11/19/2009

Nacionalismos e izquierda. Ollanta Humala

Una de las notas singulares de nuestra vida pública es que ninguna fuerza política significativa se atreve a denominarse de derecha. Todas son de centro, de centroizquierda y algunas, pocas, se denominan abiertamente socialdemócratas. Lo paradójico es que todas, o casi todas, están firmemente comprometidas con el modelo neoliberal, ampliamente subordinadas al capital extranjero y para nada defensoras de los intereses mayoritarios de la población y de la Nación.

García es en esto ejemplar: un político que se define de izquierda y cuyo partido es miembro de la Internacional Socialista se ha convertido en el representante y administrador general de los grupos de poder económico y en el continuador del régimen de poder fujimorista. Pocas veces un político en este país ha mostrado tanta sumisión a los poderosos, tanto desapego a los intereses nacionales y tal desprecio a unas mayorías sociales que siguen viviendo en la postración, en la pobreza y la carencia de futuro.

El PNP ha venido insistiendo en que la contraposición izquierda-derecha, en nuestro país, no tiene la centralidad que tenía en el pasado. No es que no cuente o que sea irrelevante, sino que no explica nuevas contradicciones y no da sentido a aspectos muy significativos de nuestra realidad política y social. Las razones tienen que ver, en primer lugar, como antes se dijo, porque las fuerzas que explícitamente se autoproclaman socialdemócratas (como el APRA), cuando gobiernan hacen política de derecha y contraria a los intereses de las mayorías sociales. En segundo lugar, porque la caída del Muro y el neoliberalismo han desdibujado y puesto en crisis valores y proyectos que, de una u otra manera, la vieja izquierda había venido defendiendo hasta el presente.

En tercer lugar, porque aparecen nuevos fenómenos, nuevas realidades sociales, que no responden a los planteamientos de la izquierda tradicional; nos referimos a las cuestiones que tienen que ver con el género, la etnia o el medio ambiente. Y en cuarto lugar, desde la realidad del Perú, la izquierda mostrado tal capacidad de autodestrucción que la ha desprestigiado ante la población. A esto hay que añadirle lo que SL ha significado de descrédito de culturas y valores, directa o indirectamente asociados a tradiciones de izquierda.

Es por esto que el PNP, ante la crisis de nuestra Nación y la progresiva destrucción de nuestro Estado, se fijó el objetivo de crear un nuevo espacio político que diera cuenta, con claridad, que la contraposición real es hoy, como antes, la que opone a los de arriba frente a los de abajo y que el viejo alineamiento izquierda-derecha, que sigue existiendo, queda integrado en esa división básica. Es decir, entre una maciza y vetusta oligarquía que articula a grupos de poder económico y mediático y a una parte sustancial de la clase política frente a las aspiraciones y demandas de un amplio conjunto del pueblo, donde se incorporan empresarios nacionales, trabajadores, intelectuales, comunidades y sectores significativos de lo que fue la izquierda social y política. El PNP, organizativa, electoral y programáticamente ya refleja esta realidad.

Nuestro país lleva muchos años viviendo en una suerte de estado de excepción histórico, de degradación de su vida pública y de involución social. Su soberanía económica, política y cultural se encuentra en peligro y necesita una profunda regeneración moral y un proyecto de reconstrucción social y nacional.

No exageramos si afirmamos que el Perú como Pueblo, Estado y Nación está en una encrucijada histórica y hay que hay que optar entre el modelo neoliberal que lentamente nos está destruyendo o una alternativa nacional y democrática. El próximo periodo es de definición. De todos dependerá que la esperanza convertida en proyecto de liberación nacional, gane al miedo. El objetivo es unir al pueblo en una gran convergencia social, política y cultural. Cumpliremos con nuestro deber y haremos lo posible y lo imposible para conseguir la gran transformación del Perú. Esto es lo central, lo demás es secundario.

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