La desinformación definitivamente no ayuda, como no ayuda el contenido común de las cartas publicadas, ambas estructuradas sobre un mismo y escueto patrón.
Esta forma de presentar el problema más bien siembra confusión, desata especulaciones, reitera un mal histórico dentro del denominado “socialismo de Estado”: el secretismo en el ejercer de funciones públicas y políticas que deben serejercida abiertamente, de cara al pueblo y a sus organizaciones políticas y sociales, frente a la base del partido y ante toda la sociedad a la que estos funcionarios y dirigentes políticos están en el deber de rendir cuentas.
En estos días me enviaron desde Cuba esta nota informativa:
“La Habana, 05/3/2009. RPA. El diario Juventud Rebelde publica hoy las cartas renuncias del Vicepresidente del Consejo de Estado y miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba (BP PCC), Carlos Lage Dávila, y del destituido ministro de Relaciones Exteriores, Felipe Pérez Roque. En las cartas, breves, ambos ex-hombres importantes del gobierno y del estado cubano, reconocen sus errores, no especificados, y ratifican su lealtad a la Revolución, el Partido y a Fidel y Raúl Castro.”
“Lage renuncia a su condición de Vicepresidente del Consejo de Estado, a miembro del Buró Político y a su condición de Diputado en el Parlamento.
Por su parte, Pérez Roque renuncia a su condición de integrante del Comité Central del Partido Comunista de Cuba y a la de Diputado al parlamento.
En las cartas, fechadas el pasado día 3 de marzo, los ex–dirigentes dicen aceptar las conclusiones del análisis realizado por el Buró Político, pero hasta el momento dicho análisis no es del dominio público. Solamente el ex-presidente Fidel Castro en una reflexión publicada hace dos días (ver Radar Cubano) usó de una categoría moral (indignidad) como básica para la remoción de estos dos funcionarios y dirigentes; si bien el aspecto moral es esencial en todo funcionario público y/o político, buena parte de la ciudadanía, que no duda de las aseveraciones de Fidel Castro, se pregunta hasta dónde llegaron en su conducta moral. Otros ciudadanos estiman que además debía hacerse pública la valoración de su proceder en el ámbito político-administrativo.”
Un análisis y unos errores desconocidos por silenciados
Porque me siento parte de la revolución cubana, porque me duelen sus problemas y me alegran sus éxitos, porque su destino impacta sensiblemente el proceso hacia la nueva independencia, la nueva democracia y el tránsito al nuevo socialismo en nuestra América, me parece importante el debate sobre estos hechos relacionados con el presente y el futuro de esa revolución pionera.
A mi particularmente, abordado periódicamente y sistemáticamente por los medios de comunicación de mi país sobre los hechos que acontecen en Cuba, me resulta imposible evadir y guardar silencio sobre lo que aprecio y pienso sobre estos nuevos acontecimientos. Además, siempre hay lecciones y valoraciones útiles en situaciones como la comentada.
Concuerdo con le criterio que favorece conocer el análisis y los motivos que condujeron a calificar de “indignos” y “ambiciosos” y a sancionar, nada más y nada menos por el propio Fidel, a estas dos destacadas figuras de la llamada “segunda camada” o “segunda generación” de dirigentes revolucionarios cubanos.
Sobre ambos Fidel y los dirigentes históricos de la revolución cubana habían depositado una gran confianza, entendiendo que su edad y sus cualidades políticas, ideológicas y profesionales le daban frescura al proceso..
De ahí primero el impacto de las medidas administrativas anunciadas por el Consejo de Estado, luego de las descalificaciones morales planteadas por Fidel (quien nunca se a arriesgado a hacer una acusación moral sin fundamentos serios y hechos demostrables) y finalmente del contenido de sus respectivas cartas renunciando a todos los cargos electivos en el partido y en el Estado, admitiendo errores y expresando lealtad y fidelidad a la revolución y a sus máximas figuras: Fidel y Raúl.
