en la lucha de clases concreta (y no como pretenden quienes aún desde la izquierda mistifican al derecho burgués como la cristalización de derechos eternos), la burguesía lo que busca primero es cambiar esa correlación de fuerzas atacando no la “conquista” o la “reforma”, sino que a la misma clase obrera que sustenta estas conquistas, a sus organizaciones y a los militantes populares, y sólo después pasa a la ofensiva abierta en contra de las conquistas: cuando la fuerza para defenderlas ya no existe.

En este proceso, el Estado, pese a las apariencias, no se desintegra, sencillamente se disloca al desplazarse el poder real de la clase dominante a instancias ajenas a los mecanismos de poder formal, es decir, de los mecanismos tradicionales del Estado como institución:

"Es cierto que el aparato represivo del Estado parece perder, durante el proceso de fascistización, su monopolio del ejercicio de la fuerza y de la violencia legítima, en provecho de milicias privadas. Sin embargo, por una parte, esto se hace en provecho únicamente de organizaciones armadas del bloque en el poder; por otra parte, no hay que perder de vista las connivencias y las relaciones entre el aparato de Estado y esas milicias, ya que es el Estado el que las arma." [8]

Y aún así, esto no es sino un proceso momentáneo; por eso no deja de llamar la atención que si hay algo que se le reconoce a Uribe por parte del espectro político colombiano (aún algunos de sus opositores) no son sus vínculos innegables con el paramilitarismo, sino el que haya supuestamente “recuperado” el monopolio del uso de la fuerza en Colombia para el Estado: es decir, que haya superado en cierta medida al paramilitarismo como el agente central de represión y haya vuelto a dar esta labor al ejército (estos mismos ilusos deploran, acto seguido, que como parte de este mismo proceso, las fuerzas del Estado hayan escalado notablemente sus actos atentatorios contra los derechos humanos). Pero como la crisis subsiste, la duplicidad de los mecanismos de represión para-estatales sigue siendo una realidad, como lo demuestra la persistencia del paramilitarismo, disfrazado bajo el mote de “bandas emergentes”. El predominio del aparato de fuerza pública por sobre el privado es solamente la prueba de que el proceso de "estabilización" del régimen ha avanzado notablemente desde los días de las CONVIVIR.

2. El fascismo, una vez que ha desarticulado a la izquierda, a los sectores populares y que ha sometido a un ataque constante a aquellas expresiones que aún desde la misma democracia burguesa se les pueda oponer, está listo para conquistar el poder político, lo cual tanto en Alemania como en Italia (y en Colombia) han hecho siempre por métodos absolutamente legales (la legalidad del ascenso al poder del fascismo es otro aspecto que lo distingue de otras formas de Estado de excepción capitalista). No debemos confundir la manera perfectamente legal en que el fascismo conquista el poder político con una “legalidad” de principios. De hecho, el fascismo solamente puede asumir “legalmente” el poder (por ejemplo, mediante una victoria electoral) gracias a la utilización de una larga lista de métodos “ilegales” en su lucha política. No es posible el ascenso al poder del fascismo o su triunfo electoral sin una fase previa de terror fascista y paramilitar, de asesinatos selectivos y expediciones punitivas, sin amenazas ni chantaje [9]. No creo que sea necesario alargarse demasiado en este asunto: cualquier persona que tenga un mínimo de conocimiento de la circunstancias que han rodeado las elecciones colombianas en las últimas décadas o de los escándalos de Uribe relacionados con su elección y re-elección (e intentos de re-elegirse otra vez), sabrá exactamente a qué nos referimos.

3. Una vez en el poder, el fascismo está en condiciones de desmantelar abiertamente la democracia burguesa y establecer un sistema de corte autoritario que permita superar la crisis de hegemonía del sistema en beneficio del gran Capital. Esto se conduce mediante el fetichismo de masas de la voluntad de un jefe que es dotado de carácter mesiánico (semi-divinidad, inteligencia superior, etc.), y el cual es identificado con el Estado y con la nación. Atacar a Uribe es atacar a Colombia; no hay opositores del gobierno sino que del Estado. Como ya hemos explicado, esto es debido a la necesidad de encontrar los mecanismos para saltarse las reglas del juego democrático burgués que dificultan la necesaria “libertad de acción” requerida por los representantes del gran Capital para dar su propia solución a la crisis (en detrimento de los sectores populares).

