5/12/2012

Argentina: Sobre el diálogo y sumar fuerzas

Los revolucionarios tienen una gran capacidad política de dialogar con sus pueblos, una enorme decisión de sumar fuerzas y voluntades a su causa, planteando consignas y propuestas que amplíen la masa crítica y a la vez no sean contradictorias con una proyección socialista.
Con mucho énfasis nuestra izquierda ha planteado la necesidad de mantener la independencia política del Estado y de las tendencias políticas que expresan los intereses de las potencias imperialistas y de nuestra burguesía local.
La prevención no es gratuita no se puede dormir con el enemigo, ni plantearse alianzas con quienes desde siempre han enfrentado a los intereses populares tratando de sostener y legitimar un sistema perverso.

La diferenciación es valiosa, es básica, pero hacer una revolución, la principal tarea de quien dice tener vocación de hacerla, no se resuelve sólo con diferenciarnos.

Destruir este modo de producción y dominación supone también acumular una masa crítica que lo cuestione.

Si repasamos las revoluciones del siglo XX, advertiremos que en todas ellas se produjo una confluencia entre quienes estaban convencidos que había que cambiar el sistema y quienes sólo se oponían a las manifestaciones más perversas del sistema: la guerra, el hambre, la dictadura.

Rescatando a sus líderes no podemos menos que advertir que sus profundas convicciones socialistas estaban acompañadas por una gran capacidad política de dialogar con sus pueblos, una enorme decisión de sumar fuerzas y voluntades a su causa, planteando consignas y propuestas que ampliaran la masa crítica y a la vez no fueran contradictorias con una proyección socialista.

Si observamos atentamente nuestra propia construcción de base en lo sindical, territorial o estudiantil, o en luchas puntuales como pueden ser las ambientales o de género, se advierten que existe ese doble componente.

Si hacemos un repaso de experiencias muy masivas como han sido los Encuentros Nacionales de Mujeres, advertimos lo mismo. No todas fueron, ni van por lo mismo, pero con el correr de los años la conciencia sobre el patriarcado y su vinculación indisoluble con la opresión capitalista se que ha ido extendiendo.

La mención a esas experiencias viene a cuenta de advertir que cuando las proyectamos a la política nuestra izquierda puede valorar un aspecto de esos liderazgos, el de las convicciones profundas, pero desvalora el segundo aspecto, la capacidad política de sumar voluntades, de sumar fuerzas, para sustentar un proyecto de transición al socialismo, Pareciera que poco importa la tarea de aportar a construir una amplia masa crítica, buena parte de la cual se queja del sistema, pero todavía no se le ha ocurrido cambiarlo.

La discusión sobre la reivindicación de nuestra historia nacional y Nuestramericana está en esa sintonía. La reivindicación de Tupac Amaru puede ser leída como un intento de vincular antecedentes remotos de resistencia de nuestros pueblos, o puede leerse como la pretensión de sugerir una reivindicación del papel dirigente de las burguesías nacionales: Tupac Amaru era propietario de arreos de mulas; era algo así como un empresario del transporte, y vivía mucho mejor que los indios de a pie de su tiempo.

En ese mismo sentido puede recordarse que Bolívar era hijo de una de las familias más ricas de Venezuela; que la familia de Artigas era de las más antiguas de Montevideo, y que el mestizo San Martín era un Alvear bastardo, o al menos fue un protegido de la familia Alvear, que era una familia patricia.

Puede decirse también que la bandera nacional nació como un acto de rebeldía y libertad de uno de los patriotas más progresistas de la época, Belgrano; o valorarla desde el triste papel que le dio el genocida Roca. Son puntos de vista. El primero trata de dialogar con saberes de nuestro propio pueblo que reivindican a Tupac Amaru, a Belgrano, a San Martín y a la bandera nacional. El segundo hace hincapié en mostrar las diferencias entre lo que se supone es un proyecto socialista, de hechos históricos considerados pocos relevantes y confusos en lo ideológico.

Si observamos los procesos Nuestramericanos más avanzados advertimos que es el primer punto de vista el que asume la revolución cubana cuando reivindica a Marti, y el proceso venezolana cuando reivindica a Bolívar.

Se intenta apoyarse en los saberes, en la conciencia política de los pueblos para introducir nuevos debates. En un país donde indiscutiblemente Bolívar es el padre de la patria, Chávez afirmó que el Libertador era feminista. Seguro exageraba, pero provocó un enorme debate en una sociedad profundamente machista como es la venezolana. A contrapelo de los demagogos busca-votos, cometió dos herejías: reivindicó el feminismo y la asoció a Bolívar.

La cuestión es cómo valora nuestra izquierda estos intentos de diálogo con nuestro propio pueblo, esa voluntad de rescatar los elementos más positivos de su conciencia política para proyectarlos, esa voluntad de sumar una amplia masa crítica donde seguramente las mejores ideas, las ideas revolucionarias, terminarán conduciendo.