Pero lo común –y un tanto desconcertante- ha sido que en esos tres momentos ni el Presidente Raúl Castro, ni el Consejo de Estado, ni el Buró Político del Partido, ni el Comité Central, ni Fidel, han dado a conocer en que consistieron los “errores” de Lage y Pérez Roque, cuales fueron sus faltas morales, que los hace indignos y en qué consistieron sus ambiciones. Y no creo que sea imposible decir lo esencial sin afectar zonas de seguridad, siempre con el interés de que la sociedad quede bienedificada y pueda sacar las lecciones correspondientes y sugerir correcciones.
El secretismo en estos casos no ayuda
La desinformación definitivamente no ayuda, como no ayuda el contenido común de las cartas publicadas, ambas estructuradas sobre un mismo y escueto patrón.
Esta forma de presentar el problema más bien siembra confusión, desata especulaciones, reitera un mal histórico dentro del denominado “socialismo de Estado”: el secretismo en el ejercer de funciones públicas y políticas que deben serejercida abiertamente, de cara al pueblo y a sus organizaciones políticas y sociales, frente a la base del partido y ante toda la sociedad a la que estos funcionarios y dirigentes políticos están en el deber de rendir cuentas.
Además, el secretismo impide en general apreciar la real magnitud de los errores, hasta donde fueron exclusivos e individuales y hasta donde no; hasta donde el análisis fue justo, las correcciones adecuadas y la crítica y la autocrítica acertadas; hasta donde llegan las responsabilidades individuales y hasta donde las colectivas; si hubo o no métodos y estilos de trabajo tradicionales, usos y costumbres -o situaciones estructurales- que pudieron servirles de caldo de cultivo a esos errores individuales;hasta donde esos errores fueron tolerados hasta convertirse en algo graves mientras no se habían generado determinadas tensiones políticas, y hasta donde hubo o no factores extras que provocaron ese desenlace.
Y lo que peor es que de esa forma es imposible conocer si hubo o no un examen del caso que posibilite una aproximación a determinar las causas, el porqué o los porqués de la generación periódica de ese tipo de errores y de situaciones, así como la razón o razones que determinan que dirigentes de ese calibre incurran en errores tan graves como para ser calificados de indignos y entonces asumir más allá de las sanciones institucionales una serie de renuncias, declarando a la vez su fidelidad a la revolución, a Fidel y a Raúl, aceptando errores no identificados y se auto-sancionándose más allá de lo anunciado a través de sendas cartas que evidentemente responden a un mismo patrón y que realmente no explican nada.
La reiteración de casos parecidos
El paso brusco de la gracia total a la desgracia total inexplicada es además de evidentemente defectuoso, realmente confuso y desconcertante. Pero resulta además que ese tipo de situaciones, con motivos, formas y sanciones distintas, es bastante repetitiva.
Ahora me llegan a la mente aquellas palabras de la doctora Tablada, prestigiosa profesional revolucionaria, cuando desde su condición de miembra del Consejo de Estado de Cuba, en ocasión del proceso contra el general Ochoa (héroe internacionalista de la campaña africana), planteó –sin objetar la sanción necesaria a los graves delitos cometidos por él- la necesidad de indagar en las causas estructurales que generaban la corrupción, al tiempo devaticinar que si eso no se abordaba como era debido, de seguro se iban a presentar nuevos casos. Y así ha sido.
Recuerdo, entre ellos, los casos posteriores de Carlos Aldana y del ex-canciller Roberto Robaina, comprobación de la certeza de esa sincera preocupación, entonces no escuchada; esto si nos atenemos estrictamente a los motivos oficiales que se alegaron para la sanción y exclusión total de esos dos altos dirigentes. Y hay otros casos parecidos, entre ellos el de Luis Orlando Domínguez, quien después de haber sido un Primer Secretario de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) desempeñó el cargo de director del Instituto de Aeronaútica Civil de Cuba (IACC), donde estalló bajo su responsabilidad un grave escándalo de corrupción
En verdad situaciones de ese tipo, e incluso mucho más cuestionables, se presentanban periódicamente a lo largo de la historia de los modelos estatistas –burocráticos en el llamado socialismo euro-oriental y también en el asiático; en unos casos con formas más bárbaras y grotescas que en otros, y también con desenlaces trágicos y comisiones de graves injusticias, que felizmente no se han dado en el curso de la revolución cubana por los principios morales y la aversión al crimen que han animado a los líderes del proceso.