Esto lleva al uribismo en el poder a incurrir con frecuencia en actitudes que se podrían catalogar como “antidemocráticas” o “ilegales” –al punto que un candidato “opositor” como Mockus ha tomado la guerra a la “ilegalidad” como bandera de batalla… ¡sin cuestionarse que esa ilegalidad responde a una dinámica política y económica de fondo! A medida que el proceso de fascistización avanza, lo que sucede es el cuadro siguiente:

"El derecho (...) ya no regula: es la arbitrariedad la que reina. Lo que caracteriza el Estado de excepción no es tanto que infrinja sus reglas sino que ni aún da sus propias "reglas" de funcionamiento; en el sentido (...) de un sistema, es decir, de un conjunto que prevea -y permita prever- sus propias transformaciones. El caso es particularmente claro en lo que concierne al Estado fascista y a la ‘voluntad del jefe’ (…) El derecho ya no limita: en este sentido, pero sólo en este sentido, es en el que se puede hablar (...) de un ejercicio ilimitado del poder. Porque incluso en esta forma de Estado, el poder de la clase o fracción hegemónica está limitado por el poder de las otras clases y fracciones del bloque en el poder, asi como por la clase obrera y las clases-apoyo (...) Esto toma la forma de un derecho que ya no pone límites de principio entre lo ‘privado’ y lo ‘público’; todo cae virtualmente en la esfera de intervención estatal". [10]

Cualquier parecido con la realidad colombiana no es mera coincidencia. Lo que escapa, frecuentemente a una izquierda que fetichiza la Constitución como si fueran las Tablas de Moisés, es que se olvida que la única fuerza que puede limitar al fascismo no son ni las denuncias internacionales, ni la ley, ni la estridencia en demandar apego a la Constitución. Como dicen los haitianos, la Constitución es de papel y las bayonetas son de fierro. Lo único que puede mantener a raya al fascismo y derrotarlo, eventualmente, es solamente la lucha de clases, es decir, la fuerza organizada que el pueblo sepa imponer en las calles, mediante la lucha y la acción directa. Ese es el único límite al ejercicio aparentemente “ilimitado” del poder del fascismo.

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A la luz de una comprensión del proceso político de fascistización según la experiencia histórica, podemos entender que el ascenso del uribismo al poder no es concebible al margen del contexto de crisis de hegemonía abierto desde la década de los '80 en Colombia y al margen de la estrategia de guerra sucia desarrollado por el paramilitarismo de manera decidida desde ese momento histórico (marcado por la irrupción de la burguesía mafiosa). Ha habido un proceso de exterminio de las fuerzas populares sistemático desde los '80, acelerado desde el '94, el cual es el que pavimenta el camino al ascenso del uribismo al poder (a su control hegemónico sobre el Estado), momento en el cual recién se deciden a atacar abiertamente la Constitución de 1991. El “escándalo” del DAS, por llamarlo de alguna manera, no es sino el último eslabón de un proceso complejo, prolongado e integral de fascistización en Colombia.

Ahora bien, todo este proceso político se encuentra, en el caso colombiano, de la mano de una estrategia global contrainsurgente: es míope el pensar que esta estrategia fue una escapada "paralela" a la política de "Seguridad Democrática", la cual ninguno de los candidatos presidenciales se cansa de alabar (aún cuando haya alguno que critique los "excesos" o que la complete con énfasis en más o menos educación para el pueblo). La estrategia de profundización del conflicto militar no es sino la contracara de la persecución política del DAS, ya que ambos constituyen maneras de consolidar el engranaje autoritario del Estado. Es por ello que el tema del conflicto social y armado en Colombia hoy merece una reflexión profunda por parte de los sectores del movimiento popular, ya que este tema es indisociable del escándalo desatado por el DAS. Y es en este punto, precisamente en el énfasis en la solución militar, en el cierre de espacios de negociación política, en el cual todos los candidatos se dan la mano [11]. Y ahí reside el peligro más grande de esta hora, que es que en las próximas elecciones lo que se legitime sea el "uribismo sin Uribe".

El proceso de fascistización está bastante avanzado y constituiría un error el pensar que este será derrotado en las urnas o que las elecciones provocarán un cambio fundamental de la estructura social-política colombiana. Ese cambio solamente puede ser hecho por un pueblo movilizado, consciente y en lucha. Es en las calles en donde realmente se puede torcer a este proceso de fascistización que está demasiado avanzado como para que aún el administrador de mejores intenciones pueda hacer mucho por revertirlo desde la Casa de Nariño. La fuerza del fascismo está en esta estructura siniestra parapolicial y paramilitar que va muchísimo más allá de la estructura del DAS, que se multiplica todos los días con soplones y sapos (no por nada es que Gossaín exclama " quién intentó convertir esto en una nación de espías"), pero sobretodo, en los grupos sociales que lo mantienen: el gran Capital nacional y extranjero que se benefician de él. Y el conflicto social y armado (insisto en lo social) es el canal mediante el cual se ha desarrollado, se ha impuesto, se ha forjado un estado de excepción permanente, mediante el cual se ha instituido una forma de acumulación de Capital mediante el saqueo abierto y el desplazamiento forzado. Por eso insisto, lo que está ocurriendo con el DAS no puede disociarse, como se maneja en el discurso público de gran parte de la oposición, de la política de seguridad democrática y de la solución militar al conflicto.