Creo que buena parte de nuestra izquierda piensa que la conciencia política de nuestro pueblo es un disco duro que hay que resetear para una vez vacío, incorporarle contenidos revolucionarios. Desde esa lógica cualquier intento de dialogo, cualquier intento de apoyarse en los elementos positivos y proyectables de la conciencia de nuestro pueblo es sospechosa. Reivindicar a Tupac Amaru, a San Martín, a Artigas y a la bandera nacional constituye una prueba irrefutable de nuestra vocación nacional burguesa.

En estos días la discusión sobre YPF es bastante ilustrativa sobre estos debates. Las encuestas suelen falsear datos, pero no parece una manipulación suponer que el 80% de la población haya apoyado esa estatización parcial de Repsol. Uno puede caracterizar ese apoyo como una manifestación del espíritu de los tiempos en Nuestramérica, donde los pueblos se oponen y tratar de revertir las privatizaciones, o puede considerar que se trata de una simple manifestación de atraso de la conciencia popular, manipulada por el kirchnerismo.

Parece evidente que sólo se puede establecer un diálogo con nuestros compañeros de base y nuestro pueblo si somos capaces de reconocer lo que ellos piensan, que la medida fue un paso adelante en la recuperación de la soberanía energética. Si parto de ese reconocimiento podemos hablar del resto, decir que se recuperó sólo el 15%, etc. Si no lo reconozco, no hay diálogo posible. Este reconocimiento no es puro oportunismo. En 1989 el Caracazo impidió que fuera privatizada PDVESA y la petrolera estatal venezolana siguió siendo administrada por los gobiernos neoliberales. Uno puede decir “qué estúpido este pueblo que le siguió dando estructura y muchísimo dinero a los gobiernos burgueses para que se sigan quedando en el poder”, o pensar “qué inteligente este pueblo preservó una herramienta fundamenta para que después pudiera ser utilizada por un gobierno popular”. Es una cuestión de perspectiva histórica y los pueblos suelen ser más estratégicos que los militantes.

Nuestra mayor diferencia con el kirchnerismo nos remite precisamente a esa discusión. El gobierno se propone construir un capitalismo serio, relegitimado después de la crisis de 2001. Incluso sus medidas que calificamos como progresistas, porque objetivamente benefician intereses populares (AFJP, Ley de Medios, Asignaciones Familiares, Estatización de Repsol) son correcciones que apuntan a fortalecer, legitimar y dar proyección política en el tiempo a su modelo capitalista. No son medidas de transición hacia un cambio de sistema El kirchnerismo es un proyecto que vino para quedarse. Quienes supusimos que en el 2008 se acababa el kirchnerismo, supusimos mal., La posibilidad de terminar con este proyecto no es denunciarlo un poco más. En realidad nuestro pueblo conoce sus limitaciones. A nadie se le escapa por ejemplo que los Kirchner fueron parte de las privatizaciones, pero las alternativas que les proponen el FAP, la UCR y el PRO no son mejores.

En términos futbolísticos el equipo es regular, pero el que está en el banco es peor. Y el equipo de izquierda es un fantasma que además festeja los goles en contra.


Habrá kirchnerismo por muchos años si nuestra identidad de izquierda se legitima porque somos incapaces de dialogar con nuestro propio pueblo y suponemos que el autismo es sinónimo de coherencia política. Habrá kirchnerismo por muchos años si la decisión de sumar voluntades, de arrimar fuerzas, de comernos sapos chicos para después no comernos los sapos grandes, queda asociada a la desconfianza. Si no rompemos con la matriz de que quien trata de sumar lo hace porque es blandengue, pro kirchnerista, PRO, FAP o Proyecto Sur, según la época, poco confiable ideológicamente, poco clasista y con .intencionalidad confusa.

Habrá kirchnerismo por muchos años si no entendemos que tener convicciones profundas nos impone dialogar con nuestro pueblo y tratar de sumar fuerzas, incluso formando parte de amplios acuerdos populares con hegemonías en disputa (como lo fue el intento de la izquierda independiente, y aún mucho mas amplias). Seguramente conducirán las mejores ideas, trabajaremos para que eso ocurra. Recorriendo distintos países de Nuestramérica y comparando la experiencia y politización de otros pueblos con la nuestra, me pregunto ¿Cómo es posible que en uno de los países con mayores potencialidades del continente por su experiencia y politización popular, sea uno de los más atrasados en la formación de una alternativa política de izquierda. Como no quiero creer que esto suceda porque el kirchnerismo es un proyecto popular, supongo que son nuestras propias insuficiencias, las de la izquierda.

No tengo recetas para salir del problema, pero sí estoy seguro que el día que quien quiera dialogar con el pueblo o el que quiera sumar fuerzas deje de ser sospechoso, y sean en cambio sospechosos los que renuncian a la política, que es esencialmente dialogar con el pueblo y sumar masa crítica, empezaremos a desatar un nudo grueso.

El día que empecemos a pensar que los pocos no son buenos, sino apenas inseguros, serán otros tiempos.

Guillermo Sierra / FPDS

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