La reciente designación del Gral. ® Mario Montoya, acusado de perpetrar crímenes lesa humanidad mientras fue jefe del Ejercito en Colombia, como embajador en nuestro país es una verdadera amenaza para la seguridad y la vida no sólo de Narciso Isa Conde, si no de todos los activistas y dirigentes sociales dominicanos, para el respeto de los derechos humanos y para la convivencia democrática en nuestro país.
Esta situación es de extrema gravedad, y que nadie se llame a engaños, tolerar la presencia de este Gral. aquí puede acarrear mucho dolor y sufrimiento para la familia Dominicana.
El Gral. Montoya renunció recientemente a la comandancia del Ejercito colombiano tras el escándalo de las desapariciones de 25 los jóvenes de Soacha, quienes más tarde fueron falsamente presentados como muertos, en aparentes combates con unidades del Ejército en Ocaña, Norte de Santander, en Colombia, dando origen al escándalo conocido como "Falsos Positivos".
Su paso por el departamento de Antioquia, cuando fue comandante de la IV Brigada del Ejército, con sede en Medellín, dejó nefastas consecuencias sobre la población civil de esa zona. También tiene estrechos vínculos con los grupos paramilitares de Colombia.
No es coincidencial, ni fortuito que sea designado como embajador en el país, precisamente después de que Narciso Isa Conde, le denunciara como parte del plan para asesinarlo. No se trata de un hecho aislado en momentos en que en República Dominicana se recrudece la crisis social y política.
Consideramos la designación del Gral Montoya, como una afrenta a la dignidad de los dominicanos y dominicanos, como una burla a nuestro país, que no debe ser el escondite de criminales internacionales.
Rechazamos rotundamente la presencia del Gral. Montoya y solicitamos formalmente que le sea rechazadas sus credenciales ante el país. ¡El Sr. Uribe debe reubicarlo en otro lugar que no sea nuestro país!.
Pedimos a todas las organizaciones y personas del país a que muestren su rechazo a la presencia de este Gral. que ensucia nuestra tierra con sangre, y que podría empañar las buenas relaciones con el pueblo colombiano.
Esperamos que Leonel Fernández no se haga cómplice de los crímenes y conspiraciones que pudiese el Gral. Montoya planear en el país, por lo que esperamos que no reciba sus credenciales. El quedará como responsable, por acción o por omisión, de cualquier acción malvada planificada por este General o sus paramilitares en el país.
Solicitamos a toda la comunidad internacional, a los presidentes amigos del hemisferio, a la sociedad colombiana en su conjunto, a los movimientos sociales y a los amigos de la República Dominicana a que expresen su solidaridad con el movimiento social y político revolucionario del país amenazado por la presencia de este conocido criminal de guerra
Cualquier país tiene derecho a decidir a quien recibe en el país como embajador, y el Gral Montoya, no reúne esas condiciones. Desde hoy estaremos movilizados para evitar que se imponga el terror.
!Esperamos contar con ustedes!
Dedicado al Jefe de Estado que pronto pretende recibir como Embajador de Colombia al general asesino Mario Montoya.
No hay problema, profesor
( Al presidente Leonel Fernández )
Por Narciso Isa Conde
No hay problema profesor, como le dicen sus amigos.
Desde muy joven ha vivido en el filo de la navaja, permanentemente amenazado; a veces con los nubarrones de sangre más próximos que otras.
Esta vez se acercan de nuevo con traje de embajador y todo. Pero no hay problema profesor-presidente: así he vivido y sobrevivido, y esta vez no habrá de ser de otra manera.
José Francisco Peña Gómez me presentó una vez como uno de los pocos sobrevivientes físicos e ideológicos de la matanza de los doce años de Balaguer y de tiempos posteriores (como aquellos de Narcisazo).
Yo le respondí diciéndole que estar vivo me alegraba y alegraba mucho a mi familia. Pero de lo que más me enorgullecía era ser un sobreviviente de conciencia, ideológico, político… sin resignar nunca una sola de mis ideas revolucionarias, socialistas, comunistas… sin claudicar, ni renegar una pizca de lo que desde jovenzuelo he sido.
Por eso me considero -y soy- un sobreviviente feliz, rodeado de mucho amor y corrientes positivas. Con madre, hermano, compañera de amor y lucha, hijos, nietos, nietas, primos y amigos/as, camaradas que nunca se han avergonzado de mí conducta y nunca se avergonzaran de quererme y apreciarme.
Me siento –y soy- parte de un pueblo que día a día, en calles, plazas, esquinas, colmados, casas, oficinas, edificios, ciudades y campo me expresa una solidaridad y un reconocimiento creciente, con muchas expresiones sinceras de cariño y afecto.
No, de ninguna manera, profesor, en mi no hay espacio para el miedo paralizante, para el temor personal y para la vacilación; mucho menos para el odio que no sea a lo mal hecho, a las injusticias, a la explotación, al crimen y a las mezquindades.
Tantas veces se ha acercado a mi la muerte vestida de generales, oligarquía, imperialismo, agentes secretos, bandoleros, presidentes y políticos perversos, que he decidido caminar siempre con el "ataúd debajo del brazo", como solía decir el profesor Ulises Domínguez, padre de mi querido amigo Asdrúbal.
Tantas veces se ha acercado esa tenebrosa señora con esos disfraces, que he aprendido a controlar el miedo, a tragármelo y a arrinconarlo en un lugarcito especial de mi corazón.
Son los medios de autoprotección que la pelea digna y decorosa sabe enseñar cuando se actúa con la frente en alto.
No hay problema profesor-presidente, cargue usted con su mala conciencia.