Acá no estamos ante hechos de corrupción individuales ni ante meros "actos" deplorables: estamos ante una estrategia integral, coherente, metódica, sistemática.

Por eso es necesario insistir que las llaves para revertir este estado deplorable de cosas recae única y exclusivamente sobre la movilización popular. Aún cuando las investigaciones y los procesos judiciales respectivos deban avanzar, y aún cuando debamos también pugnar porque nada de esto quede en la impunidad, no cambiará nada sin la movilización y articulación decidida de las fuerzas populares en un proyecto autónomo. Esto no es un caso puramente judicial, esto es un proyecto político y debe ser combatido en ese terreno. Lo demás es palabrería hueca.

Gossaín bien lo dice: el cáncer no se cura con mejorales. Quizás él mismo no sea conciente de las implicancias últimas de sus frases, pero eso no resta validez a ellas. Por eso el movimiento popular no debe hacerse falsas ilusiones con las elecciones, independientemente de los escenarios que puedan abrirse con ellas, pues en última instancia lo que decide es la lucha.

José Antonio Gutiérrez D.
23 de Abril, 2010


[1] Poulantzas, Nicos “Fascismo y Dictadura”, Ed. Siglo XXI, 2005, p.393. Este Estado de excepción, dicho sea de paso, es respuesta a una crisis de hegemonía (y consecuentemente ideológica) propia de la institucionalidad capitalista. Ver también un artículo previo que escribí sobre la Red de Informantes Universitarios de Uribe http://www.anarkismo.net/article/15844

[2] Poulantzas, op.cit., pp.380-381.

[3] Guerin, Daniel “Fascism and Big Business”, Monad Press, 1973, p.71.

[4] http://www.elespectador.com/opinion/columnistasdelimpreso/maria-teresa-herran/columna-escarbando-16

[5] http://www.caracol.com.co/nota.aspx?id=986575

[6] Guerin, op.cit., pp.102-105.

[7] Poulantzas, op.cit., p.158.

[8] Poulantzas, op.cit., pp.396-397.

[9] Guerin, op.cit., pp. 113-122.

[10] Poulantzas, op.cit., pp.380-381.

[11] http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/eduardoposadacarb/la-seguridad-en-las-elecciones_7649307-1


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Editorial de Juan Gossaín en RCN Radio, 16 de abril de 2010

Confieso que no termino de salir de mi perplejidad y de mi asombro con cada nueva revelación que se hace de la investigación, ahora en manos de la Fiscalía General, sobre el tema que el pueblo colombiano conoce de las chuzadas, como el tema de las chuzadas telefónicas del DAS, y que en realidad no es más que un acto de espionaje y de violación a la intimidad de la vida de las personas. ¡No salgo de mi asombro! Cada día el asunto es peor y más repugnante y más grave. Miren ustedes, mi admirado compañero Antonio José Caballero, con su tesonera labor de reportero ha obtenido fotocopia de algunas de las páginas de los documentos que las autoridades de la Fiscalía encontraron al allanar algunas oficinas del DAS, especialmente las oficinas donde estaban los equipos de intercepción, de espionaje, los equipos de control. Los documentos que ha obtenido Caballero aquí los tengo en mi mano, aquí están, esto es monstruoso, esto es un crimen monstruoso. Quién lo cometió, quién lo ordenó, quién lo estimuló o lo patrocinó o lo calló o lo encubrió, eso es lo que la justicia está intentando establecer.

Pero a mí no me cabe duda de la monstruosidad de esto. Los documentos hablan por sí solos. Terrible ironía, terrible y dolorosa ironía, sabe cuál, en la parte superior izquierda de cada hoja decomisada en el DAS, incautada en el DAS en estos allanamientos, en la parte izquierda, en la parte de arriba aparece el escudo de Colombia con la leyenda “Libertad y orden”. Yo me sentaría a reírme si no fuera porque estas cosas dan ganas de llorar. “Libertad y orden”, imagínese usted, “Libertad” sobre todo. Y a la derecha, en el otro ángulo, también arriba, cada documento tiene el sello del DAS, el escudo del DAS. Voy a permitirme leerles a ustedes algunos de estos documentos, de estas páginas que ha logrado obtener Antonio José. Las voy a leer textualmente, porque hablan por sí solas. Son tan terribles que son elocuentes. Oiga esto:

“Operaciones: Amazonas, Transmilenio, Bahía: Estrategia: Desprestigio medios de comunicación, encuestas, chat. Calles: Distribución de panfletos, grafitis, volantes, afiches, libros. Creación de páginas web, comunicados, denuncias, montajes”. Luego dice: “Sabotaje: terrorismo, explosivo, incendiario, servicio público, tecnológico. Presión: amenazas y chantaje.”

