Conocí al Comandante Borge, entonces con el seudónimo de “Rolando”, a principios de 1975. Acababa de realizarse la operación que luego se llamó “Diciembre victorioso”, el secuestro masivo de funcionarios somocistas en la casa de José María “Chema” Castillo. Tomás había sido uno de los instructores del Comando Juan José Quezada, ejecutor de la toma, y su nombre y foto habían aparecido en los distintos diarios vinculándolo a los hechos.
Yo había pasado a la clandestinidad a finales del 74 y junto con otros compañeros estábamos recibiendo una escuela político-militar en una finquita del campesino Aristides Carrero, en la comunidad de San Jacinto, municipio de Telica.
De ese numeroso grupo de combatientes sobrevivimos Ana Julia Guido, Leonel Espinoza, José Valdivia y yo.
Recuerdo vivamente a Tomás, dándonos clases de la Historia del FSLN. Poco después nos encontraríamos de nuevo con él en Managua, en la preparación de un operativo en el que participaríamos con Charlotte Baltodano, Edgard Lang y Claudia Chamorro. Entonces sostuve con él largas conversaciones y recibí importantes recomendaciones no solo políticas sino personales, que me sirvieron para toda la vida.
Entre las muchas anécdotas recuerdo que Tomas fue la primera persona a la que puse una inyección, después de practicar varias veces ensartando la aguja en una naranja. Se instaló desde esos días una relación de amistad y de cariño entre nosotros, que perduró hasta su muerte.
Cuando cayó preso y no sabíamos si estaba vivo o muerto, empujamos en Estelí todas las acciones que nos orientaron para exigir saber de su paradero. La terrible situación en la que lo mantuvo la dictadura en esta última prisión, su heroica huelga de hambre que casi lo lleva hasta la muerte y que fueron un acicate para la realización de importantes jornadas movilizativas en las ciudades, lo convirtieron, entonces, en un icono para las nuevas generaciones de sandinistas.
Durante los años del poder fui parte de las legiones de sandinistas que lo admiraban por su verbo, por enseñarnos a amar a Carlos Fonseca, y por su generosa manera de repartirnos cariño. Después de la derrota nos mantuvimos en contacto con él, y fuimos nosotros quienes lo convencimos de militar en la Izquierda Democrática, que defendió entonces a Daniel Ortega en las disputas políticas internas. Por mi férrea oposición al viraje que representaba el pacto que hizo Daniel Ortega con Alemán en 1990-2000, me fueron desalojando del FSLN hasta la total ruptura, y a pesar de que entonces afloraron entre Tomas y yo diferencias políticas, nunca perdí la comunicación con él, en el más amplio respeto.
No una vez me llamó para expresarme sus inquietudes compartidas sobre temas comunes, o invitarme a seguir con ellos, pero sobre todo para manifestarme, sin temores, su cariño y respeto a toda prueba. La verdad es que siempre recibí de él públicas manifestaciones de amistad y solidaridad.
Creo que Tomas como todo ser humano tuvo sus imperfecciones, grandes y pequeños errores. No puedo olvidar el gran equivoco que significó “Los dilemas de la modernidad”, una apología a Carlos Salinas de Gortari, o su respaldo al PRI después de los primeros ataques del EZLN. Le critiqué también, públicamente -en las Memorias de la Lucha Sandinista- que se haya presentado como el único fundador sobreviviente del FSLN, cuando no lo era, y mirándole a los ojos, muy recientemente, le enfaticé que era un error apoyar sin reservas al orteguismo, y empeñar su figura defendiendo lo indefendible de ese proyecto, soportando además situaciones humillantes.
¿Quién estaba equivocado? Solo la Historia lo dirá. Pero ni sus errores grandes o pequeños podrán borrar la verdad de que fue uno de los más relevantes sandinistas, que contribuyó de manera preponderante a la liberación de Nicaragua y que se granjeó con su estilo el afecto de amigos y hasta de adversarios.
No pude asistir a sus honras fúnebres, porque estas -era de esperarse- fueron aprovechadas politiqueramente por el orteguismo, pero lloré en silencio su partida. Vayan para su familia, especialmente a sus hijos, y para los militantes honrados del FSLN, mi humilde homenaje a Tomás, inolvidable y querido compañero.
* Exdiputada, Rescate del Sandinismo.
tomado de http://www.elnuevodiario.com.ni/opinion/252231-tomas-que-ame-respete
7/10/2012
El Tomás que amé y respeté. Mónica Baltodano.
Etiquetas: nicaragua
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