Lástima que alguna personas buenas que lo llaman profesor no se hayan percatado cuan lejos se encuentra usted del Profesor aquel, que al final de la década del 60, denunció la lista de once revolucionarios (en poder del jefe de aquellos generales de "horca y cuchillo"), seleccionados precisamente para ser enviados al más allá. Del profesor aquel que concertó con el Partido Comunista Dominicano aquella formidable campaña internacional contra el terror balaguerista, que tan buenos resultados dio.
Ya fui, junto con otro camarada que ya murió por enfermedad, uno de los dos sobrevivientes de aquella lista macabra que se llevó, entre otros, a Amín Abel, Otto Morales, Andrés Ramos Peguero, Maximiliano Gómez…
Conté para lograrlo con una inmensa sensibilidad de mis camaradas de partido, familiares, amigos/as, profesionales, compañeros/as de estudio y gente buena y sencilla que me brindó su hogar, su escudo y compañía.
Tengo, profesor, más vida que un gato, quizás por enfrentar sin dobleces a los que hacen un mal uso del nombre de ese animal inofensivo.
Y tengo una vida que nunca habrá de morir, porque siempre será recordada por hacer el bien. Abrazado a una concepción científica del mundo, apasionado defensor de la obra portentosa de Marx, Engel y Lénin, seguidor de los valores morales y del pensamiento revolucionario del Che, creo también en el poder del espíritu, en la fuerza que emana de las mentes y los corazones de los seres humanos que combaten las injusticias y aman las liberaciones. Siempre he tenido eso –y mucha suerte- a mi favor y por eso he durado relativamente tanto en medio de tantos riesgos y de condiciones tan adversas.
Ese apoyo, como también el que emana de la autoprotección y la eficacia necesario para bloquear las amenazas, está intacto y multiplicado.
Por eso pienso que otra vez voy a salir airoso de esta segunda fase de la conjura, en la que aquel enviado de la muerte, investido de general de la guerra sucia, viene a aposentarse con traje diplomático como representante del régimen que me ha condenado a muerte. No hay problema, profesor. No hay ningún problema, distinguido seguidor del despotismo ilustrado.
Créame: a usted le va a ir peor que a mí de todas maneras, aun si por manos del Diablo esos designios de sangre se concretan. Porque ciertamente hay muertos que no mueren y que saben desde el más allá mover montañas contra sus verdugos. Y si tienes alguna duda pregúnteselo a Orlando.
Tengo la completa seguridad de que este episodio de sangre le resultará difícil - precisamente por lo suicida- a los gestores y facilitadores del mismo. Pero además, tengo la plena convicción de que es imposible asesinar lo más preciado de mi ser, porque nada ni nadie tiene poder para matar mis principios y mucho menos para unirme eternamente a la tristeza. Siempre seré un alegre sobreviviente, para el pesar de quienes no lo entiendan
Alegre aquí, y mucho más, allá. Sí, alegre aquí y allá, profesor-presidente.
22 de febrero 2009, Santo Domingo
2/23/2009
Amenaza en República Dominicana: Gral. Mario Montoya designado Embajador
Etiquetas: nuestramérica, republica dominicana
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1 comentarios:
CARTA ABIERTA AL PRESIDENTE FERNÁNDEZ
Dr. Leonel Fernández
Presidente de la República.
Su despacho. Palacio Nacional. Ciudad.
Ciudadano presidente:
Acabo de leer en el diario “El Espectador” de Colombia, que el general Mario Montoya ha sido designado embajador en la República Dominicana, a pesar de estar acusado de cometer crímenes horrorosos, que al denunciarse forzaron su renuncia al cargo de jefe del ejército de ese país (ver información anexa).
El general Montoya, además, fue denunciado por mí ante usted y ante el Procurador General de la República, como quien en visita realizada a nuestro país el año pasado, orquestó un plan para asesinarme en combinación con el ex-embajador colombiano Chaux Mosquera, pedido por la justicia colombiana por sus vínculos con el para-militarismo. El diario comentado destaca que Montoya se posesionó como embajador en “una ceremonia un tanto secreta” realizada “este miércoles en el Salón Protocolario del Palacio de San Carlos” de Bogotá, “con pocos invitados”.
Esa determinación es para mí una clara señal de la reactivación del plan criminal Uribe-CIA, informado por mí a su gobierno en agosto del año pasado, como también de otros procesos que infectan la sociedad dominicana de esas prácticas terroristas-narco-paramilitares del régimen colombiano. Usted, por demás, señor presidente, posee todos los datos que personalmente le entregué sobre la trayectoria de ese “general de horca y cuchillo” y del gobierno y el Estado que viene a representar. Es imposible, pues, alegar ignorancia.
En esta ocasión no voy a insistirle en el incumplimiento de compromisos contraídos por usted para tratar de impedir mi asesinato (acordados en las conversaciones que sostuvimos el pasado 19 de septiembre), lo que responsablemente le señalé en cartas posteriores a ese momento. Pero sí debo y quiero decirle, que si usted definitivamente decide darle el “placet” de embajador a este asesino, yo no puedo menos que interpretarlo como un “placet”, una “luz verde”, una “licencia” a su propósito criminal. Y pienso que así habrá de ser interpretado por una gran parte de la sociedad dominicana.
Ante esa inminente y ominosa posibilidad me reservo el derecho a recurrir a todos los medios a mi alcance para impedir la agresión y para castigar moral y políticamente a quienes la promuevan, la orquesten o la faciliten; incluido usted, si finalmente no recapacita y se decide de todas manera a aceptar al general Montoya como embajador de Colombia en nuestro país. Piénselo de nuevo muy bien
Sin rencor alguno, porque se los intereses que usted representa, pero si con mucha firmeza y mayor determinación en defensa de mis derechos y los de toda la sociedad, se despide de usted,
Narciso Isa Conde
19 de febrero 2009, Santo Domingo, RD.
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