Ese es uno de los documentos, oigan otro. “Desinformar a la población que se encuentra a favor de los detractores del gobierno. Generar división al interior de los movimientos de oposición. Impedir la materialización de escenarios convocados por la oposición. Transbordo ideológico”.

Luego otro documento, también decomisado por la Fiscalía en el allanamiento al DAS. “Departamento Administrativo de Seguridad. Dirección General de Inteligencia Subdirección de Operaciones. Libertad y orden. Junio de 2005. República de Colombia.

Amazonas –el nombre de una de las operaciones según dije al comienzo –. Objetivo general: Promover acciones en beneficio del Estado para las elecciones del año 2006. Blancos: Partidos políticos opositores al Estado, Corte Constitucional. Frente Social y Político, Carlos Gaviria Díaz: Generar vínculos con ONT-Farc. Partido Liberal Colombiano, Piedad Córdoba: Generar vínculos con las Autodefensas Unidas de Colombia. Horacio Serpa Uribe: Generar vínculos con el ELN. Polo Democrático Independiente, Gustavo Petro: Generar vínculos con las Farc. Antonio Navarro: Generar vínculos con el M19 y el narcotráfico. Wilson Borja: Generar vínculos con infidelidad sentimental. Samuel Moreno: Demostrar relación con desfalcos financieros”.

Estoy leyendo algunos documentos que fueron decomisados por la Fiscalía General de la Nación en las oficinas del DAS. Hay otro que dice: “Corte Constitucional: Jaime Córdoba Tribiño, Humberto Sierra, Jaime Araújo Rentería, Clara Inés Vargas Hernández, Tulio Alfredo Beltrán Sierra: Desprestigio, presión y sabotaje.

Luego la otra operación: Transmilenio: Objetivo general: Neutralizar las acciones desestabilizadores de las ONG en Colombia y en el mundo. Objetivo específico: Establecer vínculo con organizaciones terroristas en busca de su judicialización. Casos: En desarrollo: Proyecciones:

Operación Imprenta: Impedir la edición de libros E.A y otros. Estrategias: Sabotaje y presión. Acción: Servicios públicos, camiones de distribución, amenazas, guerra jurídica.

Operación Halloween –a mí no me cabe duda de que esto lo hicieron unas verdaderas brujas –. Objetivo: Concientizar a la población sobre la realidad de la ideología comunista. Estrategias: Desprestigio. Acción: Publicación de libro 10.000 ejemplares, entregados 7.620. Proyecciones: Internet, 4 mil ejemplares, creación página web.

Operación Arauca: Objetivo: Establecer vínculos entre CCAJAR y ELN. Estrategia: sabotaje. Acción: intercambio mensaje con cabecilla ELN, el cual será encontrado en allanamiento –es decir, siembra de documentos falsos –.

Otra: Operación intercambio: Objetivo: neutralizar influencia en Corte Interamericana de Derechos Humanos, Costa Rica. Estrategias: desprestigio y sabotaje. Acción: alianzas servicios de inteligencia extranjeros, comunicado y denuncia, páginas web, guerra jurídica.

Operación Europa: Neutralizar influencia en sistema jurídico europeo, Comisión de Derechos Humanos del Parlamento Europeo, Oficina de la Alta Comisionada de los Derechos Humanos de la ONU, Gobiernos nacionales. Estrategias: desprestigio. Acción: comunicado y denuncia, páginas web, guerra jurídica.

Operación Risaralda: Objetivo: generar división entre altos funcionarios de Redepaz, Ana Teresa Bernal. Estrategias: investigación operativa, desprestigio y sabotaje. Acción: comprobar actividades ilícitas de funcionarios Redepaz para obtener prebendas económicas por obtención de acilo político”. Me permito recordarle, entre paréntesis, al bárbaro que hizo esto, que asilo se escribe con s, por lo menos. “Comunicados: desvinculación del esquema de protección del DAS.