Esto de todas maneras nos remite a la cuestión estructural, a las características esenciales del modelo cubano, aun con todo lo atenuadas que puedanhaberse desarrollado sus aristas y esencias negativas, generadoras de corrupción, sistemas de privilegios, centralización extrema, intolerancia y negación de democracia integral y participativa.
Las ideas preeminentes en el pensamiento revolucionario y en los grandes referentes socialistas del siglo XX, la bi-polarización y la guerra fría, el trasplante deformador y dogmatizante del modelo soviético en una significativa dimensión del sistema cubano y, en consecuencia, la progresiva, contradictoria y tortuosa evolución del proceso cubano hacia el predominio de un estatismo-burocrático todavía no superado, es lo que puede explicar estas lamentables situaciones.
No se trata de casos aislados o debilidades personales. Es a todas luces un problema sistémico–estructural, que genera censuras y autocensuras e islas de poder que encumbren y posibilitan la acumulación de los males; que facilita formas de hacer políticas y métodos verticales de dirección, con ausencia de control social, poderes superpuestos a las bases de la sociedad, superestructuras y organismos incontrolables desde el pueblo y vulnerables a los excesos y a la repotenciación del patrimonialismo y del paternalismo estatal.
Por razones históricas, familiares, de formación, unos cuadros pueden tener una ética y una moral revolucionaria más recia y resistente que otros; pero de todas maneras el “ambiente” permea y contamina a no pocos y en amplias franjas de la sociedad, y los males acumulados en las alturas generalmente rodeado de un gran hermetismo tienden en algunos casos a estallar en función de la gravitación de ciertas diferencias políticas o de problemas adicionales de otra índole.
Crisis, cambios, vías y opciones
Cuba vive hoy una fase que exige cambios. El modelo estatista se estancó y se está agotando. Lo central ahora debería ser la discusión sin restricciones del nuevo rumbo a seguir.
Creo que de más en más la contradicción de más valor cualitativo es si se da el viraje en función de reformas económicas parecidas o inspiradas en las que se han dado en China (que a mi modo de ver, hasta el momento y tal y como se publicita, ha sido unreferente exitoso y atrayente que conduce a modelos antidemocráticos, combinación de capitalismo Estado con cierta vocación social y de capitalismo privado transnacionalizado con muchas desigualdades y sobre-explotación y demasiada corrupción), o si se asume el camino de socialización progresiva y diversa de lo estatal y la democratización del sistema político hacia una democracia basada en el poder popular, participativa e integral; esto es hacia un nuevo socialismo (que a mi entender es la opción paraprofundizar la revolución anticapitalista y anti-imperialista).
Es la disyuntiva entre la llamada “vía china” o “vietnamita”, adecuada a la realidad cubana (que conduce a la paulatina restauración o desarrollo capitalista con las características ya descritas), y el tránsito hacia el socialismo autogestionado, cooperativista, democrático y participativo (con variadas formas de propiedad social, sin descartar cierto grado de propiedad privada y mixtas subordinadas a la socialización progresiva, con democracia directa, participación y representación socialmente controlada).
Ambas vías implican superar el inmovilismo o estancamiento y evitar un eventual colapso del modelo en crisis; colapso que podría llevar a una tercera opción, la más onerosa de todas: a la contra-revolución imperialista, al intento de restauración violenta y brusca del capitalismo, a la anexión de Cuba a los EEUU y al imperialismo occidental; sin descartar en ese contexto la guerra civil con resultados no previsibles.
Al tema del modelo agotado se agrega el serio problema generacional que afecta, debido al envejecimiento de la generación histórica y al distanciamiento político de una gran parte de la juventud por serios en esa dirección. La exclusión de dirigentes de la “camada intermedia” y de otros más jóvenes con cierto impactoen las nuevas generaciones, junto al peso excesivo en primera línea de los históricos afecta el tema y refuerza imágenes negativas. Recientemente, también, fueron sustituidos dos cuadros relativamente jóvenes y muy capaces: Elíades Acosta (del Departamento de Cultura del CC del PCC) y Marta Loma (Ministra de Inversiones y Colaboración), ésta última sustituida por Malmierca jr., que ahora asume la fusión de ese organismo con el Mincex, del cual quitaron a otro relativamente joven (de la Nuez).
No desprecio en absoluto la importancia de la experiencia en la política de cuadros, tampoco los valores positivos de las reestructuraciones del modelo estatista, las compactaciones, modernizaciones, separación de funciones y los nuevos métodos anunciados recientemente por el gobierno del comandante Raúl Castro; como tampoco la búsqueda de mejores modelos gerenciales, algunos de ellos ensayados con éxitos relativos por las propias Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba.
Pero lo entiendo esas reestructuraciones muy insuficientes y a la vez compatibles con las dos vías apuntadas en el debate: la neo-china y la neo-socialista. Como también entiendo que existe en fuerte desequilibrio generacional en el desempeño de las funciones públicas y políticas en detrimento de la juventud y sus grandes valores creativos en la Cuba de hoy
Esas reestructuración del Estado es una cuestión importante, pero sin posibilidad alguna por sí sola de superar la crisis estructural delmodelo vigente, la cual exige definiciones de otro orden en cuanto al remonte de las relaciones de producción y distribución y servicios basadas en la propiedad estatal y el trabajo asalariado, en cuanto a la superación de la gestión burocrática, en cuanto al nuevo patrón tecno-científico del sistema, en cuanto a la inserción internacional de Cuba, en cuanto al rescate y renovación de los valores culturales y éticos del socialismo, en cuanto a los cambios en el sistema político, sus bases constitucionales del país y sus instituciones en todo lo que se refiera a democracia social, política, racial, de género, de generaciones y cultura.
De todo esto se ha estado hablando bastante y habrá que seguir insistiendo, proponiendo y recreando: cambio de modelo dentro de una orientación socialista, democratización socialista, relevo y equilibrio generacional y posicionamiento en el tema de la revolución y la integración continental, son desafíos actuales ineludibles para la revolución cubana de hoy. De lo contrario el camino habrá de ser tormentoso y los males se seguirán acumulando; mientras que la adopción de la llamada “vía china”, si bien puede evitar el derrumbe, equivale a una especie de Termidor cubano, al freno a la revolución desde adentro, a su reversión hacia modalidades capitalista asentadas y al cierre de la vía socialista.
Mas allá del caso Lage-Pérez Roque, los cambios ejecutados apuntan en dirección a una mayor hegemonía del equipo de gobierno del comandante Raúl Castro y de su visión a corto y mediano plazo, lo cual todavía no se ha desplegado como para ser evaluada, aunque es apreciable que no está muy inclinada ni hacia la socialización acelerada de lo estatal ni hacia la democracia participativa e integral, sino hacia otro tipo de reformas más asimilables por las elites políticas, burocráticas y tecnocráticas, y al parecer, aunque no inexorablemente, más próxima al referente chino- vietnamita.
De todas maneras no está predeterminado con claridad el nuevo rumbo, mucho menos desplegado su programa a ejecutar. Tampoco, debido a esos déficits, son tan previsibles el tipo y la intensidad de las contradicciones, consensos y disensos que habrá de provocar.
Lo importante ahora es debatir con altura, sin exclusiones ni intolerancia, las alternativas a decidir,procurando abrirle cada vez más espacio a la PARTICIPACIÓN Y A LA CREACIÓN HEROICA DEL PUEBLO.
7 de marzo 2009, Santo Domingo, RD
3/09/2009
El caso Lage- Pérez Roque y los cambios en Cuba. - Narciso Isa Conde-
Etiquetas: cuba
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