Operación Internet: Objetivo: generar controversia a cerca, en torno, a las ONG. Estrategias: desprestigio. Acción: emisión de comunicados a través de las páginas Corporación Verdad y Justicia y Servicio Colombiano de Información y Estadística para la Prevención del Conflicto”.

Y el último de los documentos obtenidos por Caballero, es decir, los documentos que fueron decomisados por la Fiscalía General de la Nación, que lleva el proceso de las chuzadas cuando allanó las oficinas del DAS, dice: “Operación extranjeros: Objetivos: neutralizar la operación de ciudadanos extranjeros que atentan contra la seguridad del Estado. Estrategias: investigaciones operativas, desprestigio y presión. Acción: deportación, comunicados y denuncias”.

Esto es una prueba de 6 páginas de las 166 que decomisó la Fiscalía en el allanamientos del DAS. Esto es escuetamente lo que dicen esos terribles y monstruosos documentos.

Son las 7 y 22. Divulgados esos documentos, permítanme ustedes, ya que estamos en la sección de mi editorial, y digo mí editorial porque no me compromete sino a mí, a nadie más. Mis opiniones me comprometen a mí, déjenme decir lo siguiente: esto no son chuzadas, esto es el espionaje más horrendo y asqueroso y repugnante del mundo, con atentados terroristas, como dice ahí, inclusive atacando camiones que reparten libros, con desprestigios de las personas, con ataques a sus familias. Esto no son chuzadas, señores, esto es muchísimo más grave que eso. Esto es un plan de un organismo del Estado para acabar con el país, eso no es más, lo que dice ahí es eso. Quién le dijo al DAS, quién les dijo a los funcionarios del DAS que el gobierno y el Estado son lo mismo. Por ejemplo, aquí dice: “Establecer vínculos con delincuentes de parte de los opositores del Estado”. No. En una democracia la gente tiene derecho a oponerse al gobierno, sea cual sea el gobierno. Quién le dijo al DAS que aquí hay delito de opinión o el delito de discrepar o el delito de disentir del gobierno. Quién les dijo que uno puede ir al colegio de los niños a perseguir a los hijos de los opositores. Quién le dijo que uno puede acostarse en este país y no amanecer en su cama porque a la media noche sin proceso, sin justicia, sin pruebas, sin una orden judicial, aparecen a cogerlo a uno en su casa. Quién les dijo eso.

No solo los colombianos, no solo le estamos pidiendo a la Fiscalía, a la Corte Suprema o todo el sistema judicial, no solo estamos pidiendo que nos digan quién hizo esto, quién lo ordenó, quién lo aprobó, quién lo llevó a cabo, quién, conociendo lo que el DAS estaba haciendo, se volvió encubridor de esto y no lo denunció ante las autoridades. No solo lo pedimos, lo exigimos. Los colombianos tenemos derecho a saber quién fue el que convirtió al país en un Estado de policías y terroristas del Estado, quién intentó convertir esto en una nación de espías, quién fue el que concibió el macabro plan de convertir a opositores reales o imaginarios como si fueran delincuentes, quién, quién está detrás de esto. ¿Tres detectives del DAS? No me hagan reír, hombre. Queremos y necesitamos y exigimos saber que esto llegue hasta sus últimas consecuencias, caiga quien caiga. Miren, el cáncer no se cura con mejorales, dice el pueblo, esto lo que necesita es una alta operación de cirugía, esto no se cura con analgésicos.

Queremos saberlo, porque queremos saber si el DAS es una institución respetable del Estado o es una cueva de bandidos. Esto no lo hacen sino los bandidos, perseguir a los demás, poner bombas para hacer creer que fue la oposición, como ellos la llaman, perseguir adversarios, intentar manipular las elecciones, como lo dicen ahí mismo los documentos del DAS que acabamos de leer. Yo no sé si el país tenga, como yo, la indignación que estoy sintiendo, pero por lo menos a título único como si estuviera aquí clamando en el desierto pido, exijo, como ciudadano colombiano, porque ese es mi derecho, que me digan quién hizo esto. Quién lo hizo, quién lo planeó, quién lo concibió, quién lo escribió, quién lo llevó a cabo, quién lo aprobó, qué funcionario del Estado, sea quien sea, sabiendo que el DAS los estaba cometiendo estos delitos, no los denunció o no hizo nada por impedirlo. Eso es lo que queremos saber. Vuelvo y repito con San Juan el Evangelista cuando tenía apenas 24 años, era casi un niño el Evangelista cuando escribió esos textos magníficos, repito con él: “Conocer la verdad, porque solo la verdad nos hará libres”.

Escuchar el audio

http://www.rcnradio.com/audios/editorial-de-gossa-n/13-...l-das

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